¿Qué diferencias guardan los discursos de Ernesto Macías en la posesión Duque hace cuatro años y el de Roy Barreras en la de Petro? A Barreras se le ha tratado como camaleón político; no obstante, el discurso en la posesión del nuevo presidente fue el de un líder en busca de la paz.
Hago caso omiso de los discursos de posesión de los presidentes Duque en el 2018 y Petro ayer y me fijo en los de los respectivos presidentes del Congreso. Pongo uno al lado de otro: el de Macías, entonces, y el de Barreras, en el acto de posesión presidencial de ayer.
Releer el de Macías en el 2018 me trajo a la mente el primer pensamiento que tuve ese 7 de agosto del 18: mientras uno veía cómo, en Chile, Bachelet, de izquierda, y Piñera, el hombre de la derecha, se abrazaban en los actos de posesión, una como saliente y el otro como entrante, nuestro presidente del Congreso Macías trató al presidente que culminaba labores y, por extensión a su gobierno, delante de numerosos jefes de estado y el cuerpo diplomático invitados, como delincuentes.
El eje de la argumentación, por supuesto, fue el Acuerdo de Paz. “Este nuevo Congreso”, decía, “tiene la responsabilidad de modificarlo y ajustarlo para restablecer el Estado de Derecho y devolverles a los colombianos la confianza perdida en sus instituciones. Hay que recuperar la legalidad.” Y, claro, detrás del llamado, se encontraba el meollo: “...no era necesario hacer trizas la Constitución ni las instituciones, porque en Colombia no ha existido una guerra civil ni un conflcito armado, sino una amenaza terrorista contra el estado…”
En consecuencia, Macías conminaba al presidente Duque a realizar en la Fuerza Pública “no solamente los relevos en la cúpula, sino generar un cambio en la mentalidad de los nuevos comandantes para recuperar la seguridad y la tranquilidad de los colombianos.” La verdad, se le hizo caso…
Gobierno derrochador y corrupto el de Santos, ineficiente y multiplicador de las inequidades. Conté dieciseis párrafos en los que el senador Macías comenzaba con “Hoy recibe usted un país…” seguido de una serie de datos sorprendentes como el de caracterizarse por tener “las cifras mas preocupantes de la historia en lo social, en lo económico y en lo institucional.” Expresiones como el “crecimiento exponencial de las organizaciones criminales”, o el desplome del ingreso per cápita, el aumento de los delitos sexuales, del secuestro, los atracos, del déficit fiscal, de la consolidación de la dictadura venezolana por el apoyo a Maduro, son solo algunas de las alusiones del senador Macías al gobierno saliente de Santos.
La firme voluntad de aplicar el espejo retrovisor fue explícita: “El Congreso no puede permitir que se borren las páginas de un período presidencial marcado por el derroche y la corrupción…”
Las promesas de reformas, también, fueron abundantes, incluyendo la estructural de la Justicia, la de la “verdadera reforma rural”, entre otras.
En cuanto a Roy Barreras, entre varios temas de su intervención, destacó el de la paz. Comenzó con el recuerdo de la muerte violenta de 84 personas, niños incluidos, por la voladura del oleoducto (Machuca) a cargo del Eln, y de 119 personas refugiadas en una iglesia en Bojayá (Chocó), por ataque de las Farc hace 20 años. Le suma a las infligidas por grupos paramilitares, los 6402 casos de los mal llamados falsos positivos y culmina el primer párrafo del discurso con la barbarie del Clan del Golfo asesinando jóvenes policías, mujeres y hombres, en días recientes. Violencia de múltiples procedencias, izquierda y derecha violentas, narcotráfico, y también la ejercida por agentes del estado.
Y va al grano: “Es lo que vinimos a hacer hoy: intentar parar la muerte y convertir a Colombia en una potencia mundial de la vida…” En contraste con su antecesor Macías, cuatro años atrás, Barreras exaltó el compromiso irrevocable con el Acuerdo de Paz.
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Aunque presentó un breve catálogo de indicadores sobre la gestión del gobierno saliente (aumento del desempleo, coeficiente Gini, deuda pública, área cultivada de coca), no hay alusión irrespetuosa a Duque ni a su gobierno, otro contraste notable.
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Aunque presentó un breve catálogo de indicadores sobre la gestión del gobierno saliente (aumento del desempleo, del coeficiente Gini de inequidad, de la deuda pública, del área cultivada de coca), no hay alusión irrespetuosa a Duque ni a su gobierno, otro contraste notable.
La democracia liberal está en crisis y tenemos, dice Barreras, “la obligación de defender los derechos y eso solo se hace reconstruyendo el estado de derecho legítimo…”.
El tema de la secularidad o, mejor, la exaltación de las creencias religiosas de nuestros líderes políticos, no tiene fronteras partidistas. Macías comenzó su discurso agradeciendo a Dios y pidiéndole al Todopoderoso que iluminara a Duque; me llama la atención que Barreras, exaltando la democracia liberal, se saliera del libreto secular afirmando que la defensa de los derechos se consigue, además, con la recuperación de la fe (“para quienes tenemos la bendición de la fe en un ser superior”, aclara).
Es difícil qué tanto se pueda incidir en cambiar la política antinarcóticos vigente, apegada a un guion que lleva tres décadas, quizás el factor más importante en las tasas de rentabilidad que invitan a todo tipo de carteles a ejercer los espantosos niveles de violencia para dominar distintos eslabones de la cadena de producción y suministro de cocaína.
Lo que sí es cierto es que el discurso de Roy Barreras fue de paz, liberal, repetuoso, compasivo, características ausentes en el de su antecesor Macías.
