Ya se han escuchado las primeras declaraciones del nuevo director de Planeación Nacional, Jorge Iván González. Él ha puesto un criterio estratégico importante: hay que planear la nación más a largo plazo y no dejar fragmentar el proyecto de país; ha defendido una planeación técnica y ha postulado la importancia de relocalizar la relación entre país y regiones con miradas complementarias y una comunicación más asertiva.
En otros frentes, el propio presidente Gustavo Petro y la bancada de gobierno en el Congreso han postulado la idea de un Acuerdo Nacional que además de las reformas implique concertar el Plan Nacional de Desarrollo en sus principales ejes estratégicos a saber: la construcción de paz completa, el ordenamiento del territorio, la seguridad humana, la seguridad alimentaria, la reindustrialización del país, la transición energética. En los recorridos del presidente a los territorios, en los diálogos con los gobiernos locales y comunidades, ha convocado a la participación en el proceso de planeación. Esto es clave porque la tendencia es a pensar que el plan lo hacen los técnicos, los gremios, los grupos poderosos y la ciudadanía escasamente se consulta formalmente.
La mesa está servida para avanzar en la formulación de un plan que genera diversas expectativas, especialmente aquella de que el país tendrá múltiples oportunidades de participar y concertar los destinos y bienes comunes a concretar en el próximo cuatrienio. Para iniciar es importante identificar los tiempos institucionales, reconociendo que hoy se está discutiendo, en el marco del proyecto de reforma tributaria, sobre los recursos públicos que se requieren en los próximos cuatro años y las apuestas claves que implicarán áreas de inversión; aunque en términos formales todo comenzará con la renovación parcial del Consejo Nacional de Planeación y la aprobación de la estructura del plan por parte del presidente y del Consejo de Ministros en este mes de septiembre, y se concretará con la aprobación y adopción en mayo del 2023.
En ese contexto, los ejes del programa de gobierno Colombia Potencia Mundial de la Vida, que hacen alusión al cambio con las mujeres, la economía para la vida, la garantía de derechos, la democratización del Estado y la gestación de una era de paz, se deberán aterrizar a las condiciones fiscales, pero también a un acuerdo de país que priorice los asuntos estratégicos, especialmente con las regiones que buscan formas de integración e inclusión. Tenemos la tarea de hacer que el proceso de diseño y priorización del plan pase por un diálogo técnico y político que involucre creativamente las diversas perspectivas territoriales.
Un ejemplo de mucha virtud es la reciente publicación de recomendaciones para el Plan Nacional de Desarrollo, CONSTRUIR LA PAZ Y CUIDAR LA VIDA, compilado por el profesor Carlos Mario Perea y la profesora Socorro Ramírez Vargas de la Universidad Nacional, que recoge aportes escritos de cuarenta investigadores e investigadoras de distintas universidades, centros de estudio y organizaciones sociales, en clave de breves diagnósticos y sugerencias de lineamientos para la construcción de la política de la era de paz, que será sin duda uno de los ejes de mayor énfasis. En este texto, se recrean asuntos mayúsculos asociados a formulaciones para enfrentar y superar las desigualdades contemporáneas, promover el derecho a la ciudad y al tejido social y la cultura, impulsar las reformas institucionales, afrontar rutas para superar el conflicto social y político armado, e integrar las regiones y fronteras en una perspectiva de país que aborde un nuevo proyecto de nación.
Este ejemplo, implica relevar la importancia de generar redes y plataformas de diálogo y aporte social creativo, que preparen insumos y generen una conversación necesaria en las convocatorias públicas de planeación nacional, para cambiar la lógica del plan como coto cerrado de unos pocos agentes con capacidad de lobby, para ir hacia una agenda de construcción colectiva.
Respecto a esta ruta, es posible afirmar que estamos listas y listos…