A veces escucho algunos argumentos para eludir nuestra responsabilidad ciudadana, que me parecen no sólo pobres política y socialmente, sino precarios en términos de la capacidad empática y compasiva para con quienes no están en nuestro círculo familiar o de amistad.
Ello por supuesto desdice no solo de nuestra posición como sujetos políticos, que es una condición humana ineludible, sino de las limitadas emociones públicas que procuran la equidad y la justicia social y, por supuesto, la verdadera democracia, la cual privilegia el bienestar colectivo y la participación en asuntos públicos de todos los sectores de la sociedad. Recordemos que la palabra “política” proviene del vocablo griego “politike” que significa: ciudadano o propio de los asuntos del Estado, es decir, que todas las personas que hacemos parte de una sociedad y pretendemos gozar de las decisiones de Gobierno debemos ejercer nuestra condición política o ciudadana, que establece la participación en asuntos que nos conciernen a todos. En suma, todos somos sujetos políticos.
Aquí algunos de esos "argumentos" y mis impresiones frente a los mismos.
- "Siga trabajando que ningún político le va a arreglar la vida". Revela desconocimiento de la articulación que existe entre las distintas instituciones del poder público y las instituciones de la sociedad como la familia. Evidencia además poca confianza en el régimen democrático a pesar de disfrutar de algunos de sus privilegios.
- "Deje de hacer campaña por los políticos que no son sus amigos y familiares" ¿Entonces nadie puede sentir auténticamente que se identifica con un proyecto político y que no exista motivación distinta a desear una sociedad más justa? Revela lo instalados que se hayan en nuestra acción y pensamiento, el individualismo, la tesis "sálvese quien pueda" y me parece que también que la corrupción, pues se traduce en ideas como: ´si no le dan nada no haga nada, sino recibe nada a cambio para qué hacerlo. Entonces se cuestiona la corrupción, pero se es cómplice y se aplaude.
- "Todos los políticos son iguales, por eso no voto por ninguno. Las cosas nunca van a cambiar con un político" Revela desconocimiento de las trayectorias políticas de muchas personas que sí han conseguido importantes reivindicaciones y transformaciones sociales, políticas, económicas. Es un hecho que la sociedad ha cambiado, no al nivel y al ritmo que quisiéramos, pero se transformado en términos de derechos alcanzados. Sobre todo, es claro que ni siquiera se revisan las plataformas políticas de los candidatos, mucha gente solo se queda con los rumores de las redes sociales. Pereza mental y facilismo, no es más. Y creo que hay un poco de arrogancia y vanidad en esa posición: ´nadie merece mi voto, mis expectativas son demasiado elevadas como para pensar que alguien pueda darme la talla´.
- "Voto por cualquiera menos por Petro". Revela que se es presa fácil de las fake news y que aún no se consigue desinstalar el discurso precario del castrochavismo. Que, aunque se preconice que no se quieren discursos clasistas de odio, algunas personas solo se mueven por el odio. Que se desconoce la historia de Colombia y la diferencia entre la guerrilla del M-19 y las Farc -mejor dicho, se revuelven peras con manzanas-. Que además se desconocen otros proyectos políticos de izquierda en Latinoamérica que han logrado importantes avances en política social, como el caso de Ecuador con Rafael Correa, Uruguay con Pepe Mujica o Brasil con Lula Da Silva, con los que claramente Gustavo Petro tiene más cercanía. Que falta ética y pensamiento crítico, porque no puede ser que alguien dé el voto a un político simplemente porque no es Petro. Que pregona tolerancia y respeto, pero no tolera a quien piensa distinto e insulta a la primera oportunidad al candidato que moviliza sus odios y a las personas que muestran simpatía hacia él.
- "No discuta de política con sus amigos y familiares, los políticos no lo valen". Esta es la idea más preocupante en mi opinión, significa que nuestros lazos con nuestros seres queridos son tan frágiles que preferimos no correr el riesgo de discutir sobre política por temor a perder la relación con alguien de nuestros afectos. Significa que no hemos creado una cultura del disenso más que saludable para la democracia y para mantener relaciones armoniosas en las que tengamos la libertad de expresar lo que pensamos sin temor a ser silenciados o señalados. Significa que no tenemos ni la madurez política ni intelectual para separar los vínculos afectivos de las divergencias de pensamiento y para poder abordar un debate o una discusión con altura argumentativa, lo cual favorecería el pensamiento crítico que tanta falta hace en esta cultura del silencio, la obediencia y la resignación. Significa que padecemos de hipersensibilidad, pero somos indelicados con lo que decimos a otras personas.
Todas estas ideas recaen en el discurso paralizante e inmovilizador del que hablaba el pedagogo brasilero Paulo Freire en su obra Pedagogía del Oprimido. Un discurso que mantiene el statu quo sobre la base de un determinismo histórico que considera que no hay manera de construir un destino distinto. Todos estos “argumentos” son clara evidencia de que nos han robado la esperanza y la alegría de pensar en un mejor lugar para vivir mejor, o para estar acorde con los tiempos actuales, para tener la ilusión de vivir sabroso, sin miedos y con la libertad de expresar y hacer lo que pensamos sin que ello implique pasar por encima de los otros.