Vivimos una guerra tan cruel e inhumana que las noticias sobre crímenes, atentados, secuestros y otros hechos atroces se han convertido en instrumentos predilectos de propaganda política mediática de determinados sectores de la sociedad colombiana.
No salgo del asombro cómo el Centro Democrático convirtió el condenable “secuestro” del general Rubén Darío Alzate, en un eslabón más de su aceitada maquinaria politiquera en las redes sociales, una especie de triunfo político en contra del gobierno de Santos por el traspié en los diálogos de paz de La Habana.
El insólito y oscuro “plagio” del general Alzate, en el caserío de Las Mercedes, ubicado en uno de los corredores más estratégico de movilidad de las FARC en el río Atrato a escasos minutos de Quibdó, fue para los uribistas como un paso de vencedores. Es tan repudiable la “retención” del general Alzate por parte de las FARC como condenable el provecho político que hace el uribismo de su tragedia. El Obispo de Quibdó, monseñor Juan Carlos Barreto, dijo “yo mismo le manifesté al general Alzate que en la población había mucha preocupación, porque el conflicto armado sigue creciendo”. El prelado, asegura que “las estadísticas que tenemos en la Pastoral Social demuestran que el conflicto no se ha logrado detener, al contrario, cada día está aumentando en esta región”.
Por eso el “secuestro” del general Alzate en las circunstancias que ocurrió, genera muchas suspicacias por ser oscuro e inexplicable, parece un cuento de hadas, pero más allá de las conjeturas, lo que el plagio ha puesto en contexto es que la Seguridad Democrática no funcionó, ni funciona en el Chocó.
El fracaso de la Seguridad Democrática en el Chocó, es una realidad que no se desconocía en el resto de Colombia. Pero el enigmático caso del general Alzate ha servido para que el resto de los colombianos, conozcan la otra cara de la inseguridad que se vive en regiones periféricas como el Chocó.
Durante los 8 años de gobierno del ex presidente Uribe, denunciamos que dicha estrategia militar había fracasado en el Chocó. Pero los medios de comunicación que controlan el monopolio de la información en el país, obnubilados por el triunfalismo de la propagandista militarista oficial no se percataron de la ola de inseguridad que se vive en regiones como el Chocó.
Se comieron el cuento que porque se transitaba sin traumatismos por las vías del centro del país, la seguridad era total en el resto de la geografía nacional. El revés de la Seguridad Democrática en el Chocó, sirve para ilustrar el desconocimiento que tienen a veces los medios de comunicación concentrados en Bogotá sobre lo que pasa en la periferia del país. Medios que se tragaron el cuento de la “pacificación” del país y sirvieron de caja de resonancia del falso triunfalismo militarista del Centro Democrático.
El populismo político que hacía el general Alzate con la Agenda Chocó 2020- 2038, una propuesta de desarrollo social para ser ejecutada por los militares en el Chocó, lo llevó a meterse en la cueva del enemigo. La Diócesis de Quibdó ha dicho reiteradamente que el desarrollo de esa agenda por los militares puede ser generadora de más desplazamientos en las comunidades chocoanas, pero poca atención le ha prestado a sus advertencias.
Por eso varias organizaciones de Comunidades Negras en su política de neutralidad frente al conflicto se han mostrado renuentes en participar dicha iniciativa, en virtud de que los líderes podrían convertirse en objetivos militares de los otros actores del conflicto en la región.
De allí que un buen número de organizaciones de las Comunidades Negras no comparten el criterio que sea los militares los encargados de impulsar proyectos sociales en sus asentamientos, porque las colocan de carne de cañón de los grupos subversivos. Ahora solo falta que los defensores de la política militarista acusen a monseñor Barreto y a los líderes de las Comunidades Negras de defensores del terrorismo.
Twitter: @j15mosquera