El clientelismo es en alguna forma el individualismo laboral vs la meritocracia constitucional.
En recientes días encontrándome en un supermercado se me acercó un señor que se identificó como un viejo vecino, y seguidor de mis investigaciones laborales.
Después del saludo protocolario procedió a hacerme una consulta laboral. La verdad me enalteció el que me reconozcan por mis trabajos investigativos y mi lucha contra el sistema político clientelista. Esta es una tarea de muchos riesgos y desagradecida.
Me recordó que es ingeniero y que trabaja con el Estado como contratista, y con algo de desanimo me dijo que estaba decepcionado del mal pago y la inestabilidad laboral. Añadió que queriendo buscar un mejor futuro para su familia se había presentado a un concurso de carrera donde había quedado en cuarto lugar de la lista de elegibles, pero la vacante era una sola.
La consulta buscaba dos cosas: cómo mejorar el pago del contrato y qué posibilidades había de pelear una vacante siendo parte de una lista de elegibles de un concurso de carrera.
Frente a la primera inquietud mi respuesta fue clara, esos temas son más de soluciones politiqueras que de tipo judicial o administrativo.
A lo cual el asintió y me agregó que sí, que la verdad era un asunto más de lobby político, es decir, acudir a un congresista o un concejal del círculo político de la alcaldesa para que le mejorarán el contrato con la obligación recíproca de conseguir votos para quien le ayudará.
Prácticas deleznables que son normales en nuestra cultura política. Ya se aproximan elecciones territoriales y las sedes políticas se atiborran de gentes buscando una oportunidad laboral.
Frente a la posibilidad que tiene como parte de una lista de elegibles, esta si una práctica democrática, mi respuesta fue más optimista.
Y, con las cacareadas plantas temporales planteadas por Petro, las posibilidades aumentan de poder ser nombrado como funcionario de carrera administrativa. Jurídicamente es posible , vamos a ver en la realidad.
Luego me quedé pensando hasta donde debe de llegar un profesional o cualquier otra persona para tener una oportunidad laboral con el estado. Debe desarrollar una conducta individualista, racional, que le brinde esa posibilidad.
Acude al político ( de derecha o de izquierda o verde) para obtener un contrato, un cargo provisional, un trabajo oficial o, a veces lo tramitan a través de empresas temporales que son propiedad de los mismos políticos.
El político lo calcula todo con tal de obtener votos. Y si le cumplen tendrá esa oportunidad laboral. Pero también concursan y contemplan esa posibilidad si los conocimientos le alcanzan. Lo importante es trabajar en un país donde el desempleo tiene altas tazas, y la corrupción campea. Ya caso somos campeones mundiales.
Lo que debo de subrayar es que al profesional o la persona no le interesa sino su problema individual y el de su familia. Si debe de acudir al tráfico de influencias lo hace, si debe de pagar por un puesto lo hace. Los que se han esforzado en estudiar y tienen dignidad concursan, o, una gran mayoría emigra buscando mejores oportunidades.
Hay familias promiscuas por decirlo de alguna manera que recurren a lo que dizque llaman hacer política, pero el interés de fondo es buscar trabajo, y consiguen una votación para exigir contratos y otros concursan para ingresar por carrera administrativa.
Pero en ninguno de los casos hay conciencia colectiva de la defensa de la carrera administrativa como una conquista constitucional, y que los contratos de prestación de servicios, o cualquier temporalidad laboral con el Estado son excepcionales, y que deben de ser ofertadas a toda la sociedad en igualdad de oportunidades.
Es una lucha salvaje y silenciosa entre los necesitados de trabajo, y una clase política corrupta dispuesta a brindarles esa posibilidad saltándose la constitución con tal de obtener votos y salir elegido. Prácticas de todos los partidos sin diferencia alguna.
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