Se acabó el tiempo de Boris Johnson. Aunque el político insistió hasta último minuto en mantenerse en el cargo, una avalancha de renuncias desde el corazón de su Administración, de ‘tories’ de alto perfil y una solicitud de un grupo de líderes de su partido lo forzaron a renunciar.
“Es clara ahora que la voluntad del Partido Conservador parlamentario es que debería haber un nuevo líder del partido y por tanto un nuevo primer ministro, he acordado que el señor Graham Brady, el presidente de nuestros parlamentarios secundarios que el proceso de elección de ese nuevo líder debe comenzar ahora y el cronograma se anunciará la próxima semana”, afirmó Johnson en un discurso televisado desde Downing Street y poco después de llamar a la reina Isabel II para comunicarle su intención de abandonar el cargo.
No obstante, Johnson se mantendrá como primer ministro hasta que sea nombrado su sucesor. El calendario lo decidirá el Comité de 1922 y algunos parlamentarios presionan para que sea antes del otoño.
Inicialmente, el político de 58 años se negó a irse y parecía decidido a aferrarse en su posición, pero su permanencia era insostenible. Este 7 de julio aumentaron a 60 las dimisiones entre ministros y legisladores miembros de su partido, que comenzaron en los últimos días.
La prensa británica destaca que el premier intentó negociar un “traspaso ordenado” en el que propuso dimitir como líder del partido y mantenerse como primer ministro hasta la conferencia de su movimiento político, programada para el próximo octubre.
Sus argumentos estuvieron dirigidos a infligir el menor daño posible tanto al partido como al país. Sin embargo, algunos conservadores insistieron en que Johnson debería irse lo más pronto posible.
La controvertida trayectoria del primer ministro británico
Cuando Boris Johnson dio su discurso inicial como primer ministro el 24 de julio de 2019, lo hizo desde el famoso número 10 de Downing Street. Por aquel entonces, ni él ni su gabinete de Gobierno imaginaban la cantidad de controversias que generaría su figura en unos meses.
"Los escépticos, los pesimistas, se van a equivocar de nuevo. La gente que apostó contra Reino Unido van a volver a perder", dijo desde la famosa puerta negra londinense, cuando entonces se proponía llevar a cabo el Brexit, cuya campaña a favor fue su principal caballo de batalla para llegar a dirigir el país.
Johnson nació en el 1964 en Nueva York, Estados Unidos, donde sus padres estudiaban en el momento. No obstante, cuando tenía solo un año, la familia británica decidió regresar a Reino Unido. Para dejar clara su identidad nacional, Johnson decidió renunciar a ciudadanía estadounidense en 2015.
A su salida de la Universidad de Oxford -donde estudió Letras- el político conservador se decantó por el periodismo, profesión que hoy no deja pasar por alto ninguno de sus escándalos. Una etapa de su vida que arrancó envuelta en polémica, tras ser despedido del prestigioso periódico 'Times' por inventarse una cita a los pocos meses de entrar a trabajar allí, en 1987.
"Empeoré las cosas", dijo al periódico 'The Independent' en 2002 respecto a su intento por negar las acusaciones.
Sin embargo, ese incidente estuvo lejos de marcar el final de su carrera periodística. Casi inmediatamente después de ser despedido, el 'Telegraph' lo fichó como corresponsal en Bruselas, sede de la Unión Europea. Desde allí, comenzó a forjar su política antieuropea, que los expertos denominarían como el "euromito" -una retórica que sostenía que la Unión Europea amenazaba el estilo de vida británico-.
"El credo johnsoniano considera que mentir es, según sus propias palabras, aceptable y a veces deseable", aseguró uno de sus compañeros de profesión al periódico 'The Washington Post'.
Durante su corresponsalía para el 'Telegraph', Johnson se sirvió de titulares como 'Amenaza a las salchichas rosas británicas' para sus crónicas, claramente en línea con el euroescepticismo. Frases que le hicieron ganar muchos detractores pero también seguidores.
Algo de lo que el propio Johnson aseguró ser "muy consciente". Un sentimiento que, según él mismo ha reconocido, fue su puerta de entrada al mundo de la política.
"Todo lo que escribía desde Bruselas estaba teniendo un increíble efecto explosivo en el Partido Conservador y supongo que me dio una extraña sensación de poder", sostuvo en una entrevista con la televisión británica BBC.
Despegue en el mundo de la política
No fue hasta 2001 cuando Johnson se sentó en la Cámara de los Comunes y lo hizo con el Partido Conservador. Desde allí, su carrera política despegó y consiguió convertirse en alcalde de Londres en 2008 y repetir en el cargo en 2012.
"Me siento orgulloso de lo que he hecho con esta ciudad", clamó al ganar la alcaldía por segunda vez consecutiva.
Y si su carrera periodística estuvo marcada por polémicas desde el principio, su profesión como político no fue diferente. Johnson fue acusado por mantener relaciones con mujeres con cargos inferiores al suyo e incluso por dejar a varias embarazadas. También estuvo en el ojo del huracán por comentarios xenófobos contra afrodescendientes y musulmanes, aseguró estaban siglos retrasados respecto a Occidente debido a su religión.
No obstante, todas estas controversias no parecieron afectar su carrera política, que iba creciendo por momentos. Tras el referendo de 2016, en el que los británicos decidieron abandonar la Unión Europea, Johnson fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores bajo el Gobierno de Theresa May.
Tras dos años en el cargo, en 2018, el conservador decidió renunciar. Sus políticas e ideas para salir de la Unión Europea chocaron con las de May, que arrastraba críticas del ala más euroescéptica de su partido. Un año después sería Johnson el que ostentaría el cargo de primer ministro, consiguiéndole a los conservadores la mayor votación desde la época de Margaret Tatcher.
