Nairo está entero y eso que viene de una caída semanas previas al Tour de Francia, la carrera donde se hizo grande. En el 2013 Nairo contaba con 23 años y las fuerzas de un escalador que no se veía desde la época de Marco Pantani. El Movistar lo había enviado como gregario de Alejandro Valverde. El joven boyacense trabajó durísimo para su lider durante nueve etapas. Incluso en la octava fue obligado por su equipo a perder cinco minutos y reservar piernas para ayudar a su lider. Un error, un accidente ocurrida en una etapa plana –en donde Nairo, a diferencia del resto de escarabajos que tienen su talla- se mueve con una sabiduría increíble. Ese día Valverde perdió 9 minutos y le quedó a Nairoman la responsabilidad de sostener el prestigio de su equipo. Entonces Europa conoció una fuerza de la naturaleza. La etapa más linda de Nairo en este Tour no fue la que ganó sino la que cruzó por el Mont Ventoux, allí, en ese paisaje lunar, Nairo desfalleció mientras fue el único que soportó el ataque de Chris Froome quien, en esa época, era el ogro del ciclismo mundial.
Su desvanecimiento fue uno de los grandes acontecimientos del ciclismo nacional en su historia:
Nairo se ganó a pulso el liderato de su equipo, fue el único lider de esta escuadra en ganar Giro de Italia y Vuelta a España, en ser tres veces podio del Tour de Francia, dos veces sucampeón. Nunca le perdonaron su único error: no ganarle a Tom Doumolin el Giro del 2017. Acá lo vemos llorando después de perder en la última etapa la competencia a manos del holandés:
Entonces, cansado del desprecio, de que nunca hubiera presupuesto para él, firmó para un equipo de segunda en donde al menos le garantizaban que trabajarían para él. Viendo la potencia y velocidad que se maneja en estos días el ciclismo mundial, se nos hace muy, muy complicado que Nairo y sus piernas puedan derrotar al Jumbo y al Ineos. Pero ojo, ojo que Nairo nos va a llenar de gloria. No ha llegado la montaña y ya se frota las manos.