El pasado 19 de junio del presente año la historia política de Colombia se dividió en dos. Luego de decenas de candidatos presidenciales populares fueran asesinados entre la década de los 80 y 90 del pasado siglo, llegó con vida y con un gran respaldo popular el primer presidente de izquierda de nuestra historia.
Quedaron atrás las cientos de mentiras para enlodar su campaña, que "era ateo", que era "comunista", "socialista", "chavista", que fue cercano a Fidel Castro y que si él quedaba, Colombia se iba a pique.
Pues hoy, luego de dos días de la gesta presidencial el país sigue igual y las mentiras malintencionadas de un cierto sector de la sociedad colombiana se desvanece. Van dos días en donde luego de la euforia de simpatizantes tanto del Pacto Histórico como de la democracia misma, el país transcurre en su relativa tranquilidad, han llovido aplausos para este proyecto político popular que gusta y valida millones de personas.
Los que amenzaron con irse del país porque "nunca puede gobernar un izquierdista en Colombia" ahora están reculando. Y es que era obvio, ¿Para dónde iban a coger?, si acá en Colombia llueve en muchas partes del exterior no escampa.
Son muchos los países con problemas porque además de que así es la vida, cada sociedad tiene sus afanes y tranquilidades, el mundo actual es muy dinámico y vertiginoso. Si no se cambia el modelo económico actual no habrá planeta en donde habitar, pero ya eso no es culpa de Petro como casi siempre se le quiere atribuir, sino de un mundo que ha girado sobre el capitalismo salvaje y que ya el planeta no aguanta.
Ahora bien, si seguimos el foco del análisis en estos días posteriores al triunfo de las ciudadanas y ciudadanos libres, quedan atrás también los falsos miedos de "expropiación a taxis" y de "expropiación a tiendas".
Es que de verdad, había gente que creía tales barbaridades y votaron con miedo, pero por suerte las realidades superaron la ficción malévola de un sector de la política que no quería soltar el poder y que por suerte, esta vez, como dice Daniel Quintero, la esperanza venció al miedo, el miedo aumentado sistematicamente por mentiras inescrupulosas y malintencionadas.
No temamos, es nuestro tiempo, el tiempo de los que no somos hijos de los poderosos, es tiempo de los nadies como referenció ya hace tiempo Eduardo Galeano. Es tiempo de los más humanos, los más afectados por la desigualdad social. Es la hora.