En los ochentas del siglo pasado se dio a conocer una teoría política, del norteamericano Joseph Overton, que describe cómo se puede cambiar la percepción de la opinión pública para que las ideas, antes descabelladas, ahora sean aceptadas.
Para ello, Overton propuso cinco etapas, en la que la primera es de lo impensable a lo radical, luego de esta a lo aceptable, después a lo sensato, como penúltimo a la aceptación popular y, finalmente, llegar a la aceptación política.
El ejemplo más recurrente es el del canibalismo, que en primera instancia es impensable, por supuesto, hasta llegar a la última etapa y lograr la aceptación popular y política, cuando el Estado legaliza y reglamenta, digamos, distintos modos de canibalismo.
Vayamos nosotros a un ejemplo más aterrizado. Digamos, los medios masivos de información. Pregunta: ¿cuál es el objetivo de tales medios? Bueno, en la Academia nos dijeron que era formar, informar y entretener, en ese orden. Bueno, pues yo digo que de formar nada, informar poco, entretener mucho y desinformar, más.
¿Qué han sido los medios masivos de información? Dos anécdotas. En los setentas, se recuerda todavía la labor del Washington Post y cómo, a raíz del trabajo de investigación periodística, emergió lo que se conoció como el Watergate y, en consecuencia, sumergió a Nixon en las profundidades de la política nacional.
En los ochenta fue famoso el enfrentamiento entre el diario El Espectador y el grupo financiero Grancolombiano, acusado de utilizar el ahorro privado para adquirir el dominio de empresas. Salió avanti el diario bogotano.
A finales del siglo pasado existían unidades de investigación, periodistas cuya tarea era escudriñar acciones de entidades públicas y privadas; de dirigentes y ciudadanos. Una de sus facetas era la fiscalización: criticar y traer a juicio las acciones u obras de alguien.
Hoy, los medios masivos de información tienen como objetivo primordial el lucro. Sí, son entidades con ánimo de lucro que trafican con la información pública y privada. Enfatizamos: tienen como herramienta la información para acceder al lucro económico. La emisión de sus noticias y contenidos en general están en función de sus intereses empresariales.
Paréntesis. En 2012, en la Corporación Comunicar hicimos el último ejercicio de las jornadas pedagógicas NO PRENDA LA TELE, que durante diez años llevamos a cabo. Esta vez se imprimieron varios formatos distribuidos en 17 distintos puntos de Bogotá. Destacamos la pregunta: “Si los medios de información privados son entidades con ánimo de lucro, ¿cree usted en la veracidad de la información que emiten sus telenoticieros? De los 2539 formatos validados, 2291 (90,5 %) respondieron que NO creían en la veracidad de dicha información. Cerrado paréntesis.
Hoy, los medios no forman, tampoco informan, por la sencilla razón de que, en épocas de globalización, lucro económico no rima con veracidad.
De entes fiscalizadores han pasado a ser entretenedores. Han asimilado aquello de la ventana de Overton. De asuntos impensables han logrado que sean aceptados popular y políticamente. Era impensable que la desinformación superara la información. Hoy, con creces, la cantidad circulante de desinformación supera la de la información.
Los medios son armas masivas de entretención. Su tránsito es evidente y nosotros, a fuerza de que el cambio ha sido en más de una y dos generaciones, no lo hemos percibido.
Entonces, naturalizamos que sea el brazo propagandístico del Sistema. En algún momento de ese tránsito pasaron de lo impensable hasta llegar a la aceptación política. Dados sus buenos oficios, adquirieron patente de corso, como filibusteros, corsarios y piratas ingleses y franceses la tuvieron para atracar barcos españoles.
Los medios masivos, entretenedores, informadores y desinformadores en función del libreto más pragmático, desde cañones disparan a las ciudadanías entretención, información y desinformación, a la medida de sus intereses de lucro, no en consonancia con la veracidad y mucho menos acorde con la necesidad de la verdad para el país.
Como alevosos francotiradores, desinforman metódicamente a las ciudadanías, hasta llegar al punto de las actuales y sistemáticas noticias falsas (mejor que la cacofónica fake news).
Y cerremos con algo puntual. Es normal pensar —pensamiento que han direccionado los medios masivos de entretención— que es en las redes sociales, en los medios alternativos digitales y otros canales, los espacios en los que se gestan las noticias falsas. Por eso en los estudios de emisoras, canales de televisión y medios impresos masivos las preguntas recurrentes son: “¿Confirmó la fuente de información?” “¿Qué tan creíble puede ser esa noticia?” “¡Ah, no!, si la tomó de las redes sociales…”.
Los primeros fabricantes de noticias falsas son los históricos medios masivos de información. Son los originales. Ellos tienen la experiencia de muchísimos años en el quehacer. Señores Caracol, RCN, Blu, Semana, El Tiempo… ¿se atreven a decir que ustedes no fabrican noticias falsas, incluso difundidas en primeras páginas? Respondo por ustedes: obvio que sí. Son entidades con ánimo de lucro, acordes con el espíritu de la globalización; acordes con el ánimo de este país, el de los falsos positivos.
Estos medios masivos de información tienen patente de corso. Las redes sociales y los medios alternativos digitales, no.
¿El candidato presidencial versión Duque 2 tiene patente de corso? Sí. Vean sus antecedentes. ¿El candidato del Pacto Histórico la tiene también? No. Vean sus antecedentes. Porque si vamos al discurso, como el papel, aguanta todo y Duque 2 sí que está cuestionado; como RCN, Caracol, Blu…
Bueno, entonces, ya sabemos que no debemos “comerle mucho cuento” a los medios masivos de información, a los medios convencionales, a los que tienen ánimo de lucro y, poco y nada, ejercen la veracidad periodística.
Recordemos que la ecuación ‘veracidad mediática-ánimo de lucro’ no va. Es improbable. No se da la ecuación. Lucro económico (objetivo esencial de los medios masivos, como empresas comerciales que son) mata veracidad, inclusión, justicia social.
