Una muerte lenta se expande por Bucaramanga… La otrora ciudad bonita (que de eso no queda nada) sufre la peste de la minería; millones de seres por estas tierras serán zombis resucitados solo para tener una segunda muerte dolorosa y lenta. ¡La avaricia humana no asume límites! y esas montañas de Santurbán que nos surten de agua generosamente serán desaparecidas por imbéciles que creen que poseer camionetas, putas y whisky es lo más genial de la vida.
Allá se va más de uno a sacar su pepa de oro, con metales pesados que pronto pasarán factura a la salud de tres millones de habitantes, personas incautas que no están al corriente de lo que les espera, y el día de hoy van ingiriendo mercurio, plomo, cadmio, etcétera. Por la irresponsabilidad de las personas montaña arriba que usan estos metales pesados para extraer el oro de las profundidades, los lixiviados agarran para las fuentes hídricas y terminan en tu vientre sin que el cuerpo pueda eliminarlas, produciendo, con el tiempo, diferentes enfermedades como el alzheimer y el cáncer -extrañamente Santander es uno de los departamentos donde pulula el cáncer y el alzheimer y tiene las mayores tasas de estas problemáticas de salud-.
Ahora bien, mi intención es alarmarlos, fustigarlos, que abran los ojos y el resto de sentidos para lo que se nos viene: hordas de zombis caminarán por esta ciudad fantasma, cuerpos enfermos llagados, contaminados, despojados de sus energías, con una muerte joven, sucumbiendo al oro que permutan por el agua y una vida sana. Mi querido bumangués no valdrá ejercicio, ni gimnasio, no valdrá comer saludable o de forma vegetariana o vegana, si el líquido vital esta corrompido; las autoridades ambientales nulas, inservibles y politiqueras, poco harán para frenar el problema, la totalidad de la ciudadanía debe exigir su derecho a una vida sana inserta en la constitución para que no sea letra muerta, y a Petro, aquel presidente ambiental, le corresponde pararle bolas a este engendro territorial que está mostrando sus fauces.
Mientras tanto, los zombis perseveran en sus camionetas, obnubilados por el sueño material que los engullirá… pero llevándose a otro en su camino… almas en pena que sufrirán el tormento de no acordarse de nada, de quimioterapias inacabables y dolorosas; no se sabe que es peor, si la multinacional esa que se quiere meter a todo taco en Santurbán o la minería ilegal que está acabando hasta con el nido de la perra.
El beodo alcalde de Bucaramanga debería estar más preocupado del agua que están consumiendo sus habitantes y no en fiestas y francachelas disfrutadas por los zombis en la carrera 27 y en otros lugares donde los zombis se agreden, se empujan, se matan: pareciera que el mercurio ya estuviera teniendo efectos en sus congestionados cerebro; en una década esta urbe será una metrópoli fantasma; los que puedan huir, huyan, los que no disfruten de recursos tendrán que asistir a un macabro espectáculo. Ya saben, soldado advertido no muere en la guerra.
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