La reina Isabel II fue ampliamente conocida por sus curiosidades: convivió con más de 30 perros raza corgi y dorgi, fue amante de los caballos, su voz llegó a la luna a través de la misión Apolo XI, tuvo veintitrés figuras de cera a imagen y semejanza y nada más ni menos que más de 5000 sombreros. Un dato no menor cuando repasamos su historia y el simbolismo de los sombreros, según cada época.
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El primer sombrero que llama mi atención data de 1951. Aunque no soy experta en moda, puedo escribirles acerca de una nación que se recupera de la Segunda Guerra Mundial en plena reconstrucción del tejido social. Tras la victoria de los Aliados, Londres se impone como una de las capitales más importantes del mundo en materia cultural. La reina Isabel II crece entonces en medio de este estallido de creatividad y ella misma se arriesga con sombreros de ala ancha. Cabe destacar que en esta foto camina junto con su madre, dos años antes de su coronación como reina.
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La siguiente imagen es de 1972. La reina es captada con un sombrero blanco de flores en Isle of Man, ubicada entre Inglaterra e Irlanda. Allí se le ve sonriente dentro del periodo de la historia que conocemos como Guerra Fría y que coincide con la carrera armamentista entre las dos grandes potencias del mundo: Estados Unidos y Rusia. Entre tanto, la reina permanece hegemónica en su natal Inglaterra y vestida por grandes figuras como Philip Somwerville, a quien se le atribuye el diseño de casi todos sus sombreros.
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Hay varios datos acerca de estos preciados accesorios: de acuerdo con Angela Kelly, la diseñadora principal que asesoró a la reina desde 2002, la ahora fallecida monarca siempre fue muy consciente de la necesidad de usar colores vivos para siempre ser visible entre las multitudes. También cuidó siempre cada detalle entre la combinación de sus sombreros con abrigos, carteras y zapatos. Todo un arte del protocolo, desconocido por nosotros "los mortales de sangre roja".
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En esta última fotografía la reina luce un sombrero muy delicado desde el balcón del Palacio de Buckingham. El retrato data de 1990: las puertas de toda una generación criada por MTV, disruptiva, que se interesó menos por la realeza británica y más por Michael Jackson o los Backstreet Boys. A pesar de ello, la reina Isabel II se conservó atemporal. No solo como figura relevante en el ajedrez geopolítico, sino también del glamour.
Según Elizabeth Holmes, periodista especializada en la familia real, "el sombrero es un recordatorio de que la reina está contratada para un servicio, para un trabajo", de manera que sus atuendos siempre tuvieron un doble sentido: imponer moda y también expresar su deber de servir al pueblo.
Hoy su legado es de más de 5000 sombreros, de los cuales muy pocos se usaron más de dos veces. Casi 40 horas de confección a mano por cada uno y con variedad de gemas preciosas, telas, plumas y colores. Pero lo más importante es entender cómo esta colección de accesorios se convierte en un símbolo del poder entre las masas, que irónicamente buscan políticas progresistas sin sentirse listas aún para una vida lejos de su monarquía.
