En Ucrania la verdad y la mentira bombardeadas por el 'casus belli'

En Ucrania la verdad y la mentira bombardeadas por el 'casus belli'

Como se puede ver la verdad y la mentira han quedado bloqueadas. La oscuridad se acerca cada vez más, si los líderes mundiales siguen anclados en sus sinrazones

Por: franz henao
mayo 13, 2022
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En Ucrania la verdad y la mentira bombardeadas por el 'casus belli'
Foto: Pixabay

Las huellas provocadas al caminar las diluye la guerra, las voces son ahogadas por el ruido de las armas, la angustia es sofocada por el olor de la pólvora y el ser humano resquebrajado entre los escombros de la indefensión. Es difícil imaginarlo, pero hubo una guerra llamada “Cien años”, que en realidad duró 116 años; es como si el hombre hubiera nacido no para procrear y crecer en humanidad sino para guerrear y destruir a su prójimo.

Como no podía ser de otra forma, estas variables se dan en Ucrania, solo que su discurso narrativo, magnificado por los medios occidentales, se ha transpuesto a otro baremo que hace de esta guerra única en su género, como si las demás no contaran. De la guerra en Ucrania salió un nombre que se hizo mundialmente famoso: Volodimir Zelenski, los medios lo han rodeado con toda clase de epítetos, lo han superlativizado, y, de manera inaudita, equiparado a héroes legendarios. ¿Acaso un Taras Bulba, un cosaco sin alma y con el valor zurcido en su piel?

Y, muy pocos saben, por ejemplo, cómo se llama el presidente actual de Palestina –Mahmoud Abbas- en guerra permanente contra Israel desde 1948 hasta hoy, setenta y cuatro años de muertes, destrozos constantes y al borde del holocausto. El mundo calla ese horror. Pero a Abbas los medios lo ignoran, y solo hablan los primeros ministros de Israel, como el hasta hace poco derrotado, Benjamín Netanyahu, cuya poderosa voz cercenaba cualquier eco árabe.

¿Un niño es un niño? ¿hay diferencias entre este y aquel?

Todos hablan de los niños ucranianos. Sus caras, entre inocentes y neutrales, aparecen en todos los diarios occidentales del mundo, buscando despertar la compasión infinita y mostrar a los rusos como los seres más despreciablemente diabólicos.

¿Un niño ucraniano es diferente a un niño afgano? Unos 9,6 millones de niños y niñas en Afganistan pasan hambre a diario debido, según Save the Children, al colapso económico, la guerra de Ucrania y la sequía. Estados Unidos en agosto 2021, abandonó el suelo afgano tras una guerra de 20 años que perdió, pero dejó el país en la ruina absoluta y fue incapaz de impedir que los talibanes recuperaran el poder y se alzaran con el triunfo.

La humillación para la primera potencia del mundo fue de órdago. Algo parecido había ocurrido anteriormente en Irak cuando las tropas norteamericanas se retiraron de Bagdad, por prudente decisión del presidente Barak Obama. Estados Unidos fracasó en querer llevar la democracia a Irak y dejó el país al borde de la guerra civil, oleoductos destruidos y la malnutrición de la población tiene altos índices.

Un decreto infame estadounidense

Para vengarse de la derrota en Afganistán –malditos talibanes-, el presidente Joe Biden, firmó el 12 febrero 2022, un decreto que permite a Estados Unidos disponer de 7.000 millones de dólares del Banco Central de Afganistán, depositados en bancos de Nueva York. El dinero será usado en compensar a las víctimas de terrorismo de los atentados del 11 septiembre 2001 y el propio pueblo afgano en forma de ayuda humanitaria.

A Biden le importa poco los niños de Afganistán, desnutridos, sin calzado, con harapos, la mirada famélica, si mueren, allá ellos. Como tampoco importan los niños de otra guerra de Estados Unidos, en Siria donde 6,5 millones de niños indefensos llevan sufriendo por demasiado tiempo y necesitan asistencia. “Es la cifra más alta registrada desde el comienzo de la crisis hace más de 11 años”, según comunicó UNICEF el 8 mayo 2022.

Pero lo de los niños de Irak que padecieron la demencial primera Guerra del Golfo -llamada Operación Tormenta del Desierto- de George H. W. Bush en 1990 es aún más desgarrador y cruel. Ahí produce escalofrío ver que la crueldad humana es infinita por su poder de maldad.

Madeleine Albright y su saber esotérico

Madeleine Albright es una de las mujeres más poderosas que ha tenido la diplomacia de Estados Unidos. Con Bill Clinton llegó a ser Secretaria de Estado (1997-2001). Fue discípula del politólogo y estratega polaco, nacionalizado americano, Brzedzinski –eminencia gris junto con Kissinger de la diplomacia de Estados Unidos-, quien ideó el plan de expansión de la OTAN al este europeo y el establecimiento de misiles en Polonia que apuntaran a Rusia.

En 1996, la señora Albright, concedió una entrevista al programa “60 minutos” de la cadena CBS. La periodista Lesley Stahl le preguntó: “Hemos escuchado que medio millón de niños y niñas de Irak han muerto [en la guerra del Golfo]. Es decir, más que los niños que murieron en Hiroshima. ¿Vale la pena pagar ese precio?”

La embajadora Madeleine Albright (ante la ONU 1993-1997) respondió: “Esta es una elección muy difícil, pero creemos que el precio vale la pena”. Es la desgarradora y brutal teoría del ‘fin justifica los medios’, la mayor iniquidad moral a la que llega un ser degradado.

Años después, en su libro de Memorias, Albright quiso enmendar la plana, refiriéndose a su infame respuesta escribió: Fue “una declaración estúpida”.

