El 12 de agosto se clausuró en Cartagena el 7º Congreso Empresarial de la ANDI, evento en el cual el presidente Gustavo Petro expuso sus políticas sobre desarrollo económico. Fue tal la claridad del expositor y tan convincentes sus argumentos que finalmente ocurrió lo que nunca nadie hubiera esperado: que se le premiara con un encendido aplauso, incluso por muchos que antes lo calificaban de enemigo del empresariado.
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Por lo expuesto en este evento, en todo coincidente con lo que propuso en campaña, quedó claro que todo lo que Petro quiere es hacer de Colombia un país más equitativo, próspero y en paz, sin acudir para lograrlo a ninguna de las políticas con las que se pretendió atemorizar al electorado.
Antes bien, el camino que ha trazado es el de modernizar el país, desarrollar una política industrial que mejore las condiciones para generar riqueza, promover un desarrollo sostenible, ponerle fin a la corrupción y reformar el régimen tributario para convertirlo en real instrumento de la redistribución del ingreso; es decir, nada relacionado con la expropiación, con parecernos a Venezuela o con revolucionar el modo de producción vigente, aunque, a decir verdad, muchos quisiéramos que algo de esto sí estuviera entre sus planes.
En esta exposición, Petro hizo un franco reconocimiento del papel que juegan los trabajadores en cuanto a que son los únicos generadores de riqueza. Esta es una claridad que es necesario hacer, máxime cuando muchos creen que tal papel lo cumplen los Ardila Lulle, los Santo Domingo o el Grupo Empresarial Antioqueño, cuya función es la de apropiarse de la plusvalía generada por sus trabajadores, o los Sarmiento Angulo y demás banqueros, en cuyas corporaciones no se genera un solo peso, aunque sí se embolsillan, mediante el agiotismo y la especulación financiera, billones producidos en el agro y la industria.
No quiere decir lo anterior que Petro desconozca la importancia de estos sectores, de los cuales afirma que son apoyos indispensables para la producción; pero señala la mayor relevancia que debe dársele al sector industrial, respecto del cual anota que el país no cuenta con una política oficial claramente definida, a lo cual hay que proceder si se quiere que este sector tome el impulso que se necesita para modernizar el país.
Por supuesto, fueron muchos los temas que el presidente Gustavo Petro abordó en esta exposición, lo cual hace imposible referirlos en solo 444 palabras. Sus criterios sobre el papel del Estado, la equidad y la paz; y las políticas agraria, tributaria y ambiental, entre otras, son de obligado análisis para quienes quieran conocer los derroteros generales del presente gobierno. Su importancia lo amerita.