Por carreteras destapadas y ríos sinuosos, chivas, motos y canoas repletas inundaron las pocas vías de acceso del oriente caucano el 19 de junio. La travesía hasta cabeceras municipales duraba horas, pero eso no les importó a indígenas nasas que salían de sus resguardos para votar, muchos por primera vez en una elección presidencial, aumentando la intención de voto en un 50%.
Con recursos propios e imaginación, el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) y asociaciones indígenas movilizaron a clanes enteros que se subieron gratis a chivas, motos y canoas con un objetivo claro: votar por Gustavo Petro y Francia Márquez. El Cric convenció a conductores a disminuir sus tarifas que bajaron de un millón de pesos a $200.000 cobrando solo la gasolina, el almuerzo fue huevo y arroz y lo que saliera de ollas comunitarias cuya leña ardió en cada pueblo.
La odisea empezó una semana antes cuando la Minga Indígena se subió en una caravana bautizada El Viento del Sur. Desde Tierradentro recorrió cinco departamentos en tiempo récord, encontrando nuevos apoyos a Gustavo Petro y Francia Márquez, como parte del compromiso que el Cric asumió con el líder del Pacto Histórico.
El candidato escogió precisamente el Cauca para el arranque de su campaña presidencial en enero de 2022, visitando la plaza central de Caldono que se llenó con tres mil indígenas y con un discurso en el que recordó la historia de subordinación indígena y aclarando que de llegar a presidente no habría expropiación.
Sin embargo, el presidente electo asfaltó el camino desde el año pasado. El 11 de agosto fue invitado de honor al XVI Congreso del Cric que se realizó en Mosoco, Tierradentro, en pleno municipio de Páez. Asistieron los líderes más influyentes del Cric, como los consejeros Hermes Pete Vivas, Ferley Quintero, Noelia Campo Castro, Reinel Hurtado Mulcúe y Jorge Eliecer Sánchez. En tarima, Petro con la pañoleta de la Minga amarrada en el cuello, tomó el micrófono para recordar que hace 33 años, sin canas y ya guerrillero del M-19, se escabullía del Ejército durantes las noches por el Páramo de Moras en Páez. Los indígenas asombrados entendieron que era la primera vez que un candidato presidencial conocía de verdad su territorio ancestral. “Los quiero convencer y seducirlos” fueron las palabras que Petro uso para invitarlos a ser parte del cambio. Por los resultados obtenido en las urnas, se notó que esas palabras llegaran claras a los líderes nasa.
Lo que inició con un discurso se materializó en una mesa redonda en la que el Cric, consejeros de resguardos indígenas y al menos 131 autoridades de once pueblos le presentó una lista a Petro con una serie de pedidos con tres temas claros: tierras, educación y sistema de salud, lastres que han cargados los indígenas en el Cauca desde hace décadas.
El Cric le pidió a Petro que de llegar a la presidencia, le encargara la puja por su territorio a los únicos que pueden resolverla: La Agencia Nacional de Tierras que es conocedora de la normativa y de que “donde hay territorio indígenas no pueden existir reservas campesinas” fueron las palabras exactas de los líderes aquella tarde de miércoles.
El lema del Cric es defender la propiedad de sus tierras que en la Constitución del 91 fueron denominadas como resguardos: “inalienables, imprescriptibles e inembargables”. Desde entonces, está prohibida su venta o gravarlas para preservar su cultura y valor espiritual. El Cric le pidió a Petro conservar este punto y no modificarlo sino implementarlo dándole a conocer a las reservas campesinas estos títulos coloniales y siendo la Guardia Indígena, conformada por 13 mil indígenas, la que ejerza control en el territorio para protegerlo del conflicto armado y otros actores. Sus tierras deben permanecer bajo su dominio así en ellas vivan otras comunidades que podrán continuar poblándolas, pero conociendo que tienen un solo dueño: los indígenas.
El Cric espera que este gobierno entienda que los indígenas tienen recelo por la medicina occidental y confían en que se invertirá en el Sistema Indígena de Salud Propio Intercultural (SISPI) respetando sus políticas, normas y procedimientos basados en sabiduría ancestral y armonía con la madre tierra. Esa tarde, el Cric le recordó a Petro que, de no ser por su sistema de salud, no habrían salido tan bien librados del coronavirus al que lograron mitigar a punta de plantas. Así lo corroboran las estadísticas: la muerte de indígenas por COVID fue casi nula.
Ahora esperan una clínica propia de segundo nivel y que esté ubicada en Tierradentro, un punto estratégico cercano a 24 cabildos indígenas y aunque atenderá emergencias de las diferentes comunidades, deberá respetar al pie de la letra el Sispi que venera a las parteras, respeta las costumbres y no consume pastillas antibióticas.
El sistema educativo también está en la lista de pedidos del Cric a Petro. Aunque tienen instituciones educativas, conocidas como semilleros, y presiden la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAII) ubicada en Popayán, está lejos de ser de alto nivel. A esto se le suma son pocos los que migran a Bogotá a estudiar carreras tradicionales. El Cric quiere una universidad, también en Tierradentro, en la que podrán ingresar otras comunidades, pero se enseñara a partir de un sistema de educación con nivel pedagógico, político y administrativo propio de los indígenas.
Ese día, la alianza entre el Cric y Petro se selló. El 19 de junio se comprobó que los indígenas del Cauca cumplieron su palabra alcanzando una votación histórica: 515.074 votos, el 80% del departamento. A un mes exacto de la victoria, el presidente electo, nombró a Giovanny Yule, un duro líder del Cric, como director de la Unidad de Restitución de Tierras, quien también fue coordinador del empalme con el gobierno Duque. Un buen precedente para el tema del territorio el que más les preocupa a los indígenas que todavía esperan que le cumpla en temas vitales como el de salud y educación.