Jaime Garzón, después de su asesinato, se convirtió en uno de los símbolos de la izquierda colombiana. Su rostro incluso aparece en la plaza más emblemática de la Universidad Nacional. En su corta vida y con base a su humor se enfrentó al establecimiento. Fue asesinado por realizar labores humanitarias por los secuestrados lo que llevó a José Miguel Narvaez, jefe de inteligencia del DAS, a azuzar a Carlos Castaño para que lo matara. Pero amigos suyos tan cercanos como Antonio Morales intentan siempre que puede, quitarle el mito de que Jaime Garzón era un hombre de izquierda.
Tuvo amigos en la política y la mayoría era gente de derecha como César Gaviria. Mientras era presidente Garzón entraba como Pedro por su casa en el despacho presidencial, se sentaba a que le contara chismes que él convertía en chistes para sus programas. También fue cercano a Andrés Pastrana y, aunque vivía en La Macarena, hizo célebre el restaurante El Patio y andaba de mochila terciada, Garzón sería en estos tiempos un personaje más fajardiano que otra cosa.
Por eso, aunque este mensaje del hombre que lo supo interpretar con valentía y majestuosidad, Santiago Alarcón, conmueve
Querido Jaime Garzón:
¡Los jóvenes cumplieron!
Asumieron el control de su propio país.
Hasta aquí los deportes…País de Fiesta. #jaimeGarzon pic.twitter.com/ZZjJG95Mrp— Santiago Alarcón U (@Santialarconu) June 19, 2022
Y seguro no hubiera votado por ningún ingeniero ni nada que le sonara a Uribe, Jaime Garzón criticaría el talante autoritario de Petro y jamás le haría militancia. Estaría sacándole la piedra y cumplir el sagrado mandamiento del humor político: nadie es digno de ser encumbrado a la estatura de Dios. Todos los políticos están ahí para ser apedreados. Garzón era mucho más inteligente que cualquier tipo de militancia.