Razones históricas para votar por el cambio en las elecciones presidenciales 2022

Razones históricas para votar por el cambio en las elecciones presidenciales 2022

Por más de 200 años, unas mismas familias han decidido el destino de millones de colombianos, han favorecido sus propios intereses y heredado la presidencia

Por: Jhonathan Leonel Sánchez Becerra - Historiador
mayo 26, 2022
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Razones históricas para votar por el cambio en las elecciones presidenciales 2022
Foto: Leonel Cordero

Colombia tuvo su origen como república a partir de las intrigas y las traiciones, en intereses particulares, “negocios de familia” y como parte del proyecto geopolítico colonial de Inglaterra. Una cara de la moneda que difícilmente conocemos ocultada detrás de la acomodada historia oficial y los efervescentes discursos patrioteros.

Inicialmente, la revolución fue promovida por las ricas familias criollas de ascendencia española (descendientes de conquistadores y encomenderos), no contra España, sino en contra de los franceses que habían invadido España por órdenes del emperador Napoleón Bonaparte, como una forma de congraciarse con el desterrado rey Fernando Séptimo, anhelando su regreso, tal como quedó expresado en innumerables documentos de la época, como la mal llamada “Acta de la Independencia del 20 de julio de 1810”.

También en ese momento existían dos visiones del deber ser de las cosas en la vida cotidiana, la política y la cultura, por un lado estaban los mismos de siempre que por tradición, se abrogaban el derecho, desde el período colonial, de ocupar los más altos cargos en la administración y no veían inconveniente en seguir compartiendo el poder con los funcionarios europeos, pues sentían amenazados sus privilegios con el cambio de gobierno.

Por otra parte, estaban los líderes mestizos de procedencia popular que advertían en los acontecimientos al otro lado del atlántico, la oportunidad de emprender el camino de su liberación, del autogobierno, en un proceso de reconocimiento tanto de su propia existencia como la del territorio en el escenario internacional. Querían estos sí, el surgimiento de una nueva realidad nacional que incluía un trato justo para toda la población, siguiendo los postulados de la Revolución Francesa.

Contrariamente con el paso del tiempo, la historia oficial glorificó la vida de los criollos más influyentes de esa época atribuyéndoles actitudes y cualidades exageradas y ficticias, por medio del abuso de la memoria ejemplar y de los ejercicios contemplativos que aún, hoy en día, enseñan en los colegios sobre personajes como: Jorge Tadeo Lozano, los primos Camilo Torres y Francisco José de Caldas (el sabio) o José Acevedo y Gómez (el tribuno del pueblo).

Esos historiadores “académicos”, restaron importancia al papel de los mestizos, los indígenas y los negros; hombres, mujeres y niños que participaron en la independencia absoluta de España desde las calles, casi nada quedó registrado acerca de Policarpa Salavarrieta o José María Carbonell y con saña, trataron también, en un proceso histórico en el Senado, en 1823, de minimizar al verdadero criollo precursor de la emancipación neogranadina, don Antonio Nariño y Álvarez quien seguía el ejemplo del americano más universal de todos los tiempos, Francisco de Miranda, traicionado por Simón Bolívar en Venezuela.

En consecuencia, convirtieron en héroes a los traidores, inicialmente de su propio pueblo, después del rey, cuando se encontraron envueltos por el remolino de la independencia y comprendieron el beneficio que podían obtener de las circunstancias, la oportunidad de un nuevo comienzo más equitativo y más justo para toda la población; optaron por la exclusión de los otros de sus planes de progreso, negándoles incluso el derecho a ser ciudadanos, y así, los criollos se transformaron en hacendados y los mestizos en la moderna clase media, los negros continuaron siendo esclavos y se intensificó la persecución y el despojo de los indígenas.

Después vinieron las traiciones de Francisco de Paula Santander a Simón Bolívar, primero en el Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826, que buscaba la creación de una confederación de los pueblos latinoamericanos desde México hasta el sur de la Patagonia, saboteado por los Estados Unidos de Norteamérica con el apoyo de Santander. Luego, como parte de los conspiradores que atentaron contra la vida del libertador en Bogotá, en la denominada noche septembrina de 1828.

Otras sonadas intrigas en la naciente Colombia del siglo XIX fueron: el asesinato del Mariscal Antonio José de Sucre, en Berruecos en 1830, considerado el sucesor de Bolívar, la persecución y el destierro del general José María Melo, quien de origen indígena y desde la presidencia en 1854, había asumido la defensa de los artesanos que se oponían al libre cambio y al aumento de las importaciones de manufacturas. La influencia de Soledad Román sobre el presidente Rafael Núñez que confeccionó la Constitución de la regeneración conservadora de 1886 y el concordato de 1887 que restableció el poder a la iglesia católica en el país, la guerra de los mil días (1899-1902) y la consecuente separación de Panamá que terminó alimentando la codicia de los estadounidenses en el continente.

En los albores del siglo XX, la élite colombiana continuó acentuando la consigna de dividir el país en dos, lo que ahora han reinventado como la polarización, al tiempo que ellos; la élite rural y la burguesía urbana, estrechaban sus lazos familiares a través de negocios y uniones matrimoniales, aumentaron las diferencias sociales con base en el conflicto agrario, el acceso a la educación y la pertenencia a los partidos políticos.

