En las últimas horas Diana Uribe ha sido noticia y tendencia porque su nombre ha sido lanzado, de manera irresponsable, como la posible sucesora de Darío Acevedo en el Centro Nacional de Memoria Histórica, una noticia desde todo punto de vista falsa y que le sirvió a esos odiadores profesionales para escupir su desprecio y misoginia contra la historiadora.
Primero a Diana Uribe no le interesa un cargo como ese, tan lleno de burocracia y conveniencias políticas. Ella lo único que necesita es un espacio para poder realizar sin sobresaltos su labor de divulgadora de cultura y conocimiento. La señora Uribe es tal vez el principal referente en ese tinglado. Por eso fue un golpe durísimo para la radio nacional que el Grupo Prisa decidiera cancelar la Historia del Mundo, su programa en donde, usando su gran conecte con el público, su desparpajo, nos adentraba en la historia universal para entender mejor el contexto mundial.
Además, a veces, como en su último podcast, cumple un papel estelar y en el que le agradecemos profundamente, adentrarnos en los misterios y la belleza de festivales como el Mono Nuñez o en nuestra propia música andina. Una belleza de programa que debería ser nominado a premios de estimulo cultural. Es eso lo que quiere ser Diana, una mujer cuyo mayor placer es viajar, libre y sin ataduras, una profesora que ha marcado distancia desde siempre con el poder y que no le interesa militar en ninguna ideología o partido.
Así que toda esa basura que se ha divulgado en redes sociales en los últimos días no es más que la vieja excusa de los odiadores profesionales para escupir sobre quien le ha dado tanto a la cultura colombiana.
