El líder conservador, de 58 años, obligado a dimitir a principios de julio por sus propios diputados indignados con la multiplicación de escándalos, se despidió a primera hora de la mañana a las puertas de Downing Street ante una multitud de seguidores y familiares.
Hizo balance de sus tres años de mandato, recordando que logró en 2019 la más importante mayoría conservadora desde 1987 con la promesa de realizar un Brexit que parecía imposible tras años de caos político.
Desde "la más rápida distribución en Europa de vacunas" contra el covid-19, hasta la "temprana entrega de armas a las fuerzas ucranianas" contra la invasión rusa, pasando por "un desempleo en mínimos nunca vistos desde que tenía 10 años", repasó uno a uno sus logros.
"Soy como uno de esos cohetes impulsores que ha cumplido su función y ahora volveré a entrar suavemente en la atmósfera y me sumergiré invisiblemente en algún rincón remoto y oscuro del Pacífico" y "ofreceré a este gobierno solo mi apoyo más ferviente", aseguró.
Tras su último discurso, de apenas 7 minutos, emprendió viaje hacia la residencia escocesa de la reina Isabel II, en Balmoral, para presentar oficialmente su renuncia.
El traspaso de poder suele hacerse en el palacio de Buckingham, en Londres, a menos de 10 minutos en coche de Downing Street.
Pero este año, debido a los problemas de movilidad de la monarca, de 96 años, tanto Johnson como su sucesora deberán viajar más de 800 km al norte.
Está previsto que Johnson llegue a Balmoral hacia las 11h20 horas (10h20 GMT) y que Truss, volando por separado, lo haga unos 50 minutos después.
Durante un encuentro protocolario de apenas media hora, la monarca le pedirá que, como nueva líder de la mayoría, forme gobierno.
La hasta ahora jefa de la diplomacia, de 47 años, fue anunciada el lunes como vencedora en la elección interna del Partido Conservador, frente al ex ministro de Finanzas Rishi Sunak, un multimillonario exbanquero de 42 años, nieto de inmigrantes indios.
Tercera mujer a la cabeza del gobierno británico, tras Margaret Thatcher (1979-1990) y Theresa May (2016-2019), Truss representa al ala más derechista del partido y prometió bajar impuestos para impulsar una economía al borde de la recesión.
Crisis inflacionista y energética
Después, Truss regresará a Londres y dará su primer discurso en el mismo lugar donde se despidió Johnson, antes de formar su nuevo ejecutivo.
El miércoles debe presidir su primer consejo de ministros y enfrentarse en la Cámara de los Comunes al líder de la oposición, Keir Starmer, que la víspera la acusó de "no estar del lado de la gente trabajadora", asfixiada por una inflación de más del 10%.
Los hogares británicos harán frente a partir de octubre a un aumento del tope tarifario del 80% en las facturas de gas y electricidad y muchas empresas e instituciones, incluidos hospitales y escuelas, advirtieron que tendrán que hacer recortes o incluso cerrar ante la imposibilidad de pagar.
Elegida en una votación donde solo participaron 82% de los 172.000 afiliados del Partido Conservador, en un país de 67 millones de habitantes, varios sondeos mostraron que buena parte de los británicos no confía en la capacidad de Truss para hacer frente a la crisis.
Pese a los escándalos, desde el "Partygate" -las fiestas celebradas en Downing Street durante los confinamientos- a las acusaciones de amiguismo, Johnson sigue disfrutando de popularidad entre las bases conservadoras y se dice que está dolido por tener que marcharse.
Pero el martes reiteró su llamado a la unidad del partido, a superar las divisiones agravadas por la lucha de poder entre Truss y Sunak.
"Sólo digo a mi partido que si Dylan y Larry han podido superar sus dificultades ocasionales, también puede el Partido Conservador", bromeó en referencia al perro y el gato de Downing Street.
En su primer discurso el lunes, Truss descartó convocar legislativas anticipadas, pero prometió la victoria en las próximas, previstas en enero de 2025 a más tardar, contra un Partido Laborista que no deja de ganar terreno.