El escritor Timagenes, enemigo del progreso de Roma, decía que lo que más le molestaba era que cuando la ciudad se incendiaba, en poco tiempo se levantaba mucho más próspera y esplendorosa, pues esa era la forma de demostrar la supremacía y el poder del imperio.
Hace 21 años otro imperio sufrió un cataclismo: el mundo entero se convirtió en espectador del colapso de aquel símbolo de la hegemonía americana, las torres gemelas, que vencidas por el fuego del terrorismo sucumbieron ante los ojos de millones.
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Pero los norteamericanos, a diferencia de los romanos decidieron no imponerse levantando obras estrambóticas o extravagantes para demostrar que son la mayor potencia; pues tal vez entendieron, que más importante que la reconstrucción material de los edificios, resultaba la reedificación de la confianza entre sus ciudadanos.
Hoy, los gobernantes, las sociedades y los políticos deberán ser conscientes de que para demostrar poderío será mas importante garantizar la Paz y el sosiego entre los suyos.
Solo de esa manera estarán cimentando obras de verdad indestructibles en la conciencia ciudadana; solo en ese momento podrán sentirse orgullosos.
Los derrumbes que deja la violencia en la psiquis de quienes la padecen son los más difíciles de desalojar: ignorantes aquellos que piensan que son suficientes el dinero o el poder para sanar heridas.
Pasará mucho tiempo para que el pueblo de los Estados Unidos se libere del dolor de esa tragedia que incluso hoy resulta difícil de comprender y dimensionar.
Coletilla:
- Hace poco se conmemoró en el estadio Amahoro de Kigali Ruanda un aniversario más del genocidio de 500 mil personas en 1994; estremecía escuchar los gritos de pesar que lanzaban los sobrevivientes, al escuchar las canciones autóctonas de sus tribus; casi 30 años después no han logrado sanar.
- Hoy se cumplen 200 días de guerra en Ucrania ¿cuánto nos importa?