Tan distantes están nuestras ‘elites’ de la realidad nacional que parece que no se esperaban que Petro ganara.
Intentaron todo para impedirlo; e intentarán todo para no dejarlo adelantar su programa de gobierno.
Saltaron de uno a otro candidato esperando ver cuál ‘cuajaba’. Tergiversaron las propuestas que como candidato presentaba. Acabaron convirtiendo la elección en un plebiscito por o contra Petro al eliminar la posibilidad de un debate programático o contra un candidato real.
Acudieron al intento de crear un panico social y económico para ‘emberracar’ a los votantes. Pusieron a plena marcha todos los recursos del poder: el económico, el mediático , el clientelista, el de la Big Data de quienes manejan los algoritmos, el de los altos funcionarios del Estado (desde el Presidente hasta el Fiscal y la Procuradora).
Lo que nunca entendieron es que Petro es tan solo la expresión de una realidad que se han negado a aceptar. No fue Hitler quien convirtió a los alemanes al nazismo sino los alemanes que encontraron en Hitler lo que querían expresar. No fue Petro quien creó la oposición al sistema sino quien encarnó el repudio de la población hacia lo que les significa.
No entendieron que las mayorías sienten que las instituciones no representan los intereses de toda la sociedad y que quienes las manejan son corruptos y distantes. No captaron que los escándalos de los políticos, las desigualdades económicas y las injusticias sociales habían agotado el límite de tolerancia ciudadana.
Creyeron que ‘defender la democracia’ era una bandera tan esgrimible como cuando se usó como argumento par producir el holocausto del Palacio de Justicia, cuando la verdad es que era igualmente falaz.
Si por Democracia se entiende el propósito de tener una sociedad en la cual haya una justa participación en la riqueza y en el poder para toda la población, no es eso lo que se pretende que está en riesgo con el acceso al poder de un programa como el de Petro.
Cosa diferente es que se defienda en forma algo fetichista el modelo politico que nos ha traído al caos o abismo en que nos encontramos. Porque la propuesta de que con el voto universal se eligen los mejores gobernantes acabó siendo un ideal contradicho por la realidad: los votantes acaban siendo manipulados por la desinformación, por los acuerdos clientelistas, por las compras de votos, o más recientemente por los algoritmos y las ‘bodegas’; pero muy muy escasos son los que tiene criterio y claridad respecto a lo que proponen los candidatos y a cómo eso responde a los intereses de cada uno. Y la actividad política en sí misma se convirtió en un negocio, en un camino para adelantar los intereses personales, sea de satisfacción de la libido del poder o el afán de enriquecimiento.
Esto es la realidad y no es un ‘percepción errada’, es lo que la mayoría de la población ve, lo que la ‘dirigencia’ defiende porque le conviene, lo que quienes se benefician del statu quo desearían mantener.
No es casualidad ni debería ser sorpresivo el resultado electoral ( como parece serlo) porque la distancia entre los ‘dirigentes’ y la gente común ha acabado con la confianza en la institucionalidad, los partidos políticos, la Administración Pública, el Congreso, la Justicia.
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Tal vez sea un exceso de optimismo creer que el Gobierno de Petro podrá cambiar todo; pero más exceso de ceguera es pensar que el peligro es Petro y no la situación que viven los colombianos
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Las comunicaciones oficiales de que el país va camino a la prosperidad y que estamos mejor que los países similares no convence a quienes sienten que sus condiciones de bienestar decaen; más bien se sienten engañados porque los supuestos buenos resultados para el Estado repercuten en deterioro de sus condiciones de vida. El Estado no se identifica con el ciudadano sino se convierte en una especie de rival; y cuando éste se manfiesta en forma represiva acaba siendo sentido como un enemigo.
Tal vez sea un exceso de optimismo creer que el Gobierno de Petro podrá cambiar todo eso; pero más exceso de ceguera es pensar que el peligro es Petro y no la situación que viven los colombianos. Es mejor verlo como la opción de evitar una explosión violenta que tratar de impedir que ejecute el mandato que le dio la Nación (además: ¿no es eso la ‘Democracia’ que se supone defender?).
PS. Algunos congresistas al declararse en oposición o independientes muestran su ignorancia o su intención de desconocer la ley que dice que son los partidos quienes fijan la posición ante el Gobierno.