Víctor Frankenstein es un hombre cuya dedicación es la medicina. Su obsesión por la vida del ser humano conlleva a que cree un ser monstruoso. Al ver tal creación se asusta y huye horrorizado.
El monstruo se siente solo y desgraciado y promete venganza a su creador.
Generalmente en la sociedad se toma al ser creado por Frankenstein como un individuo maligno, repugnante, nacido para infundir terror; cuando en realidad, el "monstruo" se convirtió a la maldad, ya que desde que se le dio vida, fue rechazado por su aspecto.
Algunas creaciones políticas, inicialmente no eran tan malas, hay uno que confunde para que sirve un 'remedio' diciendo que "remedio es remedio" sin importarle la enfermedad, otra cosita que le gusta mucho es leer en pantalla.
La otra creación es vulgar, de toda vulgaridad, no se le escapa santo alguno... le han ido implantando, poco a poco, muchos chips, de acuerdo a la maldad de su creador y de quienes lo rodeaban, que no quieren abandonar el laboratorio que los ha llevado a tener el mando de todo y de todos, a quienes ellos ven, como la fuente de sus enormes ganancias.
La criatura de Frankenstein, que no es el doctor- era un ser construido artificialmente que quería, básicamente, amar… y que terminó odiando porque le alimentaron con miedo.
Nuestra clase política parecen doctores Frankenstein, horrorizados todos con la criatura que han creado, que ahora les parece un monstruo ingobernable, al que son incapaces de insuflar vida, cuando son sus responsables. Como si la cosa no tuviera nada que ver con ellos, con todos, como si no fueran responsables de nada de lo que ha ocurrido en el ámbito político con las elecciones.
Ya quisiéramos que esta criatura en forma de resultado electoral se acercase a aquel monstruo tan humano que decía: “Mi corazón estaba hecho para el amor y la simpatía; y cuando la desdicha lo empujó hacia la maldad y el odio, no pude soportar la violencia del cambio sin una tortura como nadie puede siquiera imaginar”.
De todos los comentarios escuchados en torno a los resultados de las pasadas elecciones, el que más me ha sorprendido ha sido ese de que la fragmentación de votos deja un panorama electoral ‘de Frankenstein’.
Sigan jugando queridos doctores políticos, que verán crecer monstruos hasta debajo de las piedras. Monstruos de esos nacidos del odio, de esos que no se arrepienten.
Sigan jugando, doctores, a insuflar a una creación peor a la nacida del experimento de Frankenstein, aunque han nacido muchos "monstruos" de ese ensayo, a todos les cabe su grado de maldades.
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