“Yo sé bien que estoy afuera, pero el día en que me muera, todos tendrán que llorar, llorar y llorar, llorar y llorar”.
Uribe 2002 representó en su momento la figura del gamonal del sombrero aguadeño y el carriel.
El guapo de la comedia. El recio que se paró de frente a los bandidos de “la Far”. Representando igualmente el sentir de un pueblo que votó, porque desde el estado le pusieran un alto a la barbarie y el desenfreno de la guerrilla.
Pero, la guerrilla no era la única fuente de violencia en el país. Ya habíamos atravesado la era de Pablo Escobar, el narcotráfico había permeado todos los estamentos públicos y privados; y, la guerrilla no fue la excepción.
El enemigo interno toma diferentes rostros justificando el uso de la fuerza. No es una figura moderna. Viene formándose en el tiempo, pero, surge con más fuerza, de la guerra política en las décadas del 40 y 50.
La polarización entre liberales y conservadores de aquella época, es la misma de hoy entre derecha e izquierda. Es decir, la confrontación entre godos y cachiporros, se convirtió en uribestias y mamertos. Su esencia es la misma.
Uribe, aunque muchos tocan la diana a su final, está vigente encarnado en sus creaciones y lo seguirá estando. No está ni siquiera debilitado, todo es una estrategia de su manipulación. Siempre el miedo.
Rodolfo hubiera servido a este mismo fin, le resultaría inmanejable como Santos, pero de la baraja es la carta capaz detener a Petro que mantuvo agazapado para impulsarlo de abajo hacia arriba.
Es decir, Zuluaga y Fico representaban todo lo que el pueblo no quiere; Rodolfo surgió como la alternativa a Petro que nos salvó de Fico.
Rodolfo y Uribe los une estar imputados y la necesidad de guardarse la espalda usando el estado como escudo. Rodolfo atropellará el país, tiene la capacidad suficiente para desprestigiarse rápidamente.
Entre tanto, Uribe termina de dar forma a su nueva creación, para salvarnos de Rodolfo en el 2026.
Ahora, con Petro en la presidencia, Uribe tendrá una oportunidad de oro para sepultar el progresismo.
Petro tendrá que hilar muy fino, porque el Pacto Histórico es un conjunto de fuerzas antagónicas entre sí, que le harán tanta o más oposición y control político, que la misma oposición natural de los perdedores.
Cosa que le facilitará a Uribe el camino para su nueva creación: El verdadero Duque 2 “Miguel Uribe Turbay”.
En otras palabras, la historia continuará en: ‘Uribe salvándonos del que dijo Uribe que nos salvaría del que dijo Uribe’.