Entendiendo que gobernanza, palabra que se usa desde la década de 1990 y que sencilla, pero contundentemente se utiliza para para designar la eficacia, calidad y buena orientación de la intervención del Estado que proporciona buena parte de su legitimidad en lo que a veces se define como una "nueva forma de gobernar", que es lo que suponemos debe estar tratando de hacer el nuevo gobierno, pues de manera urgente debe desarrollar toda la credibilidad necesaria que le permita, precisamente, dicha gobernanza, ante las incertidumbres que ha despertado su arranque.
Entendiendo también las movidas chuecas, como todo aquello que se hace con ases bajo la manga, tratando de “despistar al enemigo” y por tanto con no con pocos dejes de deslealtad y deshonestidad para con el pueblo que le eligió, me permito algunas lecturas sobre algunos de los desarrollos primeros del gobierno Petro.
La cuasiverdadera imposición en la presidencia del Congreso, uno de los más altos y dignos cargos del estado colombiano, de un desprestigiado miembro de no sé cuántas bancadas politiqueras ha representado, en su desmesurado y hasta criminal deseo de vivir a costa de los colombianos y cuestionado además por ser el responsable de muchos hechos non sanctos, que si bien pueden ser materia de investigación, no lo son, por desconocidas prebendas e inmunidades que tiene este señor con los estamentos judiciales.
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Los siniestros o al menos muy cuestionados personajes que llegan a ciertos ministerios, embajadas, direcciones, superintendencias y otros cargos altos del estado, lo que una vez más corrobora lo dicho en otra oportunidad, que pareciese que lo que menos importa en el actual gobierno, es que quienes han de ocupar cargos en el estado sepan de su cartera o puesto de trabajo; eso sí, hay que tener en cuenta, con muy, pero muy contadas excepciones. Y sabemos que los cuestionamientos no son de menor tamaño, pues vienen desde lo social, ético y moral y trascienden, en algunos casos, el ámbito de lo penal.
Los mensajes de doble sentido que se han recibido desde el discurso de posesión, así como de parte de algunos de aquellos altos funcionarios, quienes con sus posturas frente a los medios comunicación sólo dejan en el ambiente un sinsabor sobre las imposiciones de medidas chuecas, las que ponen en vilo, como han estado desde el principio, no sólo la credibilidad sobre un gobierno que apenas despega y las expectativas generadas con el anunciado cambio. Y eso que apenas señalo algunos de los acontecimientos, tratando de recoger los más relevantes.
El ministro de Defensa vendría con sus movidas chuecas, pues en un prestigioso periódico norteamericano, se le tilda de simpatizante de la guerrilla y todos conocemos su animadversión, casi natural por el ejército y la policía con el agravante de que frente a dichas acusaciones o presunciones, no existe la más mínima manifestación de claridad. Dicen por ahí que el silencio otorga. Nada más peligroso y chueco.
Las propuestas de leyes, que por ahora son proyectos, pero que atentan contra el pueblo y como dice la señora vicepresidenta, volvemos a la queja de que el estado se constituye en empobrecedor y nosotros los colombianos, cada vez más empobrecidos; entre ellas la cacareada reforma tributaria, que es prácticamente la misma de Carrasquilla, la que en buena hora fue torpedeada por el mal llamado estallido social, liderado por el pacto histórico, pero que hoy revestida de no sé qué halo milagroso, tiene adormecido al pueblo que la sufrirá como una de las movidas maestras del gobierno, pero chueca al fin y al cabo.
Otras propuestas, que además de chuecas, dan a entender el poco talante de sus proponentes como la de prohibir las cabalgatas en un país de vocación equina, pero que es totalmente desconocida por la proponente; el cambio de nombre, propuesto por la propia ministra de Cultura, el que ahora debe llamarse Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en claro desconocimiento de la señora de que ese mero nombre contiene en sí mismo una chocante redundancia y ese no es el fondo del dicho Ministerio. ¿O sí lo será?. En tal caso, muy chueca la vaina.
En el mismo sentido, todos estamos en lo cierto que los deportistas que le han dado lustre al nombre de Colombia y han hecho ondear nuestra bandera en lo más alto de los podios y han hecho sonar, a nivel mundial nuestro hermoso himno nacional, merecen, de nuestra parte todos los honores, pero un ministerio no es cuestión de honor, sino de merecimientos y capacidades.
Interpreto como una movida chueca y de muy mal gusto por el mensaje que se lanza a nivel internacional, ámbito donde Colombia ha sido respetada, que nos hayamos ausentado de la OEA donde países que conservan su postura política y lealtad internacional, sancionan al régimen de Nicaragua por los atropellos constantes a los derechos humanos y demás movidas chuecas del dictador de turno, cuando este gobierno en su decálogo, promulgó la defensa de los mismos como tarea esencial de su gestión.
Cómo no va a ser una movida chueca que no tiene nada de gobernanza que el cuestionado informe de la mal llamada comisión de la verdad, se piense, siquiera, como componente curricular de nuestra educación. ¡Por favor!, la gobernanza en este delicado campo no sólo merece, sino que necesita con urgencia otras acciones que de verdad le apunten a la calidad y cobertura, donde nos estemos preocupando porque nuestros niños y jóvenes cuenten con buenos aprendizajes los que no siempre tienen una agenda fija y ser rígidos, sino ser flexibles, fluidos, experimentales, y que generen la confianza necesaria para reaccionar y adaptarse a las circunstancias cambiantes de su mundo.
No podemos perder de vista que en educación, más que dedicarnos a que nuestras nuevas generaciones se están revolcando en los pantaneros que les hemos dejado, debemos apuntar y con ahínco a que en esa calidad y cobertura que debemos lograr y de las cuales estamos muy lejanos, precisamente por dedicarnos en educación a hacer lo que no nos corresponde, nuestra educación garantice, entre otras cosas: formación integral, maestros con vocación, formación cívica, social, artística y deportiva; involucramiento de los alumnos en la gestión; modelos pedagógicos de avanzada; pensamiento crítico; atención activa; colaboración entre la escuela, familias, sociedad, empresa, estado; infraestructura e integración tecnológica. Esto sí sería gobernanza para la educación, lo otro son simples movidas chuecas.
Oscuras, como son todas las movidas chuecas, las maniobras que se vienen adelantando con los grupos criminales de este país, donde estamos hartos de los famosos acuerdos impunes con los grupos criminales, la victimización de los mismos, el desconocimiento de las víctimas, el envalentonamiento de los criminales, el crecimiento de la inseguridad en campos y ciudades, la entronización de la JEP como culmen total, totalitario y totalizante de la justicia a la carta y a conveniencia, ahondando y profundizando aún más la corrupción en todos los niveles del estado y peor aún, que todo lo estemos transversalizando con el discurso de lo digno y de lo indigno. Formas de ser y hacer del ser humano que aún existen. ¿O ya no?
Por lo pronto, esperamos muchos más gestos de gobernanza del nuevo gobierno, el que amparado en una bandera de cambio, el que definitivamente, necesitamos en Colombia, ha asumido recientemente su mandato; que no agotemos los tiempos en la baja politiquería que tal vez, sin darse cuenta le vienen imponiendo “sus nuevos mejores amigos” politiqueros de siempre y de quienes, todos los colombianos conocemos sus movidas chuecas, las que nos han llevado al estado de ostracismo total en que nos encontramos y la falta de reacción que como sociedad tenemos.