Los niños destrozados de Irak, los niños sedientos de Afganistan, los niños sufrientes de Siria no cuentan en la historia de la infamia humana. Sólo se debe tener en cuenta y enaltecer a los niños ucranios de Volodimir Zelenski, a quien Luiz Inácio Lula da Silva, entrevistado en mayo por la revista Time, le envía este mensaje: “No utilice la guerra para aparecer en la televisión de mañana, tarde y noche, como si estuviera haciendo una campaña política. Debería estar en la mesa de negociaciones”.

Su pecado fue no ser una mujer ucraniana

Había nacido en Husan, Cisjordania, un pueblo de Palestina. En el momento de morir, cuando soldados israelíes le dispararon a las piernas por no escuchar la orden de ‘alto ahí’, tenía 47 años, era viuda y madre de seis hijos. Ella se llamaba Ghada Sabatein.

Vivió en Líbano junto a su esposo. A la muerte de este, regresó a Hunan, donde vivían sus padres. Había sido profesora de matemáticas. Padecía graves problemas de vista, dijo su hijo Mohamad, “estaba parcialmente ciega”. Era abnegada, creía en sus hijos, su sueño era educarlos.

Ghada iba caminando, trataba de palpar la luz entre la oscuridad de sus ojos. Había un puesto de control militar. Alto, Alto, indicaban las voces de los soldados israelíes, mientras hacían tiros al aire. Ella no veía, sintió terror y con las manos en la cabeza, no se detuvo. Los soldados le dispararon a las piernas. No llevaba armas, dijeron luego.

Los palestinos que escucharon los disparos corrieron a auxiliarla. Los soldados no dejaron acercar a nadie. Después de 20 minutos llegó la ambulancia. Ghada murió desangrada, sin atención médica. Su muerte pasó desapercibida, quedó registrada en un vídeo de un espontáneo.

Naftali Bennett es un hardliner con la contundencia del hielo

El primer ministro Naftali Bennett, dijo que el Estado de Israel pasó a “una guerra ofensiva, no hay restricciones en la guerra contra el terrorismo”. Hay ejecuciones extrajudiciales a diario. El día que murió Ghada, 9 abril 2022, otros tres palestinos murieron también. Israel se ampara en el silencio.

El sacrificio palestino no cesa. El 11 de mayo, la periodista palestina, Shireen Abu-Aqleh, fue abatida por las Fuerzas de Defensa de Israel, mientras cubría una incursión en el campo de refugiados de Jenín para la televisión árabe Al Jazeera. Shireen tenía la misma edad que tiene el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, nacido en Haifa hace 50 años.

Si estas mujeres palestinas fueran de origen ucraniano habrían aparecido en las portadas de los diarios anglosajones y el mundo estaría lamentando su desaparición. Zelenski habría aprovechado el duelo para pedir más dinero y armas “las más avanzadas”, y recriminaría a Alemania que aún no le ha mandado los tanques. Y Joe Biden, sí el presidente de EE.UU. diría: Me encargaré de llevar a estos criminales ante la ley.

En Ucrania las razones y las palabras se han escabullido

Quién se apropió del relato de decir qué es cierto y qué es falso. Las palabras, el relato, la historia dejaron de ser patrimonio de la humanidad para engrosar el acervo de lo descabellado. La palabra se quedó sin su función cognitiva enajenada por la guerra ucraniana de Zelenski-Putin azuzados por Estados Unidos.

Enviar o no enviar armas a Ucrania. Este es un dilema filosófico tremendo, profundo, pero ha quedado reducido a la banalidad. Decir sí o no es lo mismo, da igual, carece de consecuencias. Lo más trágico es que la respuesta se debe ocultar, ya que puede tener consecuencias nefastas, dependiendo del campo en que se mueva la persona. El ser ontológico ha sido convertido en cenizas.

En Alemania han aparecido dos cartas firmadas por importantes personalidades de la ciencia y la cultura, dirigidas al canciller Olaf Scholz.

Una, en la revista Emma, 4 mayo, solicita no enviar armas a Ucrania. Para los defensores de esta posición, las experiencias de la guerra y la política de exterminio nazi-alemán son decisivas para imponer una especial moderación a la República Federal. Cuantas más armas, más sufrimiento civil ucraniano.

Otra, contracarta en Die Zeit, que firma, entre otros, Herta Müller, premio Nobel de Literatura, donde sacan la conclusión opuesta de la misma suposición: la única norma aquí es actuar. Piden el armamento rápido y completo a Ucrania. Apuntan al “reconocimiento de los derechos humanos como base para la convivencia pacífica” en Europa.

Es imposible localizar el sofisma entre tanta palabrería

 Jürgen Habermas, el reconocido filósofo, hizo ensayo titulado “Contra la moral de la justicia por mano propia”, menciona el “chantaje moral” de Ucrania, que podría derivar en un “moralismo no exento de problemática”. Para Habermas alternativas como “victoria versus derrota” o “conflicto regional versus guerra nuclear global” no ayudan mucho a tomar decisiones en este momento. Dice que Occidente debe medir cuidadosamente cada grado adicional de ayuda militar a Kiev.

El 13 mayo, 79° Día de Guerra, el líder alemán Scholz habla con el líder ruso Putin.

Scholz menciona un alto el fuego lo antes posible, mejorar la situación humanitaria y buscar una situación diplomática. Putin, según el Kremlin, informó a Scholz que el progreso en las negociaciones sobre el fin del conflicto había sido “básicamente bloqueado por Kiev”.

Como se puede ver la verdad y la mentira han quedado bloqueadas. La oscuridad se acerca cada vez más al Globo Terráqueo, si los líderes mundiales siguen anclados en sus sinrazones y queriendo imbricar la noche, el día, como carámbanos que dejan yerta la vida.

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