Después de 20 años de uribismo, en los que gran parte del presupuesto nacional ha sido dirigido a Antioquia, por fin cesará.
No sólo en la segunda vuelta presidencial no hay candidatos apoyados por Álvaro Uribe, sino tampoco en el Congreso los representantes y senadores apoyados por el uribismo son mayoría.
Este año se completan 20 años, cinco periodos presidenciales gobernados por Uribe en forma directa en los primeros dos gobiernos y en otros representados por Santos y Duque.
Durante este amplio periodo de tiempo se ha visto cómo Antioquia y su capital Medellín ha ido avanzando a pasos agigantados en materia de infraestructura. Con múltiples carreteras de tercera y cuarta generación sobre cadenas montañosas que cuestan un dineral (en vez de construir carreteras en el llano olvidado), megatúneles donde tres de los cinco construidos están ubicados en Antioquia: túnel del Toyo, túnel del Occidente y túnel del Oriente. Además otro túnel que conecta a Medellín con Rionegro y la construcción de un gran puerto en Necoclí, como si Antioquia se fuera a independizar y necesitara una salida al mar.
Medellín ha progresado muchísimo en estas últimas décadas, tiene un sistema de transporte masivo y variado para menos de 2 millones de personas, cuando Bogotá sigue varada con sus 8 millones de habitantes. Medellín posee el metro, metrocable, tranvía y buses eléctricos, mientras que Bogotá se estancó con su TransMilenio.
Finalmente, la propaganda que ha tenido esa región es enorme, como si fuera algo constitucional como la exaltación de artistas paisas por encima de otros como J Balvin, Maluma o Karol G y también el fomento al narcoturismo con la comuna 13.
Toda esa gloria está a punto de terminar con la elección del nuevo presidente y con la redirección del presupuesto nacional hacia Bogotá como también hacia otras regiones de Colombia.