En los últimos tres meses se han producido movilizaciones sociales en varios países de América Latina. Estas son reflejo de un aumento en la pobreza y el desempleo que, si bien se agudizaron durante la pandemia, reflejan la inequidad estructural de las economías y la ineficacia de la acción gubernamental. El detonante ha sido en la mayor parte de los casos el incremento en los precios de los combustibles, pero rápidamente se han sumado otras reivindicaciones de los pueblos indígenas, las mujeres, los estudiantes y los sindicatos.
Durante marzo y abril se presentaron fuertes protestas en Perú en reacción a un alza en el precio de los combustibles y en el costo de vida. Esto llevó al presidente Castillo a declarar, el 6 de abril, el Estado de Alarma y el toque de queda. El 13 de mayo miles de personas se manifestaron masivamente contra una reforma educativa.
El 12 de junio estallaron fuertes protestas en Ecuador contra el aumento en el costo de vida y reclamando la baja en el precio de la gasolina. El movimiento indígena está al frente de las movilizaciones y el presidente Lasso declaró el Estado de Excepción en las provincias más afectadas por ellas.
Durante junio se han presentado fuertes movilizaciones en Argentina en contra de la alta inflación, reclamando más trabajo y mejores salarios y rechazando el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que, entre sus condiciones, incluye el achicamiento del gasto público, en un país que sufre la más alta inflación de los últimos 20 años.
En abril se presentaron en Chile movilizaciones de camioneros en ocho ciudades exigiendo el control de precios de los combustibles y los peajes. También el gobierno de Boric enfrenta una difícil situación en su relación con los indígenas mapuches.
En abril miles de brasileros se movilizaron con el lema “Bolsonaro nunca más” y rechazando el alza de los precios de los combustibles y del desempleo que afecta a doce millones de personas. En Uruguay este mes se han realizado movilizaciones de la Federación Uruguaya de la Salud y miles de estudiantes protestaron contra los recortes financieros al sistema educativo.
La situación social se ha agravado enormemente en Centroamérica y es visible en los miles de migrantes que huyen de sus países, buscando el sueño americano. En el primer trimestre de 2022 fueron deportados 25.000 inmigrantes provenientes de esa región y en solo marzo fueron deportados 16.000 colombianos. Diariamente llegan a la frontera 7 mil 500 refugiados.
En la reciente Cumbre de las Américas, se suscribió un acuerdo migratorio mediante el cual EE. UU. se comprometió a recibir 20.000 refugiados entre 2023 y 2024, la quinta parte de los refugiados ucranianos que está dispuesto a recibir. También ofreció 314 millones de dólares para ayudar a los inmigrantes de la región, lo que supone menos del uno por ciento del dinero que ofrece a Ucrania en un solo paquete de ayuda para continuar las acciones bélicas. El acuerdo incluye el compromiso de los demás presidentes a facilitar la permanencia de los migrantes en sus respectivos países como una forma de aliviar la tensión en la frontera sur de EE. UU. El tema migratorio se ha vuelto una papa caliente para Biden y su manejo es uno de los factores que explican la caída en su popularidad.
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Duque dejó programado a Gustavo Petro un aumento mensual del precio de la gasolina hasta que llegue al nivel de los precios internacionales, una especie de trampa para el nuevo gobierno
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La inflación ha aumentado a sus mayores niveles de los últimos 15 años en las economías más grandes de América Latina y no se ve solución en el horizonte. La respuesta del gobierno de Estados Unidos ha sido aumentar las tasas de interés, con lo cual presiona el alza de esas tasas en todo el mundo para no precipitar fugas de capitales en los demás países. Todo esto disminuye la demanda y provocará inevitablemente una disminución de la actividad económica acompañada de inflación, la tan temida estanflación, justamente lo contrario de lo que recomendaría el sentido común: aumentar la capacidad de compra y el gasto público para incrementar la producción.
En Colombia, el saliente presidente Duque dejó programado a su sucesor Gustavo Petro un aumento mensual del precio de la gasolina hasta que llegue al nivel de los precios internacionales, lo cual va a ser un factor determinante en la continuidad del aumento de la inflación y una especie de trampa para el nuevo gobierno.
Se viven momentos difíciles y todo indica que la crisis mundial se va a alargar y profundizar, lo cual deja muy poco margen de maniobra para que los gobiernos de América Latina puedan enderezar la situación.