En primer lugar, nuestro oficio es histórico, hemos sido testigos de muchas violencias en nuestro país y hemos estado al lado de las comunidades más vulnerables.
En los sitios más remotos hay un maestro/a apoyando familias, escuchando y ofreciendo su palabra para resolver los problemas de su comunidad.
Hemos estado al lado del movimiento social como movimiento pedagógico, luchamos todo el tiempo por la dignificación de nuestra profesión, hemos puesto víctimas mortales a esta causa y no vamos a renunciar a lo que hemos logrado, al contrario, nos uniremos para defender la paz, como opción de vida digna.
Sabemos que la paz se construye con justicia social y el Pacto Histórico representa una opción por la dignidad.
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Este ha defendido los acuerdos de la Habana y cumplirá el mandato del Acuerdo de Paz, porque no queremos dejar el legado de un país como el que nosotros hemos padecido y seguimos padeciendo.
Todo porque el gobierno de Duque no avanzó en las reformas estructurales que el país necesitaba.
En segundo lugar, promovemos en nuestras aulas el respeto al que piensa distinto, fortalecemos el diálogo como estrategia para solucionar los conflictos.
Muchos nos esmeramos para que nuestros estudiantes aprendan a reconocer y regular sus emociones y eviten confrontaciones violentas.
Nos gusta enseñar a nuestros estudiantes a expresar con empatía lo que sienten.
Hay una diferencia en la manera de expresar lo que piensan los dos candidatos: Gustavo Petro es pausado en su discurso.
Procura no usar expresiones grotescas y cuida el lenguaje, mientras Rodolfo Hernández acude a términos soeces y banales en algunas de sus intervenciones.
Con esto, Hernández busca deslegitimar al otro como una forma de imponer su punto de vista, cuestión que ha hecho con periodistas, secretarias y concejales.
Un buen gobernante no puede mostrarse descompuesto ante la confrontación de ideas, su principal herramienta para persuadir es la palabra, nunca la fuerza ni la amenaza.
Ese no es el camino para los maestros y las maestras que le apostamos a la construcción de una cultura de paz y a transformar la escuela a partir del amor y el respeto por la diferencia.
En tercer lugar, la educación es un acto político.
Maestros y maestras como sujetos políticos estamos llamados a alzar la voz y denunciar los riesgos y amenazas que representan para la democracia la banalización del discurso político.
Rodolfo Hernández desconoce en cada sector avances en materia de derechos, por ejemplo, la tipificación del feminicidio como delito, la equidad de roles entre hombres y mujeres, la jornada laboral de 8 horas.
Es decir, un gobernante que no conoce cómo funciona el estado y no defiende los derechos que hombres y mujeres hemos conquistado y materializado en una constitución, reproduce formas antidemocráticas que se han venido instalando en los últimos gobiernos.
Estas tres razones son suficientes para reiterar que quienes entendemos la democracia como un campo de combate, de acuerdo con el maestro Estanislao Zuleta, lucharemos para que en la educación prolifere un debate riguroso y que la ciudadanía pueda tomar decisiones a partir de argumentos como los que expresamos.