Guiso de sapos

Guiso de sapos

La designación del ‘imbécil’, tal como lo describiera tiempo atrás el propio presidente de Argentina, expone que el Gobierno de ese país carece de un rumbo definido

Por: Milagros Noel y Eduardo Rivas
julio 29, 2022
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Guiso de sapos

 - Guiso de sapos

Cuando a mediados del mes pasado designaron a Daniel Scioli como Ministro de Desarrollo Productivo, se pretendió mostrar el recambio como un acto para dotar de mayor agilidad y acción a un gobierno caracterizado por la apatía y la lentitud en la toma de decisiones.

Pocas semanas después, a principio de mes fue nombrada Silvina Batakis al frente del Ministerio de Economía en reemplazo de Martín Guzmán, se expuso que era la candidata de consenso para continuar con el programa trazado, pero en ninguno de los casos el reemplazo fue ideado y accionado de manera planificada en pos de un objetivo concreto.

Ambas renuncias fueron provocadas por la propia vicepresidente Cristina Fernández y exhibían públicamente la escasa cohesión en el seno del gobierno.

Solo una figura lograba concitar ciertos niveles de aceptación en diversos dirigentes del gobierno. Una tercera posición. Ni cristinista, pero con lubricados vínculos con el sector, ni albertista, pero con buena llegada al Presidente, es decir armando su propia estrategia, y hablándonos sobre lo que queremos oír, Sergio Massa fue erigiéndose poco a poco como la única solución a los problemas del gobierno. Sí, el mismo Sergio Massa que cuando se fue del gobierno de Cristina Fernández publicó en Twitter mensajes contra sus socios actuales de gobierno.

Con una fuerte campaña de instalación en los medios de comunicación fue ganando posiciones hasta convertirse casi en un Mesías, en el único en condiciones de poder intentar mantener el barco a flote.

Y el peronismo, como es su costumbre, en lugar de buscar una salida institucional a la crisis, que a las claras está que no es de crecimiento, manoseó las instituciones diseñando un traje a medida del nuevo salvador de la Patria, ya que al parecer es la única manera que saben manejarse para todo. En lugar de hacer lo que se debía hacer eligieron hacerlo a su antojo.

El camino se encuentra trazado, había que animarse a transitarlo. Como en 1983, cuando Raúl Alfonsín sintetizaba el espíritu de su programa de gobierno en el Preámbulo, una vez más la Constitución Nacional marcaba la senda.

Tras la designación de Batakis planteamos, tomando palabras de Alfonsín, que ‘‘La figura del Jefe de Gabinete representa una verdadera transformación institucional. El poder político ya no se concentrará únicamente en el presidente. La competencia política perderá su carácter de juego de suma cero, ya que los acuerdos y coaliciones darán mayor participación a los partidos que no conforman directamente el Ejecutivo. Los partidos que no accedan a la presidencia tendrán injerencia en la formación del gobierno a través de la posibilidad de votar una moción de censura para remover al jefe de gabinete.

Esta injerencia parlamentaria en la formación del gobierno, puede culminar en la integración de estos grupos políticos, tradicionalmente opositores, a través de una acción política positiva. La mera posibilidad de que disminuya la dinámica de confrontación limita el bloqueo interpoderes. Como ya mencionáramos, los bloqueos se dan si un partido opositor gana ambas Cámaras o una de ellas.

Ello puesto que la dinámica de la competencia política imperante de “desgastar al adversario” lleva a que los rivales traten de obstaculizar su acción en forma permanente: los Congresistas intentan obstruir al presidente y aumentar así sus propias chances de reemplazarlo, impidiendo, en general, la sanción de las iniciativas presidenciales. El Presidente, intenta desprestigiar al Congreso alegando su ineficacia y lentitud.

Además de salvar el escollo del Congreso mediante el dictado de decretos de necesidad y urgencia. En la nueva Constitución disminuirán los bloqueos ya que el Jefe de Gabinete es un nexo interpoderes que expresa el consenso entre los dos órganos elegidos por el pueblo. Si el gobierno no contara con respaldo parlamentario en ambas Cámaras, deberá cogobernar con la mayoría legislativa, que en caso contrario podrá censurar a quien ocupa el cargo.

Teniendo en cuenta el poder que al jefe de gabinete le otorga el refrendo de los actos del presidente, a éste no le va a quedar otra salida que un gobierno de coalición. Si, en cambio, cuenta con respaldo legislativo podrá gobernar sin inconvenientes bajo el estricto control de la oposición.

