En su último cumpleaños, celebrado en la esplendorosa casa que compró su familia en el 2006, en las afueras de Berlín, justo al frente del Lago Tegernsee, Gorbachov recibió un telegrama de Putin. Con una mueca de desdén escuchó lo que una de sus enfermeras leía en voz alta: “Usted pertenece, desde luego, a esa categoría de personas extraordinarias, de destacados estadistas de la era moderna que ejercieron una influencia notable en la historia patria y mundial". En Rusia hay quienes desprecian y admiran a Gorby. Unos reconocen que, gracias a su Perestroika, las medidas económicas que terminaron con la Unión Soviética, volvió la libertad democrática a Rusia. Otros creen que fue un incompetente, que bajo su gobierno se hundió un imperio y que creer que existe la democracia en Rusia es una falacia que evidenció la dictadura de Putin.
Nacido al norte del Cáucaso, en la región de Stavropol, fue uno de esos campesinos, como Nikita Krushov, que se transformaron en presidentes de una súper potencia gracias al comunismo. En su juventud pasó hambre y siempre recordó como acompañaba su abuelo a apostarse al lado de un río y esperar que las ranas saltaran para atraparlas y luego hacer una sopa. Eran los años de Stalin, el horror cundía en todas las Repúblicas Socialistas, en especial a Ucrania, un país con el que se ensañó y que condenó a 30 millones de sus habitantes a morir de hambre simple y llanamente porque le dio la gana.
Cuando tenía 14 años fue uno de los testigos de cómo Hitler traicionaba el pacto con Stalin y ordenaba la invasión a su territorio en la demoledora Operación Barbarroja. Su casa paterna fue invadida por tropas alemanas y su papá, quien prestaba servicios al ejército ruso, fue gravemente herido. Contra todo pronóstico la táctica de la tierra arrasada ayudó a repeler el invasor y los soviéticos contraatacaron después de imponerse en encarnizadas batallas como la de Stalingrado, un cerco que los rusos supieron soportar durante 18 meses. Al final las tropas de Stalin supieron golpear a los alemanes, aprovechar las ventajas tácticas que les daba el más cruel de los inviernos y llegaron hasta Berlín y las ruinas del Reich. Hitler, bajo su ofensiva, terminó suicidándose junto a su esposa, Eva Braun, y su pastor alemán Blondie.
En 1948 los rusos intentaban seguir adelante. Se habían ido los nazis pero quedaba Stalin y su régimen de terror. En esa época las heridas que había dejado la guerra se cerraban y, junto a su padre, lograron cosechar en todo ese año 800.000 kilos de grano. Fue condecorado y, aunque sufrió calambres toda su vida por el esfuerzo físico que le representó la hazaña, no hubiera podido acceder a la Universidad Estatal de Moscú sin ese logro. A los 19 años por primera vez conoció la que sería su casa, la capital del imperio. En esa universidad conoció a Raisa, el amor de su vida.
En el 2005, poco antes de que el Alzheimer empezara a atacarlo, confesó en un programa de televisión, después de preguntarle sobre qué personaje histórico quisiera conocer y Gorby, acometido por las lágrimas, respondió que Raisa, su esposa.
Se casaron en 1954 y eran tan pobres que tuvieron que pedir prestados unos zapatos blancos para completar el atuendo de boda. Raisa se graduó de la Universidad Estatal de Moscú con su tesis, El surgimiento de nuevas características en la vida cotidiana del campesinado agrícola colectivo, y, mientras fue primera dama de la URSS tuvo un toque de distinción que por primera vez se envidiaba en Occidente. Uno de los entretenimientos de la pareja era el de caminar juntos por eso Gorbachov le dijo en su momento a Esquire, en una entrevista, que desde Raisa había muerto él había dejado de pasear. En esta foto Gorbachov acaba de lanzar un disco de amor para su esposa Raisa quien murió en 1999 de un cáncer.
Gorbachov dejó el poder el 29 de diciembre de 1991. En su mandato la URSS vivió una modernización incipiente y una caída abrupta, con desastres tan terribles como la explosión del reactor nuclear en Chernóbil, Ucrania. Dos días después de dejar de ser presidente la Unión Soviética colapsaba. Desde entonces se refugió en Alemania. Actualmente, a pesar de la enfermedad, tiene una fundación que lleva su apellido y manejada por sus dos nietas, Ksenia y Anastasia. Ganador del premio Nobel de la paz, protagonista de una propaganda de Pizza Hut en la que recibió un millón de dólares por aparecer dos minutos, Gorbachov vive acompañado de dos guardaespaldas y una ama de llaves, recluido prácticamente en su cuarto con vista al lago, se levanta sagradamente a las seis de la mañana e intenta hacer, según su biógrafo Francisco Herranz, los mismos ejercicios de estiramiento que hace su gato antes de levantarse. Todos los días fracasa entre risas.
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