"Todo en esta historia de migrantes lo vi, o viví"

"Todo en esta historia de migrantes lo vi, o viví"

El director Diego Quemada-Diez, habla de “La jaula de oro”, su ópera prima

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enero 06, 2015

Diego Quemada-Diez aparece en la escena de los nuevos directores latinoamericanos con su película La jaula de oro. Es su ópera prima. Su título es también un apodo que muchos latinoamericanos le dan a Estados Unidos. Al entrar, todo es maravilloso. Sin documentos se puede trabajar, y se pueden cumplir ciertos sueños, menos el de regresar a su país de origen.

La jaula de oro cuenta la historia de tres jóvenes, dos guatemaltecos y un mexicano, que deciden emprender un viaje en tren desde Guatemala, con la idea de cruzar la frontera México-Estados Unidos.

Son actores naturales llenos de talento: Brandon López es Juan, el único que logra pasar la frontera; Rodolfo Rodríguez es Chauk, un indígena tzotzi, de Chiapas, que no habla español, y cuya presencia mueve la narración. Por último, Karen Martínez como Sara. Una chica que cambia su apariencia, y se convierte en un muchacho más. En la ruta, se tropiezan con una banda de proxenetas: “Esta es hembrita”, dice alegre uno de los delincuentes al descubrirla. Sara desaparece de la pantalla.

Karen Martínez estuvo nominada a Mejor actriz en los premios Platino; y la película La jaula de oro a mejor producción del año. La cinta estuvo en Cannes, allí los tres actores recibieron el Premio a la Mejor Interpretación. Fue aclamada por la crítica y valorada, no solo por su estética, sino también por las ideas que su director propone. El portal especializado fílmicas.com la eligió como la película latinoamericana del año.

Diego Quemada-Diez estuvo en Colombia invitado al Festival Internacional de Cine de Barranquilla, FICBAQ, y al Festival Internacional de Cine de Cartagena 2014. En ambos festivales su película resultó ganadora. Aquí el resultado de diálogo con este talentoso director a su paso por Cartagena.

¿Cómo ha sido su formación como director de cine, para llegar a este punto, digamos de reconocimiento y éxito?

Comencé a trabajar en producciones, primero sirviendo los cafés, la comida; luego subí al departamento de cámara. Cuando fui a Estados Unidos conseguí ahorrar dinero para asistir a la American Film Institute. Luego comencé a hacer mis cortometrajes, y a trabajar como operador para directores como Spike Lee, Fernando Meirelles, Alejandro González Iñárritu y aprendí mucho con ellos. Me ponía en el ejercicio de resolver problemas que ellos tenían y pensaba cómo lo haría yo, eso me ayudó a buscar mi propio método.

¿Y cuál es ese método que menciona?

Viene de un director inglés que se llama Ken Loach, quien propone un cine sencillo con una función social, que se filma de forma continua, en la que los actores no conocen la historia, una narración sencilla con un contenido fuerte. El método que propongo, mezcla muchas influencias y mi sensibilidad. A lo mejor fue el método para La jaula de oro, pero vendrán otros proyectos y habrá que construir otro método, así es con el trabajo creativo, hay que proponer nuevas formas de ver y sentir.

DIEGO 2 - "Todo en esta historia de migrantes lo vi, o viví"

Diego Quemada-Diez, habla de “La jaula de oro”, su ópera prima

¿Por qué el interés en los problemas de la migración?

Nací en España, y salí de mi país hace 18 años. Entré a Estados Unidos, luego me fui a México, me nacionalicé, y allí me enamoré de Latinoamérica. Salí buscando un sueño, creí en el sueño americano. Trabajé con papeles falsos, luego me fui a Los Ángeles y allí conocí muy de cerca el problema de los migrantes. Es un problema de muchos latinoamericanos. Hoy, a pesar que la migración hacia Estados Unidos ha disminuido, por la cantidad de deportaciones (a Obama le llaman “El jede de las deportaciones”, ha deportado a más de dos millones, y tiene en la cárcel a más de 500 mil, cuya única falta ha sido cruzar una frontera) el problema sigue y es grave. Se violan derechos humanos, están los famosos Minuteman, grupos de ultraderecha que creen que tienen derecho a cuidar la frontera y van armados con rifles con miras telescópicas, (como es legal tener armas en Estados Unidos) llegan con sus camionetas, se colocan en lugares remotos por donde cruzan los migrantes y se sienten con el derecho de “espantarlos”. Eso es criminal, y ahí están en la película.

¿Cómo todas esas ideas se convirtieron en La jaula de oro?

La película comenzó a formarse en 2002, había terminado mi primer cortometraje y buscaba una nueva historia. En Mazatlán, estado de Sinaloa, conocí a un taxista  (se llama Toño) que me invitó a vivir en su casa, la que estaba sobre las vías del tren. Allí llegaban las personas que tenían el sueño de cruzar la frontera. Cuando el tren paraba, les brindábamos agua, comida y empecé a hablar con ellos. A recopilar testimonios en diferentes puntos de México, Guatemala, y Estados Unidos. Me ocupé de eso por más de siete años, y es a partir de esos testimonios que construí la narrativa y los personajes. Todo en La jaula de oro está basado en algo que me contaron, que yo vi o viví.

