¿Por qué abundan los desastres de ingeniería en Colombia y el mundo?

¿Por qué abundan los desastres de ingeniería en Colombia y el mundo?

¿Por qué se han venido abajo grandes proyectos de ingeniería? En el fondo subyace una pésima comprensión de principios y leyes aunada con el afán de lucro

Por: Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
julio 25, 2022
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¿Por qué abundan los desastres de ingeniería en Colombia y el mundo?
Foto: https://sci.org.co/

El historiador de la técnica Bruno Jacomy hace ver que el vocablo ingeniería es de origen latino y que, para los antiguos romanos, ya tenía tres sentidos, a saber:

  1. El ingeniero idea máquinas o ingenios
  2. Para hacer esto, el ingeniero ha de usar su ingenio y
  3. En la práctica misma de la ingeniería no ha faltado jamás el sentido tenebroso inherente a la idea de maquinación, de componendas.

Estos son los tres ingenia del ingeniero. Sobre todo, el tercero hace caer en la cuenta de los talones de Aquiles éticos concomitantes.

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A lo largo de los años, he podido apreciar un sinnúmero de situaciones en las que salta a la vista el tercer ingenia del ingeniero, situaciones que van desde el plagio de exámenes y trabajos por parte de muchos estudiantes en las facultades de ingeniería hasta los desastres de ingeniería que proliferan como verdolaga en playa. En especial, la historia de estos desastres es muy vasta habida cuenta de que, como mínimo, arranca con el colapso de la Torre de Babel.

En todo caso, siempre que hay un desastre así, en el fondo, subyace una pésima comprensión de principios y leyes aunada con el afán de lucro y la sed de protagonismo. Es lo que vemos en desastres como el del edificio Space, el edificio Bernavento y el puente Chirajara por mencionar tan solo unos pocos ejemplos de entre una gran panoplia al respecto, la cual incluye el desastre de la planta nuclear de Chernóbil.

Por ejemplo, en el caso del edificio Space, recuerdo un interesante testimonio de primera mano que le escuché al Director de la Sociedad Julio Garavito para el Estudio de la Astronomía, quien es ingeniero mecánico. Él me contó que, cuando sucedió tal desastre, otro miembro de dicha Sociedad, Herman Mosquera, estaba en un congreso científico en Italia.

Durante cierta pausa del mismo, Herman y otros científicos veían la televisión internacional, entre cuyas noticias apareció lo del colapso del edificio de marras. Al momento, tales científicos le preguntaron a Herman lo siguiente: ¿Cómo es posible que a los ingenieros de la Universidad Nacional de Colombia se les caiga un edificio si están reputados como los mejores del país correspondiente? ¡Vaya pregunta, la cual hace ver que estamos ante un ídolo con pies de barro!

Unos días después, ya de regresó en Colombia, Herman y el Director de la Sociedad antedicha se dieron una pasada por el sector de El Poblado en Medellín para ver las ruinas del edificio en cuestión. Pudieron apreciar que lo que debían ser varillas en el hormigón armado más bien tendían a ser alambres.

En suma, estamos hablando de una ingeniería de tres al cuarto sin ir más lejos. De ahí que tenga un hondo sentido un artículo que vi publicado hace poco en este mismo medio, titulado "No le creas a un ingeniero civil". Así, es insoslayable el tercer ingenia del ingeniero. Por supuesto, la crisis ética en la ingeniería no es exclusiva del ámbito de la ingeniería civil. En todas partes, se cuecen habas.

Para colmo, esta hórrida problemática queda magnificada ante la tendencia generalizada de abordar las mal llamadas reformas de los currículum con un conocimiento más que precario en materia educativa. Si acaso, los documentos así generados no superan el empirismo propio del siglo XVII al no tomar en cuenta los aportes que, a lo largo de los años, han dado las diversas ciencias sociales y humanas orientadas hacia el ámbito educativo. Suelen quedar atrapados tales documentos en el racionalismo instrumental propio de la formación por competencias y otros discursos parecidos, reduccionistas como los que más.

En otras palabras, en las facultades de ingeniería, al igual que en los consejos profesionales y otras organizaciones del ramo, estamos viendo una incompetencia cuasigeneralizada para incorporar debidamente tales ciencias para una reforma decente de los currículos. Al fin y al cabo, los actores del acto educativo, inevitablemente, son seres humanos.

Por desgracia, entretanto, las "reformas" acometidas tienden a ser más que todo cosméticas, todo un besamanos más cortés que significativo. En estas circunstancias, los desastres de ingeniería continuarán de manera inevitable, pese a la existencia de vieja data de divisas y lemas que se han quedado vacíos de sentido y contenido, como, botón de muestra, "Trabajo y rectitud", entre otras de similar jaez.

Bien puede decirse que la ingeniería ha pasado a ser una lumpeningeniería, máxime cuando el grueso de los ingenieros suelen carecer de formación política propiamente dicha y están al servicio de los amos del juego de tronos.

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