Con el maletín bajo el brazo, su promesa fue clara desde el inicio de su mandato: sacar a Reino Unido de la Unión Europea.
El principio del fin: las fiestas de Downing Street
El primer ministro entró a Downing Street por la puerta grande, en los primeros meses de gobierno consiguió lo que había prometido: el 31 de enero de 2020 Reino Unido salió definitivamente de la Unión Europea. Todo tras el referendo popular, pero también después de muchos años de lucha personal de Johnson y otros políticos de su partido.
Pero, junto al Brexit, la pandemia de Covid-19 llegó a Reino Unido y las cosas empezaron a complicarse para el conservador.
Johnson insistió al inicio de la pandemia en que el país no aplicara restricciones y que se decantara por buscar "la inmunidad colectiva". Reino Unido fue el país europeo que más muertes registró por el virus, con una friolera de más de 180.000 decesos. Con los hospitales colapsados y el sistema sanitario pendiendo de un hilo, hasta el mismo Johnson visitó la sala de cuidados intensivos -o UCI- tras contraer la enfermedad en marzo de 2020.
"Quiero decirles que lo siento. Lo siento por las cosas que hicimos mal y también por cómo se ha gestionado todo este asunto", dijo un mes después de salir de la UCI ante la Cámara de los Comunes.
Pero, tras capear una mala gestión de la pandemia y salir de la enfermedad, sus problemas acababan de comenzar.
En diciembre de 2021 salió a la luz una serie de fiestas realizadas en Downing Street en pleno confinamiento, conocidas como el 'partygate'. Lo peor: el primer ministro había acudido a varias, acompañado incluso por su esposa.
La primera que se filtró fue la del 20 de mayo de 2020, evento que el 'premier' aseguró creía que era una "reunión profesional", algo que empezó a minar la credibilidad del Ejecutivo.
"Deben obedecer las normas de distanciamiento social. Por eso, vamos a aumentar las multas para aquellos que las incumplan", decía Johnson en una emisión nacional el 10 de mayo, días antes de la fiesta.
Lejos de ser el único evento de este tipo, más tarde se descubrió que el 18 de junio Boris Johnson celebró su cumpleaños en otra supuesta "reunión de trabajo". En esta ocasión, se registró un alto consumo de alcohol y hasta peleas entre los presentes.
Un encuentro con múltiples asistentes en pleno confinamiento, mientras miles de personas no pudieron asistir a funerales de sus seres queridos o visitarlos en el hospital. Algo que llevó al 56% del país a querer su dimisión.
A pesar de sus intentos por defenderse y repetir que todo debía someterse a investigaciones, el golpe para Johnson fue brutal. "Cuando entré en ese jardín pensaba que se trataba de una reunión de trabajo, nadie me dijo que eso era ilegal o iba en contra de las normas", sostuvo el 'premier' en su defensa.
Sin embargo, el informe encargado a la funcionaria Sue Gray sobre estas fiestas asegura que -aunque no se han presentado cargos legales contra Boris Johnson- los hechos fueron una muestra de la "deficiencia" del Ejecutivo y las "fallas de liderazgo" del primer ministro.
“Mucha gente estará conmocionada ante la escala del comportamiento que tuvo lugar en el mismo corazón del Gobierno”, apuntó Gray en su publicación.
La multa de poco más de cien euros que recayó sobre Johnson fue algo histórico, ya que lo convirtió en el primer líder de Gobierno en ser multado en la historia británica.
"¿Podrá aceptar el primer ministro que la fiesta se acabó?", apuntaló Keir Stramer, líder del Partido Laborista.
Estrategias de distracción y desbandada del Gobierno
La invasión de Rusia a Ucrania pareció dar tregua a los escándalos de Johnson. Su intervención diplomática y aprovisionamiento de armas a Ucrania permitieron que los británicos cambiaran el foco de atención durante un tiempo.
"Le permitió presentar una cara diferente a los votantes y vender el mensaje de un país unido contra la invasión de Putin. La guerra ha matado casi todo el interés público sobre cualquier otro tema, incluido el 'partygate'. Sin embargo, eso no significa que lo hayan olvidado", dijo el profesor y politólogo de la Open University, Simon Usherwood, a France 24, un mes después de uniciada la ofensiva rusa.
Pero, tal como predijo el politólogo, la gente no había olvidado las mentiras de Johnson y el porcentaje de población que pedía su dimisión aumentó al 59 % en mayo de este año.
Pero solo los miembros de su partido tenían la capacidad de cesar a Johnson y, a pesar de presentar una moción en su contra el pasado 6 de junio, esta no salió adelante.
No obstante, el conocido como 'complot del pastel de cerdo' -pork pie plot- un grupo de representantes conservadores en contra de Johnson, le ha pasado factura a pesar de no haberlo cesado. Las controversias entorno al líder conservador han quebrantado la unidad del partido y han culminado en una fuga de altos cargos del Gobierno.
En lo que la prensa británica denomina como "la rebelión del Gabinete", al menos treinta altos cargos del Gobierno renunciaron en medio de una crisis de credibilidad y falta de liderazgo inocultable.
No obstante, el 'premier' se ha caracterizado por haber sobrevivido en repetidas ocasiones a situaciones que le invitaban a dimitir. Algo por lo que algunos expertos lo llaman "el sobreviviente".
"Tengo un plan y continuaremos trabajando. No voy a renunciar", aseguró el político en medio de la desbandada de su Gobierno.
Un día después y al no poder persuadir a su Ejecutivo para continuar en el cargo, Johnson reconoció haber "fracasado" en esa empresa y anunció su dimisión a dos semanas de cumplir tres años como primer ministro, dándole fin a una Administración plagada de escándalos, excusas y rebeliones internas.