En las últimas tres semanas, con gran expectativa, el Pacto Histórico Venezuela multiplicó por todas las redes las noticias más destacadas de la llegada a la República Bolivariana del nuevo embajador colombiano, Armando Benedetti. Con emoción, la colombianidad siguió con detalle la visita del barranquillero a Miraflores.
Lo más popular fue la foto del presidente Maduro con el sombrero vueltiao, patrimonio cultural de Colombia, tan caribe como el embajador.
Y no es para menos, porque la presencia de Benedetti es un paso fundamental para esta pequeña porción de la humanidad, pues significa:
- La apertura plena de los caminos que en la realidad no son fronteras, sino extensas franjas territoriales binacionales, donde habitan millones de personas de aquí y de allá, contando a poblaciones originarias como las wayuu, yukpa, barí, waraos y pemones, entre otras.
- La apertura de 15 consulados para la atención de millares de connacionales que sufrieron, por una parte, al igual que la ciudadanía venezolana, las consecuencias del bloqueo económico y, por otra parte, la violación flagrante de sus derechos por parte del Gobierno colombiano, que les desasistió, negándoles sus derechos consulares, considerados derechos humanos.
- La puesta en marcha de convenios y tratados que activan la inversión, el comercio, el trabajo y, en términos generales, las economías de lado y lado. Acuerdos para fortalecer las soberanías nacionales y consolidar el legado del comandante Chávez de aportar a la paz de Colombia que hoy espera con el presidente Gustavo Petro abrazar la paz completa.
- Acuerdos para que los hijos, hijas, nietos y nietas de los dos países disfruten del derecho a tener sus documentos, estudiar, trabajar y acreditar sus títulos y experiencias sin trámites engorrosos ni costosos.
- Pactos para que redescubramos que venimos de la misma raíz histórica y que la unidad y la solidaridad no son sentencias de la realpolitik, impuestas por la coyuntura, sino condiciones esenciales de nuestro ser americano, ocultadas por las academias configuradas por los señores lanudos arropados en las chimeneas de Bogotá, Tunja, Pamplona… Caracas, Washington.
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El nuevo embajador, que prometió al presidente Gustavo Petro no defraudarlo, tiene además el desafío de ejercer su gestión como parte del cuerpo diplomático del primer presidente de izquierda de la historia republicana de Colombia, lo que le convoca a ser interlocutor de la gente del común que legitima los poderes y que espera construir y aportar activamente soluciones para sus principales problemáticas.
Y Benedetti tiene con quien, pues sus connacionales han acumulado la experiencia de la organización popular que se ha construido en Venezuela.
La colombianidad en el país bolivariano congregada en el Pacto Histórico Venezuela, pese a todas las dificultades y pronósticos, movilizó a casi tres mil personas a las fronteras para votar por Gustavo Petro y realizó recientemente una preconvención, cuyas conclusiones fueron entregadas a varios parlamentarios y parlamentarias de su país.
Con la participación de más de 300 connacionales en los estados Zulia, Táchira, Amazonas, Mérida, Lara y Caracas, La Preconvención por la Paz Completa, el Poder Popular y la Hermandad Binacional arrojó una primera aproximación de diagnóstico de su situación, propuestas para un nuevo modelo consular, las leyes atinentes a migración, refugio y víctimas que deben ser modificadas; y, entre otros, establecieron líneas sobre la paz completa y el reconocimiento del papel de Venezuela y el comandante Chávez en la concreción del Acuerdo de Paz, que hoy por hoy se reconoce como el vórtice del ciclón de cambios que vive el país granadino.
La espada no se envaina, la esperanza trabaja, se sacude la historia...