Con un equipo propio Santiago Botero le hubiera podido ganar el Tour de Francia a Lance Armstrong, el fenómeno que terminó convertido en el gran fraude del ciclismo mundial. En el año 2002 Santiago Botero, con 31 años, llegó al tope de su carrera ciclística, de su rendimiento. Botero venía de ser suspendido en 1999 por presentar en su sangre exceso de testosterona. No podían creer la potencia que tenía nuestro Santiago. Arrancó en el ciclismo de ruta tarde. Pero en el 2001, con 30, siendo gregario de Oscar Sevilla, entonces joven prospecto español, consiguió ser el segundo colombiano en la historia en vestir la camiseta de los puntos rojos de la Montaña y ser séptimo de ese Tour. Un año después estaba listo para dar el gran salto.
Botero fue el único ciclista que le ganó a Lance Armstrong una crono, ocurrió en el 2002. Esto sería impensable en alguno de los ciclistas nuestros, tener esa carrocería, esa potencia para ser, por ejemplo, campeón del mundo al cronómetro en el 2002. Si, muy impresionante lo de Egan, pues, ganar un Tour es una cosa monumental, pero Egan ganó un Tour sin las estrellas que tenía en esa época el ciclismo. Egan le ganó el Tour a Julian Allaphillipe, un hombre que difícilmente volverá a destacarse en una carrera de tres semanas. Le ganó a Steven Kruswijk, quien hoy en día es sólo un gregario de Vingegaard, quien hoy terminó de ganar el Tour de Francia. No, en esa época, donde todos estaban dopados, a Botero le tocaba enfrentarse a Ulrich, Armstrong, Pantani, un maldito aluvión de estrellas.
Si hubiera tenido el apoyo de un equipo que diera la vida por él Botero sería nuestro fenómeno, el que encadenaría toda una serie de victorias en las carreteras europeas. Hoy ni quiera a este rubio lo recuerdan con la pasión que recuerdan a Lucho, a Parra. Una pena que ciclistas como él no puedan contar con lo mínimo para aspirar ser lo más grande de las carreteras nacionales.