Lo que nunca podrá hacer es gobernar desde la excepcionalidad -como hasta ahora- atento que cualquiera de sus dos institutos (decretos de necesidad y urgencia y legislación delegada) requieren la aprobación del Congreso, donde la mayoría legislativa opositora de una de las Cámaras, hará sentir indudablemente su peso.

Como explicamos, en el hiper presidencialismo es muy difícil lograr amplios consensos para superar situaciones de crisis. Ello puesto que nadie quiere integrar un gobierno donde los aciertos serán del presidente y los errores de los miembros extrapartidarios de su gabinete. La nueva figura que estamos analizando rompe este círculo vicioso. En efecto, la oposición querrá el cargo y asumirá el compromiso con políticas específicas, ya que ello implica poderes sustanciales.

La creación del jefe de gabinete rompe el derrotero letal del presidencialismo latinoamericano, que podemos resumir en estos seis tiempos: a) derrota electoral parlamentaria del partido oficialista; b) pérdida de consenso del presidente; c) confrontación interpartidaria; d) bloqueo institucional interpoderes; e) crisis y parálisis del sistema; f) caída del régimen. Actualmente, un presidente que resulta vencido en las elecciones debe seguir, no obstante, al frente de la más alta magistratura constitucional.

El Congreso no lo puede reemplazar ni tampoco ocupar su lugar. La figura del jefe de gabinete se introduce para cortar el círculo en el punto c) y evitar sus sucesivas consecuencias. Bajo la nueva Constitución, en el caso de que acontezca una dura derrota electoral del partido oficialista, la oposición no tendrá necesidad de especular con el derrumbe a plazo del jefe de Estado. No convendrá jugar a ganar “todo o nada”. Por el contrario, podrá imponerle al presidente un jefe de gabinete que, lo obligará a tomar decisiones basadas en vínculos cooperativos.

De modo que se podrá dar la necesaria confrontación partidaria sin que genere la paralización de los poderes del Estado, ya que se elimina el incentivo que tenía el presidencialismo para la confrontación y la crisis y la caída de la democracia. La oposición deberá apostar a generar propuestas constructivas para sumar sus iniciativas a las propuestas del adversario político.

Esta mejora sustancial en la estabilidad del sistema, sin que haya actores institucionales comprometidos en el desgaste permanente de los otros, se traducirá en una mejora significativa de la otra variable de la gobernabilidad del sistema político: la eficacia de estos actores para llevar a cabo sus programas gubernamentales. No estando ocupados exclusivamente en golpear a su rival, las energías políticas podrán volcarse mejor al diseño de políticas, al fortalecimiento de la gestión estatal, y a dinamizar los organismos de control.’ Alfonsín lo ideó por un conflicto entre poderes, hoy es la alternativa para un conflicto intra poder.

Este es el camino de salida a la crisis, lo que no queda claro es que el presidente Fernández esté dispuesto a transitarlo. (https://principedelmanicomio.wordpress.com/2022/07/05/la-cabeza-y-el-cuello/) Queda en claro que en esta oportunidad no lo hizo.

Massa debiera haber sido un jefe de gabinete de acuerdo a lo que establece la Constitución Nacional, el peronismo eligió arroparlo como un Jefe de gabinete de facto y, en la práctica, como el virtual presidente de la República.

¿Y qué significa la llegada del Mesías? Inicialmente que hay guiso de sapos para muchos. El tragarse un sapo es 'verse alguien obligado a aceptar o soportar un hecho que genera fastidio’ y tiene que ver con que en la antigüedad los sapos y las culebras eran la representación corpórea del demonio. Por ello tragarse un sapo era soportar el ingreso del mal adentro del cuerpo.

Pues bien, hay muchos que no tienen que tragarse un sapo, tienen que cenar guiso de sapos.

La historia de Massa, con origen en la UPAU liberal menemista, su paseo de saltimbanqui por innumerables partidos, frentes, coaliciones y demás es algo que a la militancia del Frente de Todos que, faltos de argumentos para defender la designación, deciden apoyarla porque ‘si la Jefa lo avaló, por algo será’, sin siquiera saber si esta tercera posición es apoyada por Cristina Fernández.

Si así fuera, sería la cooptación total del gobierno nacional por parte del kirchnerismo, y no porque Massa sea kirchnerista, queda claro que tan solo es massista, sino porque Cristina Fernández hace y deshace, pone y saca funcionarios, a gusto y antojo. No sería ninguna sorpresa que sea otro de sus intentos para camuflarse y seguir permaneciendo en este Gobierno y en cada decisión de alguna manera.

