Ésta es una historia dentro de una historia tan resbalosa en sus bordes
que uno se pregunta cuándo y dónde comenzó y si alguna vez terminará.
MICHEL-ROLPH TROUILLOT
Pasaron más de quinientos años, más de cinco siglos, desde cuando llegaron a nuestras fértiles tierras, los conquistadores. Esos mismos que en forma feroz, iniciaron el proceso de colonización arrasando con todo; pobladores, culturas, riquezas naturales, animales. Y la respuesta de nuestros antecesores fue la sumisión, producto de la brutalidad de esas hordas de barbaros que reclutaron en la mal denominada “madre patria” para que a sangre, cuchillo y fuego se apoderaran de un botín que sería compartido con los tiranos europeos.
Y después de tan largo periodo, por fin despertó en nuestros nativos el deseo de sacudir ese yugo, mantenido a base de las mentiras de archiveros que, como en la actualidad, solo miraron el lado de los poderosos y no el de los esclavizados y al menos han iniciado ese proceso de libertad tardía, derribando estatuas y pedestales erigidos en honor de quienes fueron los peores criminales de la época, masacrando etnias completas y condenando al destierro y exterminio pueblos enteros como el Pijao, siempre reconocido como uno de los más rebeldes del territorio colombiano.
Y de esa estirpe, en buena hora aparecen plumas y trabajos como CACATAIMA del maestro Edison Peralta González, un hombre tranquilo y reposado, que ha sentido las vivencias de la violencia en carne propia, para traducirlas en párrafos, que se convierten en trozos de la historia real del sufrimiento de nuestros aborígenes. Él, no solo, inicia el recorrido en épocas pretéritas, en las que se sintió inicialmente el terrible dolor de la esclavitud en tiempos conquista, o en la de la colonia, sino que se establece en terrenos concretos en los que luego se asentó lo más cruel de las violencias: La Violencia Política.
CACATAIMA es un auténtico recuento de hechos ciertos, es un viaje placentero y a la vez triste por regiones que experimentaron todo el horror de guerras incomprensibles acompañado con nombres de hombres y mujeres que estuvieron involucrados en el desarrollo de las historias que se pierden con el paso de los años. Es un relato crudo de lo ocurrido en un lugar específico, curiosamente denominado “Encanto de manantiales”, como en efecto lo es, pero del que nadie jamás, se atrevió a expresar que, en esos hermosos manantiales de frescas y puras aguas, muchas veces aparecían rojizos por la sangre de tanto inocente derramada. Sí, porque los relatos de Édison Peralta González se centran en Rovira una tierra martirizada por la guerra, generada por toda clase de grupos en contienda, en todas las épocas de su historia, y que sirve de marco a las luchas desarrolladas en la gran mayoría de los pueblos de nuestra agobiada patria.
No es fácil transitar este camino recorrido por Edison, porque es traer a la memoria las narraciones del sufrimiento del dolor, de la angustia, la desesperanza, del creer o no creer en un futuro. Pero el mérito va más allá. Se trata de rescatar, para evitar el olvido de las cruentas batallas dadas por nuestros indígenas en un comienzo, por nuestros campesinos tiempo más tarde, y por ultimo los mismos ciudadanos del común, cuando asediados por escuadrones de bandidos, guerrilleros, paramilitares y hasta la misma fuerza pública sintieron el miedo por lo único que poseían, la vida.
En su recuento van desfilando los nombres de los sanguinarios bandoleros que arrasaron pueblos enteros, guerrilleros que creyeron imponer su ley por la fuerza de las armas, a los que nos les tembló la mano en el momento de apretar el gatillo, despiadados paramilitares que jamás dudaron en el momento de matar, solapados personajes que sacaban ventaja de todas las tropelías para apoderarse de las tierras de los sacrificados y que luego posaban como dirigentes políticos.
Se vuelven a refrescar los nombres de “Chispas”, “Gavilán”, “Desquite”, “Lobo” y tantos otros que eran admirados por unos y odiados por otros, porque formaban parte de una guerra que obligaba a todos los habitantes de la tierra tolimense a desarrollar a plenitud su capacidad de hacer frente a la adversidad para transformar su dolor en fuerza motora para superarse y desde luego y también está el registro de las atrocidades de la fuerza pública, las purgas efectuadas con el campesinado, las infames masacres de gente que nada tenía que ver con el conflicto pero que estaban por desgracia ahí por cuestiones del destino.
Este trabajo de Edison Peralta Gonzalez es pulcro y cimentado en una tarea de recopilación que han efectuado muchos historiadores estudiosos del fenómeno de la violencia en el Tolima y ello nutre aún más su narrativa y con el avance en la lectura de la obra, cautiva y obliga a concluirla por el hilo de lo expuesto, porque va dejando una enseñanza porque demuestra que la lucha de la pobrecía es eterna y la obliga a vivir en permanente resiliencia.
Podría extenderme mucho tiempo en la presentación de CACATAIMA, pero no sería justo con los lectores que pueden tener la absoluta seguridad de ingresar a un mundo fantástico de una historia que nunca se debe olvidar y que es obligatorio difundir –
Miembro de la Academia de Historia del Tolima
