Nada mejor que el cine, la televisión y los medios de comunicación para enviar mensajes positivos, cambiar la perspectiva de la vida y por qué no, generar lentamente cambios culturales.
Por eso no puedo dejar de comentar sobre la más reciente producción de la tercera entrega de Los Juegos del Hambre en la que el rol de las mujeres, sus cualidades y habilidades de mando son resaltadas como herramientas fundamentales para el desarrollo sano de una enferma sociedad. Todo dentro de un delicado e inteligente trabajo en equipo con los hombres.
Esta es la primera entrega del último capítulo de la historia.
Los de Hollywood saben exprimir sus vaquitas. El tercer libro de la serie, lo partieron en dos. La primera película, Mockingjay Parte 1, es tal vez, el segmento más político de la historia escrita por Suzanne Collins.
Katniss Everdeen (protagonizada en la película por Jennifer Lawrence) se va transformando, un poco por convicción y un poco por oportunidad, en una líder natural de los más necesitados en una comunidad que por años ha sido regida por un dictador terrible que para mantenerse en el poder humilla, manipula y mata a quienes no están de acuerdo con su mandato.
Everdeen es una niña forzada a convertirse en mujer muy temprano. Una mujer enamorada, y compleja a la que su amor fraterno la obliga a luchar por su vida. Con sus habilidades en combate logra destacarse y ganar en una terrible competencia en la que jóvenes se ven avocados a sobrevivir a costa de asesinar a otros de su misma edad.
Katniss se destaca por su físico y sus destrezas de combate, pero son sus emociones y el amor los que la convierten en líder natural de quienes se oponen al estilo de vida impuesto. Así, y sin darse cuenta se transforma en guía y mentora de los ciudadanos que dentro de una resistencia que apenas comienza, quieren derrocar al dictador.
En la historia, no solo Katniss es una de las mujeres líderes. Ella, como los demás miembros de la resistencia, responden al mandato de la presidenta.
En este caso protagonizada por Juliene Moore, la mandataria Alma Coin logra con mucho tacto, firmeza y muy poca frialdad mantener unidos a los opositores del gobierno para fortalecer el movimiento que quiere por fin terminar con la terrible dictadura.
Estas líderes se muestran sobrias, inteligentes, valientes y decididas. Ambas se mueven en un mundo de hombres que nunca parecen sentirse dominados por ellas. Al contrario. Actúan como sus compañeros y sus centros a tierra.
Y nunca dejan de mostrar sus debilidades. Al contrario. Estas son mujeres que reconociéndolas y fortaleciendo sus cualidades más femeninas logran posicionarse naturalmente en un mundo liderado por hombres.
Llama la atención que estos personajes no se destacan por su apariencia física. La apariencia (los adornos, los excesos, la frivolidad) es un obstáculo, una trampa y la representación clara de los abusos y los estereotipos.
La recomiendo por que creo que estos dos personajes son el claro reflejo de que las espontaneas características femeninas son claves en la construcción de un buen líder.
Véanla. Es un buen plan de domingo.