Pero Massa no solo es rechazado por las bases, que no le perdonan su acercamiento al macrismo durante la presidencia de Cambiemos y su origen en un peronismo menemista del que el kirchnerismo supo abrevar y ahora abjura de él, también lo es por los funcionarios que hasta ayer nomás comandaban diferentes áreas del gobierno y tras la llegada del ‘imbécil’ salieron eyectados. Entre otras se cuentan la salida del ministro de Agricultura y Pesca Julián Domínguez, del Ministro de Desarrollo Productivo Daniel Scioli, de la Ministra de Economía Silvina Batakis y del Secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Béliz.

Este verdadero tembladeral ministerial fue producto del arribo de Massa, y generó un verdadero juego de la silla en el que los funcionarios pasaban de lado a lado como verdaderos todólogos de la gestión pública.

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¿Qué aporta Massa entonces para compensar esta realidad porque lejos quedaron aquellas épocas en las que prometía ‘barrer a los ñoquis de La Cámpora, que nos quieren dejar como parásitos en el Estado’ y que ‘Conmigo se termina la era K, por más violencia y chequera que quieran usar. Hoy FPV significa fraude, prepotencia y violencia’? Los muchachos cambiaron.

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A priori tiene el apoyo del círculo rojo y los grupos de poder, que siempre vieron en el tigrense a uno de los propios y nunca habían logrado poder instalarlo como una opción real de administración de poder.

Segunda porción de guiso para los ‘pibes para la liberación’ que ven como lo que se afirma en el discurso no se sostiene en los hechos.

¿Qué se viene entonces en Argentina? Podría ser una situación de poder parecida a la del 20 de marzo de 2001, cuando el gobierno de la Alianza arrinconado por no cumplir con su programa de gobierno y sin saber cómo evitar el naufragio le dio plenos poderes a Domingo Cavallo como Ministro de Economía. La experiencia duró nueve meses menos un día y con la derrota electoral del gobierno de por medio, derivó en la caída del gobierno de De la Rúa.

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¿Y si esta es otra de las estrategias por parte del kirchnerismo para reconfigurarse? ¿Cómo se posicionará Sergio Massa en relación a la batalla que tiene declarada Cristina Fernández contra la Justicia, y en especial contra la Suprema Corte, para evitar una condena en su contra?

Hoy Sergio Massa es ungido, como su otrora referente menemista, como Ministro de Economía con plenos poderes y el presidente Fernández, como entonces Fernando De la Rúa, es una mera figura decorativa para cumplir con la institucionalidad.

Es un nuevo guiño cómplice de la historia porque basta recordar que el propio presidente de la nación Alberto Fernández compartió boleta junto a Domingo Cavallo, entre otros ‘notables’ peronistas.

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Pero este cambio de caras no logra ocultar la realidad, que es la falta de un plan de gobierno definido que establezca un horizonte hacia el que el país avance. Las idas y vueltas en menos de dos meses han sido innumerables, y quizás el mejor ejemplo sea el caso de Daniel Scioli, quien el 12 de junio se despidió de Jair Bolsonaro y 43 días después se presentará ante Jair Bolsonaro como nuevo embajador de la República Argentina en el Brasil. Parece un paso de comedia.

Pero entonces, ¿Qué hará Massa en Economía? ¿Cumplir el plan acordado con el Fondo Monetario Internacional o políticas más activas como defiende el kirchnerismo? ¿Por qué todo a cambo de su llegada al Poder Ejecutivo? ¿Por qué hoy sí y a principios de mes no?

Como dos décadas atrás, ante situaciones similares, la historia se acelera y los hechos se precipitan.

Quizás el error más grande es que sistemáticamente todos los gobiernos intentan justificarse prometiendo cosas que saben que no cumplirán o echándole la culpa al gobierno anterior respecto al estado en el que reciben el país, en vez de asumir los conflictos y buscar soluciones a ellos. Ya lo dijo Ángela Merkel ‘Los presidentes no heredan problemas. Se supone que los conocen de antemano, por eso se hacen elegir para gobernar con el propósito de corregir dichos problemas. Culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre’. Obviamente, siempre es más efectivo no hacerse cargo y dividir con los demás todo lo malo que sucede.

¿Qué pasaría si la historia esta vez fuera distinta y trabajaran sobre la actualidad y no sobre el pasado, el cual ya no podemos cambiar? De hecho esta vez es diferente, la herencia es propia, producto de la inacción de los primeros dos años y medio de gobierno.

Están llamando a la mesa, y el guiso está servido. Y el presidente de la nación ya ni siquiera es el cheff, apenas un mozo al que le pidieron de una mano para servir a los comensales.

¿Comerán toda la comida o se pondrán a cocinar un nuevo menú?

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