En un país donde ocurren hechos terribles que son guardados bajo los tapetes de la justicia o de las oficinas de empresarios que cuentan con toda clase protecciones para sus crímenes y cosas mal hechas, es refrescante y a la vez alarmante que ahora sea de dominio público la manipulación de uno de los productos de más amplio uso por la población de todas las edades como es la leche de vaca.
Este es un alimento de enorme importancia para una salud óptima en todos los estratos socioeconómicos, así como para la preparación de un sinnúmero de recetas cotidianas. Por tanto, cualquier alteración de las condiciones de la leche para obtener ganancias indebidas y exponiendo la salud de los consumidores exige de las autoridades condenas a los inescrupulosos que se lucran de manera tan canalla.
Roberto Ramírez Ocampo, presidente de DEMOGAN (Democracia Ganadera), una organización de pequeños ganaderos procesadores de leche, hace tres años inició una investigación motivado por el hecho que en algunas tiendas de descuento el litro de leche entera en envase Tetra Pack se consigue a precios hasta 45% más barato que en otros almacenes de cadena, lo que significaba inclusive vender por debajo del costo de producción.
Dado que si se tira del cabo se puede llegar al ovillo, solicitó al INVIMA y a la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) una investigación para comprobar su pálpito que a la leche se le estaba agregando un subproducto de la elaboración de quesos conocido como lactosuero.
No obstante que el INVIMA cuenta con laboratorios capaces de detectar si a la leche entera de algunas marcas comerciales le rebajan la calidad, con la debida autorización DEMOGAN envió muestras similares de leche entera procesadas por veinte empresas a estudios pertinentes en Alemania.
Resultó que la concentración de lactosuero en nueve especímenes era superior a 30 microgramos por mililitro, valor establecido como máximo normal para la leche cruda. Calcula la SIC que las empresas involucradas en este ilícito usan un millón de litros diarios de lactosuero en sus géneros lácteos, que luego envían a los supermercados como una ganga.
Este truco comercial, dice DEMOGAN, representa ventas de 400.000 litros día de leche adulterada. Se cifra en 140 millones de dólares anuales la ganancia del cartel del lactosuero.
El lactosuero es un líquido entre amarillo y verdoso que se desprende de la leche entera cuando se hace la cuajada para la elaboración del queso.
La masa resultante prácticamente se lleva toda la caseína (proteína de la leche). Aunque el lactosuero conserva algún valor nutritivo, este es irrelevante ante la leche entera.
Por ejemplo, la concentración por cada 100 mililitros de leche entera y lactosuero, respectivamente, para agua es de 88/95%, proteína 3,2/1,1%, grasa 3,4/0.4% y lactosa (azúcar de la leche) 4,7/5,2%.
En otras palabras, el desecho de la fabricación de queso contiene tres veces menos caseína que la leche entera y una concentración de agua mayor. Se entiende entonces que hay una degradación de la calidad de la leche entera al agregarle lactosuero. La leche adulterada sufre una manipulación tal que no se puede anunciar como leche entera, pues no hay tal eso de leche pura.
Las empresas citadas hasta ahora por la SIC con formulación de cargos son Gloria Colombia S.A.S, Lactalis Colombia LTDA (Parmalat), Sabanalac S.A. y Compañía Procesadora y Distribuidora de Lácteos LTDA (Hacienda San Mateo).
Se les acusa de violar el decreto 616 de 2006 que prohíbe adicionar lactosuero a la leche. En sí mismo este subproducto lácteo se puede emplear en la elaboración de otros alimentos.
Pero, como dice Roberto Ramírez Ocampo, si a la leche se le agrega algo distinto a su propia naturaleza, esto debe advertirse inequívocamente en el envase del producto. Sin duda alguna se trata mínimo de una estafa a los comercializadores y al consumidor final por entregar un alimento que no corresponde completamente lo que se anuncia.