¿El valor de un servidor público lo determina su vestimenta? Es cierto que estamos sometidos al escrutinio y a la crítica más mordaz por la naturaleza misma del servicio, ¡pero desilusiona que esos sean los temas que hoy acaparan la atención de los ciudadanos!
En Filipinas había una “líder” política que llegó a coleccionar más de 3000 pares de zapatos de las marcas más reconocidas; Imelda Marcos (la mariposa de hierro) era la esposa del presidente, cleptócrata y dictador Ferdinand Marcos, que gobernó ese país desde 1965 a 1986; aparte de primera dama también fungió como ministra y embajadora; era una socialité extravagante conocida mundialmente y también envidiada por las mujeres de la época. A lo mejor Imelda no tuvo la desdicha de desencajar con su atuendo y su calzado en los banquetes y cócteles, menos en las reuniones diplomáticas; pero lo que si es bien sabido es que con su glamour también combinaban a la perfección los métodos nonc santos para apropiarse de lo público; pues después de derrocado el régimen fue condenada a 42 años de prision por corrupción.
Sin dudarlo yo prefiero a un ministro, un alcalde o cualquier político que si bien no use los zapatos más adecuados, se destaque por su honestidad, gestión y capacidad de otorgar soluciones a los problemas y aflicciones de Colombia, que a aquel sibarita que únicamente sobresalga por la pompa y el boato de sus vestimentas. El trabajo abnegado, las metas y los resultados son la huella perenne que puede dejar marcada un líder, incluso si tiene que caminar descalzo. Son las obras y las acciones lo que el pueblo quiere recordar, no sus outfit.
Si hoy existe un código o manual de cortesías en las vestimentas para los políticos, estoy seguro de que si lo consultamos mañana ya estará obsoleto… pues en este momento no se sabe qué es más cambiante y dinámica… la moda o la política. Estoy seguro de que si un ministro o un alcalde publica un artículo de 10 líneas o desatiende de verdad sus funciones, no vamos a estar en la capacidad de criticarlo o refutarlo con objetividad porque vamos a tener ocupado el dedo pulgar deslizando la pantalla entreteniéndonos con trivialidades. Tratemos de ser críticos pero con altura, así estemos en las antípodas políticas o ideológicas.