De todos los actos de posesión presidencial que he seguido por televisión, el de ayer es, de lejos, el mejor.
La gente en la Plaza de Bolívar y en las calles de Bogotá, los actos artísticos, los videos, las faltas al protocolo, la espada de Bolívar y la tensión de su llegada, la imposición de la banda presidencial, los discursos fueron parte de un programa muy bien planeado y orquestado.
Si lo anterior es una muestra de la forma como Petro va a gobernar el país, debo, dentro de mi antipetrismo, darle muchos puntos a favor por lo de ayer.
Lo más importante, desde mi punto de vista, fue la decisión de hacer un evento no de paisito, sino de PAÍS, en mayúsculas, y de decirle a ese país que vamos a ser grandes si trabajamos mucho y de manera productiva. Lo primero hace soñar a Colombia, que merece soñarse distinta, y, lo segundo, muestra que para hacer realidad ese sueño hay que esforzarse, pues nada va a caer del cielo, ni del gobierno.
Lo de la espada, que robó el M-19 en 1974, y la imposición de la banda por María José, la hija de Carlos Pizarro fueron dos símbolos importantes de reconocimiento a un pasado que hay que poner frente a todos, pues nos guste o no, es parte de nuestra historia, pero que debe servir, superándolo, de base para construir un nuevo país que rompa dos siglos de violencias y desigualdades, donde todos tengamos oportunidades.
No va a ser un camino fácil, pues todos, empezando por nuestro presidente, vamos a tener que superar nuestras limitaciones y debilidades, pero es un camino posible si logramos entender, y parece que Petro lo está entendiendo, que para construir esa nació que sea una “potencia de la vida” necesitamos de todos: de la izquierda, del centro y de la derecha, pues cada uno aporta fortalezas que en los otros son debilidades.
Finalmente, este proceso de transformación propuesto por Petro y el Pacto Histórico requiere de políticas de Estado que trasciendan los cuatro años de este gobierno y de los que lo sigan, políticas que deben acordarse en ese gran diálogo nacional que menciona el presidente en todos sus discursos, pues no basta trabajar hoy, hay que hacerlo de manera sostenida en el tiempo y en el espacio.