Recuerdo mis fatídicas palabras de diciembre:
- ¡La Selección Colombia no va a clasificar al mundial!
Es más, siendo un americano purasangre vaticiné la estrella 10 del deporcali. A las dos les atiné y mis amigos más cercanos se atrevieron a decir que soy la reencarnación del finado Walter Mercado: me solicitaron entonces una predicción electoral. Argumenté que los ejercicios predictivos no se basan en la alineación de los planetas, sino en una serie de eventos que, al ser encadenados dan como resultado un suceso irreversible.
En el caso de la eliminación de la Selección Colombia no fue una tarea difícil: sumado al escaso futbol que mostraban los jugadores en la cancha, le sumé la mezquindad de los altos dignatarios de nuestro fútbol, la desatinada designación de Rueda en la dirección, la falta de un proyecto desde las bases y la arrogancia de ciertas vedettes que manejaron al equipo desde el camerino. Lo del Cali también fue sencillo: el fútbol también se puede analizar desde una gráfica estadística y el equipo verde desde octubre despuntó hacia la cresta de la ola; era inevitable la vuelta olímpica.
En términos políticos también aplica la suma de eventos que pueden vaticinar al nuevo presidente de la República. Por ello, en esta columna intentaré analizar las razones por las que, factiblemente, Gustavo Petro Urrego está ad portas de la primera magistratura. Sí, así como lo leen: mi predicción apunta a un giro a la izquierda.
Sumemos entonces eslabones a la cadena.
Iván Duque, “el peor gobierno que ha tenido mi país” No es personal, solo estoy acuñando una frase de Gabo cuando Julio César Turbay salió de la casa de Nariño hace 40 años. Posteriormente, Andrés Pastrana peleó con todos los quítales dicho título, pero Duque está fuera de concurso. No solo por sus constantes metidas de pata se ha convertido el principal “elector” de Petro: sus nefastos 4 años de gobierno le han valido para enterrar el proyecto uribista echando por la borda uno de los tres huevos de la Seguridad Democrática: la confianza inversionista, devaluando el peso a niveles históricos, un aumento desaforado de la deuda externa, así como una carestía nunca antes vista.
Sumémosle sus desafortunadas salidas frente al manejo de la seguridad interna: aumento de las plantaciones de coca, multiplicación de las estructuras disidentes -así como paramilitares-, el asesinato de más de 350 firmantes del acuerdo de paz, la ausencia de confianza en las ciudades debido al aumento del crimen, la reaparición de las masacres y, los aparentes excesos cometidos por parte de miembros de la fuerza pública.
La cereza del pastel: la extradición hacia los Estados Unidos de alias Otoniel, quien desde el momento de su teatral captura, se dio a la tarea de colaborar con la JEP dando nombres de políticos que se sumaron o recibían apoyo de su estructura criminal. La firma de la orden de extradición fue inmediata, dejando en las víctimas un sinsabor y en la opinión pública un manto de duda recordando un caso similar con algunos jefes paramilitares que, durante el gobierno de Uribe, se acogieron a la Ley de Justicia y Paz.
La extradición de Otoniel desencadenó en una respuesta violenta por parte del Clan del Golfo, decretando un paro armado en los departamentos del norte del país, evidenciando una extraña falta de reacción por parte de las FF.AA. A ello sumémosle la mermelada a la fresa, la aparente muerte en combate de Alias Matamba, quien hacía sólo apenas dos meses se había “fugado de prisión” aun cuando existen teorías de una desaparición del reo desde las entrañas de la cárcel por las mimas razones por las que extraditaron a Otoniel: sabía demasiado.
Todo lo anterior suma puntos a Petro, quien querámoslo o no, ha tenido razón en sus denuncias tanto en el Senado como en medios de comunicación frente al manejo que le ha dado Duque al Estado colombiano en los últimos años. Además, como dice el adagio popular: “la gente tampoco es zumbambica”
La Estrategia Después de asistir a debates donde sólo se limitaba a recibir y responder ataques por parte de los demás candidatos, Petro decidió no acudir a estos encuentros dejando a merced de la opinión pública la falta de propuestas de sus contendores quienes, no teniendo más tema de conversación, solo se han dedicado a hacer el ridículo en público. Por su parte el candidato del Pacto Histórico ha potenciado su principal arma: la plaza pública, la cual llena cada vez que le viene en gana, así como la búsqueda de votos en todos los rincones y con todos los sectores imaginables.
A ello sumémosle las amenazas y el supuesto plan para atentar contra su vida, lo que evidencia una amenaza real para sectores poderosos del país quienes intuyen un posible triunfo de Petro en primera vuelta (recordemos que las encuestas las puede contratar cualquiera que tenga una buena chequera y no necesariamente sus resultados son expuestos públicamente)
Federico Gutiérrez: el contendor capítulo aparte merece el candidato de la Coalición por Colombia, quien según encuestas será el sparring de Petro en segunda vuelta. Sus dudosas alianzas para reducir los índices de violencia mientras fue alcalde de Medellín, así como los acuerdos programáticos que ha sumado a su campaña donde se cuentan los expresidentes Gaviria, Pastrana y Uribe, le han restado puntos de cara al debate electoral; a ello adicionemos la falta de conocimiento frente al funcionamiento de la nación lo que le ha valido burlas en redes sociales.
El programa de gobierno, por más que él diga que no representa el continuismo, se limita a atacar a Petro recordándole su pasado subversivo, reciclando el discurso Castrochavista, y ensalzando la política de Seguridad Democrática. Dicha estrategia no le ha valido para pasar del 21 % en las encuestas y por el contrario, parece recordar las elecciones de hace cuatro años y las consecuencias enumeradas en la parte inicial de esta columna.
Al parecer, el mínimo repunte que evidenció desde la consulta interna hasta el día de hoy, obedece a que es “el que dijo Uribe 2.0”. De Rodolfo Hernández ni hablar, no tiene el más mínimo conocimiento de país y por ello no asiste a los debates, es más, me atrevo a decir que el 19% alcanzado en una de las últimas encuestas, es una estrategia para inflar el Ingeniero y así restarle votos a Petro generando un efecto contrario: Petro no se mueve en las encuestas mientras que la debacle de Fajardo terminó endosándole votos al exalcalde de Bucaramanga.
Bonus: La destitución de Daniel Quintero por parte de la procuradora Cabello por presunta participación en política, lejos de generar una animadversión hacia el candidato de izquierda a quien a todas luces Quintero apoya, lo que ha forjado es un movimiento de rechazo a una actuación, si no inconstitucional, sí a todas luces inequitativa frente a intromisiones descaradas en la contienda electoral por parte del Comandante de las FFMM y del mismo presidente de la República.
El rechazo a la decisión de la funcionaria puede jugar en contra del gobierno que busca el continuismo y se puede traducir en votos a favor de Petro en el entre indecisos y seguidores de Sergio Fajardo quien se desinfló gracias a los estallidos internos en la Coalición de Centro.
Así las cosas, y de acuerdo a mi arriesgada predicción, debemos pensar en la transición que se nos avecina en los próximos meses; hago un llamado a la reflexión y a pensar el país con cabeza fría. Confiemos en nosotros y en las instituciones, y acuñando una reciente columna de Enrique Santos me atrevo a afirmar que la democracia colombiana no se puede arrugar ante la perspectiva de un gobierno de izquierda.
Bonus No. 2: Se empiezan a escuchar ruidos de sable desde la poltrona del General Eduardo Enrique Zapateiro: también lo he escuchado de fuentes muy confiables. Dios nos libre.