Aunque Rodolfo Hernández ha mostrado un carácter fuerte dicen que la mujer con la que está casado hace 50 años es más malgeniada que él. Como buena santandereana es la que lleva las cuentas en la casa, también en la campaña del exalcalde es la gerente financiera y le maneja todo el dinero.
Desde que Rodolfo Hernández se metió a la política, Socorrito, como la llama el candidato, asumió la gerencia de la constructora con la que el polémico exalcalde se hizo multimillonari0, ella, una diseñadora de interiores, se metió de lleno a la construcción de viviendas estrato 2 y 3 y cuando de ensuciarse las manos se trata se pone el casco para coordinar personalmente las edificaciones. En los años 90, estuvieron al borde de la quiebra, los bancos le cerraron las puertas en la cara, pero con todas las dificultades, Socorro Oliveros se encargó de las finanzas y gracias a ella salieron de ese trago amargo. Hoy por hoy, sigue metida de lleno en la empresa que ya poco visita el ingeniero quien prefirió que su esposa tomara las riendas del negocio. Lo único que le queda grande son las tecnologías, pero eso, como muy bien ella dice, se la deja a los jóvenes.
La mujer de 70 años quiere que su esposo llegue a la presidencia y con el equipo del político, trabaja todo el día para lograrlo pero poco gusta de la idea de trasladarse a la fría Bogotá. Socorro Oliveros preferiría ejercer su labor de primera dama desde su tranquila finca cerca de Bucaramanga, sin tener la obligación de asistir a cócteles, almuerzos o impostando sonrisas para los fotógrafos y periodistas.
Se enamoró del Rodolfo Hernánder pensador de negocios y no del político. Al principio no gustó de la loca idea de que su marido empresario fuera a ser el alcalde de Bucaramanga, pero terminó convencida y luego se caminó toda la ciudad entregando volantes y halando con la gente para que apoyaran a su marido, así como lo ha hecho desde que Hernández le dijo que quería conquistar la presidencia de la República. Hoy, Socorro divide su día a día entre los asuntos de la gerencia de la empresa HG Construcciones, la gerencia de la campaña presidencial y en hacerle propaganda política a su marido con grupos de mujeres que ha venido conformando al largo de estos años en que a Rodolfo Hernández le dio por cambiar el escritorio de gerente por el de político, una locura a la que ella también ya se sumó.