Antioquia ha estado pasando tragos amargos desde hace días. De tumbo en tumbo, resistiendo los garrotazos o negando sus errores, ha visto ir desmoronando esa imagen de respeto que Colombia entera le tenía. El chasco de Hidroituango. El reconocimiento público de los hilos que unían actitudes, actividades y ganancias entre EPM y la clase empresarial antioqueña, incluida la misma hidroeléctrica. El fracaso de los tres candidatos presidenciales, en especial el de Fico en el penúltimo envión. La pérdida de prestigio y apoyo alrededor de la figura de Uribe y su manera de gobernar y hacer política. La batalla, no definida todavía pero muy dañina desde donde se le mire ,entre el GEA y el grupo Gilinski. El descrédito que de alguna manera ha afectado a ese otrora empresariado pujante por haberse conocido los métodos y los procedimientos de sus administradores que abrieron la grieta para que penetraran sus hasta entonces invencibles murallas de enrocamientos. Todo eso, y en especial el espectáculo de divisionismo que nunca pensamos los colombianos ver en Antioquia donde siempre remaban juntos para salir adelante.
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Espectáculo de divisionismo que nunca pensamos los colombianos ver en Antioquia donde siempre remaban juntos para salir adelante
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Todo, repito, se coronó esta semana con la cereza que le faltaba al pastel. Por un lado, la imputación al exalcalde Salazar, al exgobernador Ramos, al exgerente del Idea y al actual rector de la Universidad de Medellín por haber gestado y aceitado las visagras para que se abrieran las puertas y siguiera adelante la mayúscula pretensión de Hidroituango. Y, por otro lado, la declaración de duda sobre el origen de los bienes del exgobernador y exalcalde Luis Pérez, dejándolo casi sin espacio para defenderse aunque fuese con el argumento de la buena fe del comprador. Una y otra cosa, aporrean mucho más a Antioquia y a sus gentes porque no hay nada que duela e irrite más que al caído caerle. Ojalá que todos puedan defenderse ante quienes les van a investigar y juzgar, así se evidencie desde ya el fallo que pretenden conseguir. Pero, fundamentalmente, que Antioquia sea capaz de levantar cabeza con dignidad y no con desespero porque lo más grave que pudiera sucederle a este país es que el territorio de mis ancestros decida volver a jugar con la vieja idea de una Antioquia independiente, libre y soberana, pues ya lo han estado presentado como la próxima meta paisa en consecuencia y como presunta solución a todo lo que ha pasado y está sucediendo.