En el Ejército a Francy Aurora Parra Hernández le tienen más miedo que a su esposo, el comandante Eduardo Enrique Zapateiro, por eso le dicen la Generala. Reúne carácter, mando, el control y una obsesión por saberlo todo.
Bastante agua ha pasado por el molino desde que entró al Ejército en el año 2003 como médica general en plena Seguridad Democrática, su esposo ya era uno de los oficiales más apreciados por Álvaro Uribe, quien además de presidente de la república ejercía como comandante de las Fuerzas Militares.
Zapateiro, graduado en la Escuela Militar de Cadetes José María Córdoba en Ciencias Militares y con el grado de subteniente del arma de Infantería, también había sido jefe de Reglamentación Investigación y Doctrina Militar, además de haber sido comandante en la Décima Brigada en La Guajira.
No faltarían demasiados años antes de que Zapateiro tuviera participación protagónica en operaciones tan importantes como el bombardeo que terminó con la muerte de Raúl Reyes.
Los esposos Zapateiro-Parra cumplen 24 años de casados y tienen dos hijos mayores.
A medida que Zapateiro iba subiendo en importancia y se acercaba más al presidente, logró algo que resultaría impensable en otra institución: lograr, que, en 2008 durante el segundo período de Álvaro Uribe, a su Francy Aurora le dieran un puesto en el Ejército.
No se puso en consideración que se trataba de un evidente acto de nepotismo, que en otro ministerio habría generado un escándalo, sino que estaba prohibido por la relación de consanguinidad, así no fuera a trabajar como subalterna del general Zapateiro.
Lo cierto es que, en el 2008, Francy Parra logró entrar como asesora de la Dirección General de Sanidad del Ejército. Seis años después de graduarse como médica de la Universidad de la Sabana llegó a una de las divisiones centrales más fuertes del Ejército, que se encarga de manejar y administrar toda la información del sistema salud de las Fuerzas Militares, desde ahí se implementan normas.
La médica Francy Parra ha logrado convertirse en una de las más cercanas al Mayor General Hugo Alejandro López Barreto, director general de sanidad militar. En 1984, coincidió con Zapateiro en la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, fueron compañeros durante un año, pero el comandante se graduó en 1985 y López Barreto en 1987. pero se graduó dos años después del comandante
En Sanidad Militar la contratación pesa. Se tiene la potestad de contratar médicos, enfermeras, y personal. En su rol de director general, López Barreto maneja el presupuesto de esta unidad, las contrataciones a nivel macro, droguería y administración.
Barreto actúa desde el comando central en Bogotá, lo cual le permite un relacionamiento directo con la cúpula de generales, especialmente con su viejo compañero en la escuela militar, Eduardo Zapateiro a quien le evita hacer filas a la hora de recibir, por ejemplo, citas odontológicas. Privilegios que sabe administrar bien López Barreto y que les facilitan la vida a los generales.
Francy Parra está presente no solamente en el día a día del Ejército sino en los actos protocolarios
como el de la celebración de la Navidad de 2021 en Palacio
Con menor antigüedad López Barreto es subalterno de Zapateiro, y es a su vez el jefe de su esposa, el encargado de calificarla; una decisión que siempre estará mediada por las pretensiones del general López Barreto y en su carrera militar, ya que los ascensos pasan por la validación Zapateiro.
Un tome y dame que en cualquier otro escenario distinto al hermético mundo militar que funcional con sus propias reglas tendría la connotación de un conflicto de intereses, sancionable por cualquier ente de control. Pero la médica Francy Aurora avanza sin barreras acumulando el doble poder por su rol y profesión y la de ser esposa del comandante general del ejército. Se beneficia finalmente por punta y punta.
De allí a que se mueva con un robusto esquema de seguridad, compuesto por más de una veintena de escoltas, soldados que ajenos a sus obligaciones castrenses, deben responderles a sus caprichos como el de cargar el bolso, la sombrilla y hasta que oprimirle el botón del ascensor. Dispone para los desplazamientos de una flota de camionetas oficiales y la influencia que ejerce con el esposo es tan grande que los subalternos saben que contradecirla puede traducirse en traslados o despidos.
El talante de esta médica la ha llevado incluso a demandar al propio Estado para asegurar incrementos salariales. En el 2017 lo hizo contra el Ministerio de Defensa, el Comando General de las Fuerzas Militares y la Dirección de Sanidad reclamando una nivelación de sus ingresos.
Buscaba con la demanda equilibrar su salario al de otros profesionales especializados y reclamaba adicionalmente un retroactivo desde su ingreso al batallón de sanidad en el 2008. La defensa la lideró la abogada Kelly Eslava quien terminó con enredos judiciales en la Fiscalía acusada en el año 2016 por los delitos de concierto para delinquir, cohecho y falsedad en documento.
Por su parte, la demanda interpuesta por la generala en contra de las Fuerzas Militares fue negada en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y hoy reposa en el Consejo de Estado. Aún conserva la esperanza de que algún día su demanda se haga una realidad y termine beneficiándola.
Con su esposa, Zapateiro comparte incluso aventuras patrimoniales como la de haberse quedado en el 2018 con el apartamento 2901 de la Torre Spinosa en el cómodo barrio Cañaveral en Bucaramanga cuyo valor en la escritura superaba los $500 millones y estaría a nombre de los dos.
De su paso por la Quinta Brigada en Bucaramanga a los esposos les quedó
un buen apartamento en la elegante Torre Spinosa.
Hay muchos interrogantes del porqué del interés de la pareja con esta propiedad en una ciudad donde si bien vivieron en el pasado entre 2013 y 2014 cuando era comandante de la Quinta Brigada en Bucaramanga con Juan Carlos Pinzón como ministro de defensa en el gobierno Santos.
Se desconoce si el general de origen cartagenero y la médica oriunda de Bogotá tengan entre sus planes futuros regresar a ocupar el apartamento de Bucaramanga donde dejaron un círculo de conocidos muy cercanos que nunca han disimulado su agradecimiento con el comandante.
Lo único cierto es que el comandante del Ejército y la generala se mueven como pez en el agua en Bogotá y en los distintos batallones de Colombia que muchas veces visitan juntos con un halo de poder que imprime respeto y miedo.