Lina Marulanda, como muchos saben, se quitó la vida porque llevaba muchos años batallando contra la depresión en silencio. Incluso hace poco el presentador Iván Lalinde lloró en vivo al recordar cómo Lina muchas veces le contó que tenía problemas y la sentía "un poco triste" y se arrepentía de no haberla auxiliado o apoyado suficiente.
Para empezar, es muy paradójico que han pasado muchos años y nunca nadie, ni cercanos, ni familiares, tomaron la iniciativa de crear un movimiento en pro de la salud mental, en pro de que más personas no tengan que lidiar con la depresión a solas; es decir, en silencio. Sobre todo en un nuestro país donde recibir atención de un profesional de la salud es casi un lujo. Pero resulta que su historia de vida y trágico desenlace si es un boom, es una historia jugosa para el marketing y mercadeo de un canal que quizás cuando ella atravesaba esta difícil situación no le ofreció ni siquiera una llamada o ninguna oferta de trabajo, (rlla tenía problemas económicos).
Es muy irónico e impotente, pero al fin cabo es la sociedad en la que vivimos, cómo diría Mario Vargas Llosa "la sociedad del espectáculo" dónde la frialdad, la indiferencia y el lucro son antivalores dominantes.
En Colombia hay cifras alarmantes de intentos de suicidio, de casos de depresión, que en su mayoría son tratados con negligencia, por qué no contamos ni siquiera con una cultura de la empatía para ayudar al otro, ahora muchos menos contamos con la suficiente educación para reconocer la salud mental como algo primordial, pero si estamos para grabar, para registrar, tal cómo sucedió en el caso de la señora Jessy Paola de Ibagué que se tiró con su hijo de un puente hace tres años, donde un medios local estaba celebrando las cifras de likes y visitantes a la trasmisión en vivo que se hizo del preciso momento en el que ella se tiró con su pequeño hijo, un niño de 10 años. Estamos solo para decir "era buena persona" cómo sucede también en el caso de los amigos de Lina que ahora dan entrevistas, o hasta lloran diciendo que "lo lamentan".
Por otro lado, es irónico también que escojan la actriz principal de acuerdo a bases estéticas, basándose en el hecho de qué se encuentre muy delgada para personificar su problema de anorexia y bulimia, cómo si el mensaje a trasmitir a las más jóvenes y niñas es que para llegar muy alto se necesita primero atravesar por ese tipo de problemas, y así estamos en una sociedad y a una televisión colombiana que trivializa problemáticas graves convirtiéndose en círculos viciosos imparables y hechos trágicos que quedan para explotar en relatos superficiales que no le enseñan nada a todos los implicados, sobre todo a quienes sufren en silencio, una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo. Cada minuto cuenta, cuando alguien padece un trastorno depresivo, que nunca se nos olvide.
Finalizó haciendo una importante pregunta : ¿Cuándo la salud mental será tema de debate y revisión en nuestro país?