Primero que todo, hay que diferenciar entre ideales y maneras (modales). Simplificando, los ideales se pueden dividir entre izquierda y derecha. Ejemplos de gobiernos de izquierda sería el chavismo en Venezuela y de derecha, el uribismo en Colombia.
Ahora hablemos de las maneras, hay gobiernos que priorizan el bien común sobre el particular y hay regímenes que gobiernan como un negocio para beneficio de los gobernantes y su círculo cercano, es decir corruptos.
Es ahí donde coinciden Venezuela y Colombia, ambos países son gobernados por élites que se apropiaron de un espectro de la política con el fin de obtener la tolerancia de un grupo de ciudadanos que comparten sus ideales políticos.
Es común escuchar a personas con ideales de derecha que en las presentes elecciones apoyan Fico, a sabiendas que representa el continuismo de un régimen que defiende los intereses particulares por encima de los de la ciudadanía, ven a la corrupción como un mal menor ante la aterradora posibilidad de que los ideales de izquierda se impongan en Colombia.
Lo curioso es que en Colombia se ha asociado el ser corrupto y clientelista con ser de derecha.
Osea, no se concibe a una persona de derecha honesta, hablo del caso de Rodolfo Hernández, un empresario que toda su vida se dedicó a hacer plata, plata que la hizo en el sector privado, un hombre de principios que se negó a ceder al chantaje de la guerrilla que había secuestrado a su hija. Es un típico hombre de derecha.
Pero la gente no lo percibe así, la gente de derecha le llama mamerto o viejo loco, por el solo hecho de que insulta y persigue al corrupto (es comprobado que durante su administración en la alcaldía de Bucaramanga desmontó un sistema clientelista de contratación).
Llevamos mucho tiempo gobernados por una élite que es derechista y a la vez corrupta, tanto tiempo que ya no diferenciamos entre ideales y maneras.