Después de la pandemia se les fritó el cerebro a estudiantes universitarios: ya no saben qué responder

Después de la pandemia se les fritó el cerebro a estudiantes universitarios: ya no saben qué responder

Llama la atención que antes de empezar esta pandemia, la situación era menos dramática. Mal que bien, al plantear preguntas en clase, se obtenía alguna respuesta

Por: Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
octubre 07, 2022
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Después de la pandemia se les fritó el cerebro a estudiantes universitarios: ya no saben qué responder

En fecha reciente, el neurocientífico francés Michel Desmurget publicó un libro que ha causado una gran alarma: La fábrica de cretinos digitales: Los peligros de las pantallas para nuestros hijos.

Se trata de un libro pergeñado desde el propio quehacer investigativo del autor a este respecto. En todo caso, dicho libro adquiere una gran relevancia con motivo de lo que cabe apreciar en el mundo universitario tras retornar a las actividades presenciales, aunque esta pandemia dista en mucho de haber terminado.

En efecto, cabe apreciar un alarmante hándicap intelectual en la mayoría de los estudiantes, consecuencia del uso irresponsable de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Por ejemplo, en una clase reciente, a modo de repaso de lo visto una clase antes, yo preguntaba por los resultados y las  conclusiones de un problema harto elemental que ya estaba resuelto. Pese a tener los estudiantes los apuntes respectivos en sus cuadernos, eran incapaces de responder en cuanto a qué y cómo se había calculado, al igual que la conclusión central que cabía extraer al respecto.

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Otro ejemplo: en un video reciente, el filósofo argentino Agustín Laje se refería a la situación en Puerto Rico, país en el que los adolescentes actuales han demostrado una tremenda incapacidad para llevar a cabo un test psicológico que consta de 50 frases para completar. Dos décadas atrás lo respondían los adolescentes de entonces en 20 minutos o menos.

Otro ejemplo: en una reciente columna de prensa, el periodista Andrés Hoyos, fundador de la revista El Malpensante, destaca la incapacidad de los jóvenes de hoy para sostener una conversación.

Y vaya que abundan los ejemplos acerca de esta gran problemática.

En fin, me llama la atención que, antes de empezar esta pandemia, la situación era menos dramática. Así fuera mal que bien, al hacer algún ejercicio o plantear alguna pregunta en clase, podía obtenerse entonces alguna respuesta.

En cambio, en estos tiempos, por así decirlo, se les ha fritado el cerebro al grueso de los jóvenes ante el uso desmesurado y abusivo de tantas pantallas: celulares, laptops, tabletas, etcétera.

Ante este panorama, cabe ver con hondo escepticismo que las pésimas e hilarantes contrarreformas adelantadas en las universidades puedan ser realmente eficaces.

Más bien, cabe preguntarse qué rayos van a hacer los países de todo el mundo con la mayoría de sus jóvenes habida cuenta de que su cociente de intelectual está por debajo del de sus padres y abuelos. ¿Ponerlos a barrer las calles?

Y esto es justo lo que diagnostica con tremenda lucidez Michel Desmurget en el libro antedicho, al punto que ha prendido las alarmas en Francia y otros países.

En cambio, los dueños de Silicon Valley les tienen prohibido a sus hijos andar pegados de pantallas. Del mismo modo, el Estado chino les tiene restringido a los padres de familia el tiempo que sus vástagos pueden estar ante pantallas.

En estas circunstancias, resulta francamente inmoral que las administraciones universitarias permitan las admisiones de tantos jóvenes con hándicap intelectual solo por garantizar los puntos de equilibrio económico de los programas de estudios.

Entretanto, la minoría de jóvenes que constituyen la excepción en cuanto a esto, que aún demuestran tener alguna capacidad intelectual, muestra un común denominador: es una minoría que ha cultivado el hábito de la lectura de buenos libros.

Pero, claro está, he aquí la excepción que confirma esta infausta regla, la de la merma de la capacidad intelectual de las nuevas generaciones, lo cual prefigura un colapso civilizatorio comparable a la caída del Imperio Romano.

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