De nuevo en la encrucijada… Como aprendemos poco y despacio, volvemos a enfrentar un debate en el que nos jugamos casi todo. Pero es lo que en Colombia ha sucedido desde antes de la Patria Boba: discursos altisonantes, promesas de paraísos, temas supuestamente novedosos, soluciones definitivas para todos…
No hay que hacerse ilusiones. El más grande problema de los colombianos es que la mayoría creyó el cuento de la democracia representativa, razón por la cual delega desde su capacidad de pensar hasta la posibilidad de actuar.
Somos en gran medida una manada de borregos que busca con cada elección una vaca con el cencerro más ruidoso. Como dijo Estanislao Zuleta en Elogio de la dificultad, no solo “deseamos mal” sino que “amamos las cadenas”.
El debate presidencial es una estafa. Parece que se esperara que alguno de los “candidotes” (no es error, es expresión de una certeza) pudiera alcanzar la destrucción de las imágenes de sus contendores.
Eso, por un lado. Por otro, que persiguieran el modo de fabricar el mejor señuelo para reunir votos. Nos hemos enseñado a creer que las mayorías tienen la razón, aunque sabemos que la razón de las mayorías es en gran medida, y apenas, un dato estadístico.
¿Por qué no nos han dicho con qué equipo se gobernará? ¿Acaso debemos creer que un solo líder (o un líder solo) o un caudillo (y no un coordinador de un grupo de trabajo) podrán hacer transformaciones en asuntos que llevan centenares de años sin resolver? ¿Alguno se ha pronunciado sobre el más grande problema sin resolver que tiene este país? ¿Alguno se pregunta si enfrentar el hambre y la desnutrición son las mayores exigencias del país? ¿Quién de tantos contendientes (pocos, pero muchos) sabe que el mayor recurso de Colombia es su gente, su potencial biodiverso, su naturaleza, su creatividad? ¿Han hablado sobre esos aspectos?
Hay quien dice que trabajará por imponer la verdad sobre la mentira, y miente cuando inventa los discursos ajenos. Hay quien dice que se necesita un educador para que dirija el Estado, aunque para nada educa y no tiene la menor idea de la diferencia entre Estado y Gobierno.
Hay quien cacarea contra la corrupción, pero propone negociar con quienes se han beneficiado de los recursos públicos… Hay quienes culpan de todos los males del país a quienes reaccionaron contra la desidia, la explotación, la apropiación indebida de recursos, los asesinatos o los desplazamientos de muchas poblaciones.
De nuevo debemos decidir… Y no habrá mañana quién justifique si lo hacemos mal.
