No se espera mucho de un socialismo pero esta victoria de la izquierda es importante por otra razón coyuntural: la paz. Es el broche de oro para el final de un proceso de décadas de subversión y de exclusión después del frente nacional.
Un paso inclusivo y democrático para un país tan sufrido y maltratado por un puñado de familias de la élite política y económica.
Ya el mero hecho de que el candidato de izquierda haya alcanzado su objetivo sin ser asesinado, es un gran logro en un país de intolerancia mortal dónde alcanzamos a ver tres candidatos muertos de tendencias populistas en una sola campaña y un partido político prácticamente exterminado en los 90s.
Sabiendo estos antecedentes no puede uno dejar de sentir que somos testigos de un progreso en términos democráticos.
El reto es enorme. Hacer de la izquierda una opción democrática viable en medio de una situación económica global que no pinta nada bien.
Y a pesar de la incertidumbre por los difíciles y hasta locos cambios anunciados esperamos que se imponga la mesura y la sensatez. Que se reconozcan los avances en el esquema de salud y que no se ahuyenten los capitales.
Qué se haga una transición energética responsable y no se tomen medidas drásticas en la área extractiva que incentive la minera ilegal.
A su vez que se haga un manejo responsable de las pensiones y no se avance en el ahogo al emprendimiento, la pequeña y mediana empresa ya de por sí con un lastre impositivo que es de los peores en Latinoamérica.
Petro no es Maduro ni Ortega. Está rodeado de gente muy capaz y cabe la posibilidad de que a la demagogia de campaña se abra paso un manejo medianamente pragmático del asunto público.
Pero con todo, hay retos muy difíciles, importantes y necesarios como la reforma agraria con el catastro multipropósito y el gravamen a la tierra improductiva que por si solos justificarían su paso por la casa de Nariño.
Empoderar al campesino despojado de su tierra y desplazado por los actores ilegales y sentar las bases de una renacimiento del campo es un debe que el contubernio de la mafia política, paramilitares y terratenientes hacia imposible de concebir. Si se logra, será lo más importante que gobierno alguno alcance en el presente siglo.
Le deseo lo mejor al nuevo presidente. Tiene muchas resistencias y la coyuntura no se ve fácil. Pero a la larga va a disipar un montón de miedos y con ello arará la tierra para una Colombia menos intolerante, más inclusiva y democrática.
Es muy temprano para hacer pronósticos económicos, pero aunque los próximos cuatro años sean un paso atrás en competitividad se recordaran como un paso necesario. A veces para avanzar hay que tomar impulso.