La influencer Yina Calderón lleva dos meses intentando ingresar al Pacto Histórico, hablar con Petro, meterlo en uno de sus videos de TikTok pero ha sido imposible. No le dan bola. Los petristas, como todos los de izquierda, tienen un ego bestial. Intentan ser más inteligente de lo que parecen. Por eso desprecian todo lo que suene claro, popular, fácil de entender. Ellos creen que el universo es Twitter y que los votos están ahí y no en TikTok. Wow, ¡Qué complejos que son! Son los amos de la negación, tienen la técnica del autoconvencimiento y escuchan completos los infumables discursos de Petro. Gustavo es más inteligente que Rodolfo Hernández, de eso no me cabe ninguna duda, pero qué aburrido es. El tono de voz, sus conceptos, el tonillo de profesor universitario, monocorde y pretencioso, hace que piense fuertemente en el suicidio cada vez que lo oigo. Sin embargo, el aburrimiento no llega a ser tan hondo y el hueco en el estómago se me pasa cambiando el dial. Entonces me encuentro de frente con ese bulldozer que es Rodolfo Hernández.
Rodolfo es la ramplonada hecha política. Él no se esfuerza, él es así. Los santandereanos cuando tienen plata cachetean, amenazan con pegar tiros. Eso sí, no aburren. Más si su asesor publicitario es Angel Becassino. El argentino le asesoró la campaña a Petro pero terminó peleando con el candidato de izquierda porque él es imposible. Él pelea con todo el mundo. En su camino ha quedado una serie de gente acuchillada por la espalda. Que lo digan Navarro Wolf, María Mercedes Maldonado. Es difícil lidiar con alguien convencido que es Nelson Mandela, como lo dijo en su discurso en Valledupar, alguien que se compara con Gaitán, con Galán. Está cerca de decir que es Napoleón. Becassino, como todo gran estratega, convirtió las limitaciones de Rodolfo en virtudes. Los bogotanos, siempre tan desconfiados con el que habla alto y directo, han encontrado encantadora la patanería del ingeniero. Todo con tal de que no llegue el candidato que le conviene más a los pobres. Cada vez que Hernández dice “Porquería”, “ratas”, “Miente hijueputa”, “Le voy a pegar un balazo” buena parte de la colombianada de a pie, la que no toca ni con un palo el petrismo, se siente identificada. Y por eso lo va a arrasar. Acabo de decir que Petro es más inteligente que Rodolfo y eso es relativo. Podrá ser dialécticamente mejor, manejar con mayor eficacia los conceptos, pero hace rato sabemos que, para ser un político que conecte con la gente, sirve más la inteligencia emocional. Sino miren como un actor de medio pelo como Zelenski se convirtió en el presidente más popular del planeta.
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Para ser un político que conecte con la gente, sirve más la inteligencia emocional. Sino miren como un actor de medio pelo como Zelenski se convirtió en el presidente más popular del planeta
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Y Petro no la tiene. Por eso es feliz con la gente que lo rodea y lo alaba, como sucede con Levy Rincón, un puteador profesional, un patán que ha alejado a las fuerzas del centro que querían votar por Petro solo por llevarle la contraria a Uribe. Carolina Sanín, tratando de ignorante, bruto, machista y violador a los que no piensen por ellos. Gustavo Bolívar y su tono irritante, su supuesta superioridad moral que nos incomoda incluso a los que pensamos que Petro es la mejor opción. Y los petristas se parecen a su ídolo. Viven en una burbuja blindada por dentro y por fuera. Hace poco estuve en un space de esos que hacen en Twitter para discutir qué va a pasar con la campaña de Petro después del descalabro. Lo primero es que ellos, como buenos fundamentalistas, no reconocen la derrota, por eso pierden siempre. No son capaces de analizar el fracaso propio. Entonces se quedan con verdades relativas, como que la votación fue histórica: nunca la izquierda había sacado 8.500.000 votos. Es relativa esa verdad porque hace cuatro años, en segunda vuelta, Petro sacó 8 millones. Quinientos mil votos es un estancamiento. Son tan ajenos a la realidad que, en el foro, decían que había que hacer acciones de hecho, como por ejemplo pedirle una canción a Edson Velandia que uniera el país. Edson es mi amigo desde hace 20 años y soy fan de él pero pertenezco a un nicho cultural que se identifica con este outsider genial. Pero uno no puede creer que el país real se parece a uno. Si quieren algo que pegue busquen a Karol G, a Maluma. Seduzcan, acéptenle la ayuda a Yina Calderón y réstenle importancia a la profesora Sanín. Dejen el odio, con odio nadie viene, dejen de ser tan ladrilludos, aprendan de los errores, subdesarrollo es la incapacidad de aprender de los errores. Y así perderán, y perderán feo. Perderemos por diez puntos.
Desde que los de izquierda nos creamos mejores que los de la derecha estaremos condenados a la derrota. Triste, perdimos otra vez.