Vienen con todo. Los malditos vienen con todo. Miren las imágenes de los shows en Buenos Aires. Es la fiesta de la nostalgia. ¿Qué importa que Axl Roses se parezca a la tía Graciela? Si se va a pagar un millón de pesos por ver a la banda de Nuestra Generación, se hace a sabiendas de que los tipos ya tienen 60 años y los únicos ancianos que pueden hacerlo bien sobre un escenario es Mick y Keith. Así que el paso de los Gunners por acá va a ser tan violento como el de un huracán. De pronto hasta terminan acabando con Galerías, como sucedió hace 30 años. Los viejos diablos nunca mueren.
El punto es que va a ser una fiesta y si usted no empeña el inodoro para comprarse la boleta de un millón de pesos y ser acariciado por Slash no vuelva a decir en su puta vida que usted es rockero. Un evento de estas proporciones debe tener un telonero de peso, no como sucedió el 10 de marzo del 2016, cuando, esperando por los Stones, nos pusieron a los gomelos esos de Diamante eléctrico y fue la hora más larga de mi vida, antes no nos pusieron a Morat. Igual, seis años después, no queda ningún mal sabor en mi porque después Sus Majestades Satánicas me quitaron cualquier rastro del señor impregnado en mis venas.
Y el único grupo de rock que le haría justicia a Guns es el mejor de todos, Aterciopelados. ¡Guarichos! ¡Retrecheros!, ellos son los padres fundadores. Antes de Andrea y Héctor ningún grupo de rock nacional podría vivir de la música. Si hoy juegan a ser diminutos Robert Plant es por Andrea Echeverry. Sí, yo sé que está muy hippie, que hay que ser hípster y estar acidado para aguantarse durante un concierto esa cantaleta que le da por decir sobre la Pacha Mama y otros delirios. Pero es que ella es Bachue, Bochica y la madre de los dragones.
Arribistas culturales es lo que son. Wow, qué putamente locos se ven diciendo que quieren a una banda bien under de Chapinero, para calentarles la noche a los putos chapiyorkers que quieren adueñarse de una noche que es pal rock de todo Colombia. Porque ni crean, rolitos malcriados, que el Campín se va a llenar dos veces por ustedes, pechos fríos indeseables. Los camionados de gente que vienen desde los Santanderes, desde Cali y la rockerísima Medellín son los que pondrán a vibrar el estadio. Los camionados ya están a punto de tomarse Bogotá. La noche es colombiana y por eso, la nube de opio bajo la que quedaremos después de que los Aterciopelados toquen, será contrastada por la anfetamina Axeliana.
No importa cuántas veces los hayamos visto, hay gente que va a misa cada ocho días con el mismo cura y no se quejan tanto. Aterciopelados es un culto al que se debe asistir, por lo menos, dos veces por año. Obvio que no podían faltar en los dos conciertos más rockeros del 2022.