El domingo 28 de agosto el diario El Tiempo en su versión impresa se vendió como pan caliente. La razón no era otra que en esa versión del periódico se regalaba el álbum de Panini del mundial de Catar. Días antes se habían desatado por todas las calles del país los primeros sobres con cinco láminas eran vendidas a diestra y siniestra. Otra vez sentíamos la adrenalina de abrir los paquetes y encontrarnos con un escudo dorado o una de las figuras del fútbol mundial, como la de Messi, por la que están cobrando 1 millón de pesos. La ansiedad es una de las enfermedades silenciosas más duras de afrontar. Por eso no podemos entender porque la gente no espera. En todos las ediciones de Panini las láminas más pedidas no necesariamente son la de los grandes jugadores. Desde que los hermanos italianos sacaron el primer álbum en el mundial de 1970, Pelé no necesariamente era la lámina más anhelada.
Lo que me impresionó de esta versión es lo caro de las láminas. Comprar una caja con cien sobres cuesta 380 mil pesos y con eso no se alcanza a llenar por eso se necesita comprar una caja de mas, ya con eso estarían botando a la basura 760 mil pesos.
Osea que para llenar un álbum hay que sobrarle la plata, ¿y qué sentido tiene llenarlo si Colombia no clasificó? En los últimos ocho años habíamos vibrado con la aparición del álbum porque Pekerman nos regresó a los certámenes orbitales más importantes del deporte, pero, después de que Reinaldo Rueda nos quitara la ilusión, ya es poco el sentido que tiene llenarlo y gastarse ese billetal. ¿Están ustedes de acuerdo?