Lazos familiares de algunos presidentes de Colombia entre los siglos XX y XXI:

  • 1900 – 1904. José Manuel Marroquín Ricaurte, hijo de Trinidad Ricaurte Nariño, sobrina de Antonio Nariño y Álvarez.
  • 1909 y 1921 – 1922. Jorge Holguín Mallarino, bisabuelo de María Ángela Holguín Cuellar, embajadora durante los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (2002 – 2006) y canciller en los gobiernos de Juan Manuel Santos Calderón (2010 – 2018), pareja del candidato presidencial Sergio Fajardo (2022).
  • 1922 – 1926. Pedro Nel Ospina Vásquez, hijo del expresidente Mariano Ospina Rodríguez (1858 – 1861).
  • 1930 – 1934. Enrique Olaya Herrera, hijo de Emeterio Olaya Ricaurte, bisnieto materno del Marqués de San Jorge, Jorge Miguel Lozano, por esa línea emparentado con Jorge Tadeo Lozano.
  • 1934 – 1938 y 1942 – 1945. Alfonso López Pumarejo, hijo del empresario y político Pedro A. López.
  • 1938 – 1942. Eduardo Santos Montejo, tío abuelo del expresidente Juan Manuel Santos Calderón, presidente (2010 – 2018).
  • 1945 – 1946 y 1958 - 1962. Alberto Lleras Camargo, primo segundo de Carlos Lleras Restrepo, presidente (1966 – 1970).
  • 1946 – 1950. Luis Mariano Ospina Pérez. Hijo de Tulio Ospina Vásquez, sobrino del expresidente Pedro Nel Ospina (1922 – 1926) y nieto del expresidente Mariano Ospina Rodríguez (1858 – 1861).
  • 1950 – 1951. Laureano Gómez Castro, padre de los candidatos presidenciales Álvaro Gómez Hurtado (1974, 1986 y 1990) y de Enrique Gómez Martínez (2022).
  • 1951 – 1953. Roberto Urdaneta Arbeláez, esposo de Clemencia Holguín Caro, hija del expresidente Carlos Holguín Mallarino (1888 – 1892).
  • 1953 – 1957. Gustavo Rojas Pinilla, padre de la excandidata presidencial María Eugenia Rojas de Moreno y abuelo del exalcalde de Bogotá (2008 – 2011) Samuel Moreno Rojas y del exalcalde de Bucaramanga (2001 – 2003) Iván Moreno Rojas.
  • 1962 – 1966. Guillermo León Valencia Muñoz, abuelo de la senadora Paloma Valencia Laserna.
  • 1966 – 1970. Carlos Lleras Restrepo, abuelo de Germán Vargas Lleras, vicepresidente (2014 – 2018).
  • 1970 – 1974. Misael Pastrana Borrero, padre del expresidente Andrés Pastrana Arango (1998 – 2002).
  • 1974 – 1978. Alfonso López Michelsen, hijo del expresidente Alfonso López Pumarejo (1934 – 1938 y 1942 – 1945).
  • 1994-1998. Ernesto Samper Pizano, nieto del escritor y humanista Daniel Samper Ortega (fundador del Gimnasio Moderno), bisnieto de Tomás Samper Brush y tataranieto del político Miguel Samper Agudelo, hermano del periodista Daniel Samper Pizano, tío del periodista youtuber Daniel Samper Ospina y padre del ex-viceministro de justicia Miguel Samper Strouss.
  • 1998 – 2002. Andrés Pastrana Arango, hijo del expresidente Misael Pastrana Borrero, último presidente conservador del Frente Nacional (1970 – 1974).
  • 2010 – 2018. Juan Manuel Santos Calderón, hijo de Enrique Santos Castillo, sobrino nieto del expresidente Eduardo Santos (1938 - 1942), hijo de Clemencia Calderón Nieto, sobrina del expresidente Clímaco Calderón Nieto (1882). Tataranieto por línea materna de Francisca Ricaurte Camacho, sobrina nieta de José Joaquín Camacho, presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada (1814 - 1815).

Por más de doscientos años, esas mismas familias han decidido el destino de millones de colombianos, han favorecido sus propios intereses, heredado la presidencia y repartido entre ellos los cargos que provee el Estado, haciendo de la cosa pública una empresa privada.

El país que tenemos hoy es el resultado perverso de sus ambiciones y se han enriquecido con la miseria de los trabajadores, aprovechándose de las ilusiones de la gente que ellos mismos han empobrecido al negarles la educación y el acceso laboral en condiciones dignas, esa misma élite hoy tiene miedo a perder sus privilegios porque piensan que los nadie en el poder, tal vez serían como ellos: vengativos, represivos, perseguidores, etc., pero nuevamente se equivocan porque esa gente, como ellos nos llaman, valoramos la vida, respetamos la justicia y trabajamos por la paz.

Hoy los mismos que han secuestrado al Estado colombiano pretenden seguir reeligiéndose indefinidamente, haciendo uso de la manipulación de los medios de comunicación, de la mentira y del terrorismo, generan pánico entre la opinión pública a nivel nacional, en los departamentos y los municipios. Prometen las soluciones a problemas que ellos mismos causaron, empleando la vieja estrategia de confundir al electorado.

Están asustados, por eso se inventan monstruos ridículos como el “castrochavismo o la intervención rusa…”, crean falsos positivos, hablan de paz mientras financian la guerra, prometen perseguir la corrupción cuando son ellos mismos los que se roban los recursos públicos, han prostituido las armas institucionales para defender los negocios ilícitos de sus familias y cuando son descubiertos, confiesan “tragedias familiares”. ¡Cínicos! que persiguen estudiantes y trabajadores, ¡sátrapas! que se roban hasta la basura. En Colombia, los únicos comunistas son los que se han asociado para delinquir, los que privatizan las ganancias y socializan las pérdidas.

Finalmente, los invito a reflexionar en torno a la posibilidad real de cambiar a Colombia, de transformarnos y construir entre todos una mejor sociedad, aún estamos a tiempo de elegir la vida, la educación y la cultura, la política de la dignidad y el respeto a la diferencia y la diversidad, es urgente el cambio que necesitamos los colombianos.

 

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