Construye tres personajes adolescentes para contar una historia cruda, llena de obstáculos y fracasos, ¿cuál es la razón para hacerlo así?

La principal razón es mostrar una problemática desde el punto de vista de los migrantes. Escogí que fuera a través de estos niños, porque uno siente más empatía. Quería cuestionar la represión y criminalización del migrante, y la militarización de la frontera. Que la gente viviera el viaje con sus ojos. En el problema migratorio hay una lucha por el territorio… ‘Es que este me quita el trabajo, es que este le quita oportunidad al local’, de alguna manera las naciones se apoderan del territorio, y no puede venir más nadie.

Detrás de la migración hay un problema poscolonial. Entonces me dije, porque no articulo una película más allá de las fronteras, más allá de las razas, más allá de las lenguas. Articulo esa idea entre un mestizo, que cree en el modelo occidental, y un indígena que tiene otra cosmogonía. En el viaje, el mestizo cambia, y al final es otra persona, menos materialista, individualista, que construye la poesía de la existencia.

¿Cómo fue la elaboración del guión, la creación de diálogos, los detalles que cada personaje tiene?

Es un proceso vivo. Una chica te cuenta que se tiene que disfrazar de hombre para hacer el viaje, que se pone una venda en los pechos, y se traga la pastilla anticonceptiva porque sabe, que existe la probabilidad de que la violen. Tomar elementos de 600 testimonios, se vuelve una labor muy compleja, y fui tomando elementos poderosos. Muchos te cuentan que la Policía se roba tus zapatos, y así encuentran los detalles, vas probando, ensayando. Es ir haciendo bocetos, tiene mucho de prueba y error.

¿Y cómo fue el momento de la filmación?                             

Es un poco de lo mismo. Los actores no conocían la historia, hicieron el viaje de verdad,  y nosotros con ellos. Empezamos en Guatemala, hasta la frontera, y filmamos en orden.

Cinco minutos antes de filmar yo les revelaba lo que iba a pasar, les pedía la manera en que ellos lo harían. El guion se iba reescribiendo de la manera como ellos hablaban. El guion está escrito con todos sus elementos, pero siempre estuvo abierto a la improvisación, en especial en los diálogos.

La película ha sido muy premiada, ha tenido buena crítica, eso es un logro y una satisfacción, pero ¿tiene un propósito más allá de las virtudes de la película?

Lo más importante para mí es que se dialogue y se debatan estos temas. A mí me contaron unas historias, y mi responsabilidad es contarla a otros, fue algo que muchos me pidieron y cumplí y eso me satisface más. Haberla terminado es un logro, creo que la obra debe tener una función social, y la función de hacerme feliz porque disfruto del trabajo que hago, y con eso me gano la vida.

¿Si se gana uno la vida haciendo cine en México o en América Latina, o es solo una ilusión?

Si cuentas todo lo que he invertido y el dinero que he puesto en doce años de trabajo, pues lo que he ganado da risa, pero bueno… hay que seguir… Vamos a ver cómo nos va con la taquilla, espero que bien.

Una película es de muchos esfuerzos, y se necesita tu empeño para hallar la ruta. Cuando está todo listo, es fácil, la gente se une a tu guion, pero mientras tanto, estás solo tú con esa idea que construyes cada día. Es una enorme satisfacción cuando tomas un riesgo y muchos creen que estás loco, y al final lo logras. No estamos en Hollywood, donde se gana mucho dinero, pero ahí vamos convencidos de aquello que hacemos y cómo lo hacemos.

¿Cómo fue la recepción del La jaula de oro en México?

La película se exhibió en el Festival de Cine de Morelia, Michoacán, y la recepción fue estupenda. Obtuvimos tres reconocimientos: del púbico, del jurado, y de la prensa. Concebí una película para todos los gustos, no para una élite especial. México envía mano de obra a muchas partes del mundo. Luego, una historia de migrantes es cercana. Es una historia arraigada en el pueblo mexicano, a pesar de que solo hay un protagonista mexicano, Chauk un indígena tzotzil, los demás son guatemaltecos, pero la situación del migrante venga de donde venga es la misma.

La película se estrena el 9 de mayo en México, y el 5 de abril en Centroamérica y República Dominicana. Estamos muy satisfechos, mi deseo es que podamos impactar la sensibilidad de un norteamericano, de un francés, que no vean al migrante como un enemigo, como un ser dañino.

¿Hacer este tipo de películas es quizá una forma de militancia?

Creo que el cine tiene una función social, si a eso le llamamos militancia, entonces vamos por el camino correcto. Creo en un cine que transforma, que genera impactos en la sociedad. Un cine con ideas, con personajes que cuenten sus necesidades, sus carencias, para que luego la sociedad debata y reflexione sobre lo que ha visto.

Por: David Lara Ramos. Periodista y abogado. Docente de la Universidad de Cartagena.

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