El triunfo de Gustavo Petro en las recientes elecciones presidenciales colombianas tiene múltiples aristas para su análisis y se posiciona como un vértice de cara a un posible cambio de época en Colombia y en América Latina. Su llegada al Palacio de Nariño supone que la izquierda gobierne por primera vez en el país de García Márquez.
Para poder conseguirlo, Petro sumó a su campaña a la lideresa social Francia Márquez, una dirigente afrocolombiana que supo ser la “voz de los sin voz”. Por primera vez, muchos colombianos encontraron una opción política que los representaba de manera directa, a muchos colombianos de la región profunda, olvidada y discriminada que sintieron que uno como ellos, buscaba representarlos. El impacto de la incorporación de Márquez fue mucho más importante que los votos que había obtenido en forma individual. Su llegada a la fórmula presidencial la potenció y generó que el todo sea más que la suma de las partes.
Pero esto también provocó que las esperanzas que los colombianos depositaron en ellos sean muchísimas, y he allí la clave del futuro de su gobierno. Su éxito no pasa tanto por el cumplir las promesas electorales, que fueron variadas y muchas de ellas disruptivas e inclusive populistas, como en temas de hidrocarburos, educación o programas sociales, sino fundamentalmente, por poder cumplir con las ilusiones de sus votantes, y es un inmaterial de muy difícil asimiento.
Es la primera en la vida republicana que la izquierda gobernará en Colombia, y es la primera vez que muchos colombianos tienen la esperanza de ver satisfechas sus demandas.
Por ello se obtuvo muy buenos índices de votación en áreas marginales del país, permeados por la situación de violencia que las aquejan, con precarios indicadores socioeconómicos, porque se les planteó a los ciudadanos un futuro diferente, un futuro mejor tras la mala experiencia de los gobiernos anteriores, principalmente por los designados por el expresidente Uribe que se materializa en el pésimo presidente Iván Duque.
Estos sectores esperan que con Petro y Francia se promueva el desarrollo rural que acorrale al narcotráfico, que sigue siendo un factor económico determinante en el país caribeño, y que posibilite el fin del desplazamiento interno y se asegure la presencia del Estado en aquellas vastas zonas sin control donde bandas narcoparamilitares han montado un país paralelo.
Pero no será sencillo. Petro y Márquez triunfaron en una elección polarizada que expuso prácticamente un empate técnico entre los dos clivajes políticos en que divide el país, realidad que se vive también en el Parlamento, ámbito en el que el Ejecutivo podrá contar con las mayorías gracias a las alianzas políticas lo cual contará con una mayoría que avale sus proyectos. Deberá negociar, claro está. Deberá construir mayorías. Deberá hacer política.
Pero no será imposible. Son muchos los colombianos que quieren un nuevo país, guiado por nuevos paradigmas y nuevas coaliciones. Un gobierno, como lo afirma Francia Márquez, “para vivir sabroso”; un gobierno como dijera el nuevo presidente, la demanda de la hora es la construcción de “una potencia mundial de la vida”. Y si queremos sintetizar en tres frases en qué consiste un gobierno de la vida, se diría: primero, en la paz; segundo, en la justicia social; tercero, en la justicia ambiental’.
El contexto internacional parece estar de su lado. Luiz Inácio ‘Lula’ Da Silva se encamina a un tercer período presidencial y la sintonía entre otros lideres como AMLO y Boric en Chile, son innegables. Eso le permitirá evitar un aislamiento internacional y un nuevo aire al país, obtusamente olvidado por el mandatario actual, que pueda traer como consecuencia las primeras medidas anunciadas, entre ellas, la reapertura de fronteras con su vecina Venezuela, favoreciendo el comercio entre los dos países, así como la disminución del flujo migratorio.
Esto también tendrá impacto en el proceso de paz, en el que Petro se ha propuesto avanzar decididamente, y en él como incorporar al Ejército de Liberación Nacional; a los grupos disidentes de las Farc, a los extraditables, así como a los grupos delincuenciales. Estados Unidos, por su parte, ya había anunciado previo a la elección, y lo repitió tras los comicios del pasado domingo, que el triunfo de Petro no sería un obstáculo en las relaciones bilaterales.
Las condiciones están dadas para que pueda seguir cambiando la historia de Colombia, historia que comenzó a cambiar con su triunfo. Pero deberá saber que el camino no será fácil. La experiencia chilena de Gabriel Boric demuestra que cuando la izquierda llega al gobierno las demandas son incesantes y las ilusiones muy pesadas, por lo que satisfacerlas se vuelve un objetivo en sí mismo.
El primer paso está dado. El triunfo de los “nadies” es una realidad. Esos “nadies” de los que hablaba Eduardo Galeano. Esos que ‘sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba’. Porque para salir de pobres hay que trabajar y hacerlo duro, con un objetivo claro y un proceder concreto.
Por ello es tan central la figura de Francia Márquez. Porque esa madre soltera de poco más de 40 años es una fiel representante de aquellos ‘Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local’. porque Galeano lo sabía bien, y los colombianos lo sufren bien, son ‘Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata’.
Ese es el desafío de la hora. Gobernar para todos, pero privilegiando a los “nadies”. Escuchando a todos, pero dándole a los “nadies”, el lugar que merecen… y que reclaman. Porque el domingo ganaron los “nadies”. Porque a partir del 7 de agosto serán gobierno. Porque por primera vez en la historia de Colombia los “nadies” se ven y se escuchan. Por primera vez en la historia de Colombia alguien gobierna con ellos, no en nombre de ellos.
De que los “nadies” dejen de ser “nadies” depende el futuro del gobierno de Petro y Márquez y el futuro de Colombia, de esa Colombia Humana que el nuevo presidente le prometió a sus compatriotas. La historia los juzgará por ello.
Ojalá se haga realidad.